Debates

Foto: Cortesía INE

Había pensado escribir en esta ocasión sobre la guerra actual, pero el “acontecimiento” político actual también permite posponer el tema para ver qué piensan los políticos.

Si hubieran televisado un partido de futbol en el momento de en que pasaron el segundo debate, probablemente muy poca gente le hubiera prestado atención. Algunos mexicanos habían dicho, incluso, que no sabía que habría un debate. El segundo en realidad.

Y es que el formato del debate hecho por el INE no permite mayores libertades del cuerpo y lenguaje. Pero también tiene que ver con la experiencia, en la que en México aún estamos en la secundaria. Por ejemplo, en Francia, al final de la segunda vuelta de la última elección presidencial, quedaron frente a frente (cara a cara) el actual presidente y la candidata de la derecha, quien al final perdió la elección. En México el debate es aún cerrado, cuadrado. Sin embargo, tenemos que reconocer que los debates electorales son un avance democrático, ya que han obligado a los políticos a presentarse ante la sociedad para que expongan sus ideas y proyectos… si tienen. ¿Se podría hoy imaginar una elección sin debate? Difícil. El punto es que en México no existían. Son de nueva creación. Nuevos, si se toma en cuenta el tiempo desde que el INE se “ciudadanizó”.

Como la segunda vuelta, este mecanismo electoral mueve, afecta, perjudica, modifica, los puntos de las preferencias. Pero en el mexicano -sin que exista la reelección- es un elemento importante que poco a poco se introduce en la cultura política, pese a que aún no estamos con grados doctorales en estos exámenes democráticos. La falta de práctica en esto hace que por momentos los candidatos no pudieran responder a una pregunta concreta con una respuesta concreta hecha desde la sociedad. Evadieron varias preguntas y forzados, intentaron darse cuenta que la gente también pregunta. Por eso los formales moderadores tuvieron que recordarles la pregunta hecha por jóvenes, indígenas y otros aún no se respondía.

Me llama la atención la reiteración de la candidata Gálvez su origen indígena. ¿Debería por ello poseer otra lengua que le fue transmitida y aprovecharla?  Asimismo, ¿qué la experta en cambio climático no hubiera aprovechado ese tema “debatido” para explotarlo más? Por otro lado, la candidata de la derecha le dejaba en la mesa aspectos para responder mejor que la candidata Sheinbaum no supo aprovechar. Uno de ellos, la tesis de licenciatura plagiada por aquella. Pero se ve quién llego con los guantes puestos.

No puedo dejar de pasar en estos tiempos electorales algo de denominado “surrealismo mexicano”. O cuando el agua y el aceite se juntan y se vuelve oportunismo político…, o sobrevivencia política fluyendo en las sedes del PRIAN sin que la historia valga por lo menos un cacahuate. La práctica política permite hacer esto, dirán. Permite la alianza PRI-PAN, juntos en una tragedia evitando posiblemente ser borrados de un probable cambio sustancial de régimen político, pero como diría Gramsci, “el viejo mundo se muere, el nuevo tarda aparecer y ese claroscuro surgen los monstruos”. Los cuadros de honor de las sedes partidistas pintadas de azul y rojo ya pierden sustancia desde hace tiempo. Algunos gritarán: ¡Traición! Otros serán férreamente “institucionales” porque los enemigos históricos son ahora mis aliados. Juntos devastaron el país. Ya imagino a Goya pintando el cuadro.

 

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