Políticas y orientaciones en el regreso a clases, no consideró la singularidad de las comunidades
Después del confinamiento y la suspensión de las actividades escolares por la emergencia sanitaria de Covid-19, la vuelta a clases generó esperanzas en los agentes educativos; de particular manera para el profesorado que realiza un arduo quehacer de planificación, gestión y enseñanza.
En ese contexto, el estudio “De regreso a la escuela, presencialidad intermitente. La educación básica en Chiapas, México”, realizado por investigadores* de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH), analiza las experiencias en el regreso a actividades escolares presenciales en docentes de educación básica en Chiapas.
El artículo expone las complejidades sociales, salud, pedagógicas y subjetivas que el regreso a clases trae consigo, cuya modalidad, presencial y a distancia. la cual doblega a la realidad de las comunidades y de las relaciones que se tejen entre sus actores y subjetividades; demarcadas por un entorno de infraestructura precario.
Imagen de archivo
El gobierno de México dispuso el confinamiento de la población y el cierre de los servicios y actividades no esenciales; entre ellas la escolar, debido a la pandemia.
Durante ese periodo de más de dos años, madres, padres o tutores asumieron la responsabilidad delegada por los docentes del acompañamiento y enseñanza a sus hijas e hijos, con amplias diferencias en sus prácticas, derivado de las condicionantes económicas, culturales, de tiempo, capital cultural, disposición, de acceso a infraestructura, tecnología y dispositivos para la enseñanza.
Realidades que demostraron la división socio escolar y la profunda desigualdad en el apoyo y acompañamiento a la población escolar. Para las y los maestros, la actividad escolar se realizó en condiciones diversas, siendo la más común; la carencia de infraestructura, conectividad o dispositivos tecnológicos, además de dificultades formativas para el diseño y desarrollo de clases en modalidades en línea o a distancia.
Por lo que, la comunicación se realizó a través de mensajería telefónica, con asistencia semanal o quincenal a las aulas y la estructuración de cuadernillos o guías de actividades con que afrontaron la encomienda.
En el caso de los alumnos, el aprendizaje se situó en un angosto mundo social, en entornos de aburrimiento, tensión o conflicto, en que el abordaje de los contenidos se redujo a su expresión mínima, añadieron los académicos.
Entre las afectaciones más notables, destacó el hecho de que alrededor de 1.5 millones de niños, niñas y adolescentes del país de entre 3 a 18 años no se reinscribieron al ciclo escolar 2020-2021, situación que afectó a personas y grupos en condiciones de mayor vulnerabilidad, predominante, en aquellos que residen en zonas rurales e indígenas.
Tan solo en el nivel preescolar, el 2.2% no concluyó el ciclo escolar, mientras que en primaria ocurrió en el 1.1% de los casos, de éstos, el 94.7 por ciento se debió a alguna situación relacionada con el Covid-19.
Para el ciclo 2020-2021, el 65.6% de niñas y niños de tres años no se inscribieron al primer año de preescolar, de los cuales, el 18% no lo hizo por cuestiones relacionadas con el Covid-19. En alumnas y alumnos de 2° y tercer grado, esta situación ocurrió en el 6.7% de los casos, mientras que en los de primaria, fue del 1.4 por ciento.
Así mismo, el 53.6% de madres, padres o tutores de preescolar y el 60.7% de primaria expresó suma disponibilidad para el regreso a clases presenciales, independiente de la condición socio sanitaria o del semáforo epidemiológico registrado para la entidad.
Por otro lado. en abril de 2021, en entidades con semáforo en color verde, se dispuso el regreso paulatino a las actividades presenciales, entre éstas las escolares, con estrictas medidas preventivas y de higiene, dicha decisión debía ser avalada por la asociación de madres y padres de familia de cada centro educativo.
Tales medidas coinciden con lo referido por organismos como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en el sentido de que coadyuvan a la continuidad de la educación y la recuperación de aprendizajes que contribuirá a mitigar problemas causadas por la pandemia, mencionaron los investigadores.
En ese contexto, Chiapas fue uno de los primeros estados que fueron considerados como “de bajo riesgo” al ser etiquetado de color verde en el semáforo epidemiológico de febrero del 2021, manteniéndose sin cambio hasta la fecha.
En general, los autores concluyeron que, las políticas y orientaciones generales para el regreso a clases, no consideraron la realidad de la singularidad de las comunidades y de las relaciones que se tejen entre sus actores y subjetividades.
Además, el Estado depositó en el profesorado, el llamado a la continuidad pedagógica, mediante estos, sostiene la comunicación con los agentes educativos, aprendizajes y las trayectorias escolares de los estudiantes, a través de procesos de planificación, gestión y monitoreo del trabajo que realiza.
En Chiapas, sobre todo en las zonas rurales, las dificultades de acceso a la comunidad, de comunicación entre los docentes con los escolares y las madres y padres de familia, aunadas a las carencias de infraestructura y dispositivos digitales, restringió o volvió intermitente el desarrollo de las clases en cualquiera de las modalidades en se implementaron.
Mientras que los aprendizajes se valoran como muy limitados, que en el caso del preescolar, son más evidentes en el alumnado que únicamente tuvo clases en la mayor parte del primer grado, no así en los dos siguientes, indicaron los especialistas.
Investigadores:
-Germán Alejandro García Lara – Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas
-Soledad Hernández Solís – Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas
-Oscar Cruz Pérez – Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas
-Jesús Ocaña Zúñiga – Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas
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