Preeclampsia-eclampsia, un problema que impacta a calidad de vida de las pacientes y las instituciones de salud
*Los principales factores de riesgo de la eclampsia son: la presencia de hipertensión arterial sistémica, enfermedad renal crónica, diabetes gestacional o pregestacional, sobrepeso u obesidad, embarazadas adolescentes o mayores de 35 años, pacientes primigestas, embarazo molar, embarazos múltiples y preeclampsia preexistente.
La eclampsia es un síndrome raro e impredecible de la enfermedad hipertensiva inducida por el embarazo, caracterizado por un estado convulsivo tónico-clónico que puede o no cursar con hipertensión previa o daño orgánico. En ese sentido, investigadores y especialistas en la salud*, presentaron 6 casos atendidos en el Hospital Rural Bienestar No. 10 “Benemérito de las Américas”, ubicada en la Selva Lacandona.
Cabe mencionar que, este síndrome complica a cerca de 3 de cada mil embarazos, con alta incidencia en pacientes de zonas rurales y bajo nivel socioeconómico, mujeres con preeclampsia, primigestas adolescentes y multíparas mayores de 35 años.
Los investigadores indicaron que la mayoría de los casos fueron primigestas adolescentes en trabajo de parto, quienes rebasaban las 40 semanas de gestación. Todas fueron manejadas con medidas de soporte y neuroprotección con sulfato de magnesio, 5 de ellas fueron referidas a segundo nivel a la unidad de cuidados intensivos para recibir una atención integral, con un tiempo promedio de estancia de 2 días.
Además, ninguna presentó un nuevo cuadro convulsivo, ni registraron resultados perinatales adversos o muerte materna. Lo anterior, debido a que el síndrome preeclampsia-eclampsia es un problema de alto impacto en el embarazo y un reto para los 3 niveles de atención.
Pero, en especial para el medio rural y zonas indígenas de todo el país, pues debido a costumbres arraigadas, las pacientes omiten el control prenatal, además de habitar en lugares con difícil acceso a hospitales o clínicas.
El primer caso es de una primigesta -mujer embarazada por primera vez- de 22 años, con control prenatal regular, acudió a urgencias por ruptura de membranas de 3 horas de evolución. Con 38.4 semanas de gestación, en trabajo de parto activo, 5 centímetros (cm) de dilatación y actividad uterina regular, permanecía en libre evolución. A su ingreso, indicaron que su presión arterial era de de 110/70 mmHg (milímetros de mercurio) y el resto de signos vitales sin alteraciones. Dos horas después, durante su estancia en labor, presentó presión arterial de 140/90 mmHg en una sola ocasión, resultados de laboratorio normales y asintomática.
Una hora más tarde, la mujer presentó crisis convulsivas tónico-clónicas generalizadas, autolimitadas, de un aproximado de 2 minutos. Por lo que iniciaron la neuroprotección con sulfato de magnesio dosis de impregnación, estabilización e interrupción del embarazo vía abdominal bajo anestesia general.
Posterior a ello, obtuvieron un recién nacido del sexo masculino, con peso de 2,990 gramos (g), 47 cm. Fue trasladada a segundo nivel de atención a cuidados intensivos con esquema neuroprotector de mantenimiento. Por lo que, permaneció dos días en terapia intensiva sin presentar un nuevo cuadro convulsivo y sin alteraciones bioquímicas, fue egresada del hospital de segundo nivel a su domicilio al tercer día.
Un segundo caso fue de una primigesta de 13 años trasladada al hospital en ambulancia local de protección civil, por presentar crisis convulsivas en su domicilio, hacía 30 minutos. El esposo informó embarazo de 41 semanas de gestación y nulo control prenatal.
Así mismo, encontraron a la paciente con pérdida del estado de alerta, presión arterial 160/110 mmHg y nuevo episodio convulsivo tónico-clónico generalizado en sala de urgencias del centro hospitalario, por lo que le administraron 2 g de sulfato de magnesio en bolo, con lo cual cedió la crisis. En consecuencia, iniciaron un esquema de impregnación, protección de vía aérea y antihipertensivo de rescate con hidralazina 10 miligramos (mg) dosis única. Después de la convulsión, registraron frecuencia cardiaca fetal de 80 latidos por minuto.
Después de estabilizar a la paciente, los especialistas registraron una nueva cifra de presión arterial de 120/80 mmHg y la pasaron a quirófano para la interrupción vía abdominal bajo anestesia general. Así obtuvieron un recién nacido del sexo femenino, de 3,550 g, 52 cm. Con cirugía sin complicaciones, con signos vitales estables y esquema neuroprotector de mantenimiento.
Fue referida a terapia intensiva en donde permaneció 2 días con evolución clínica favorable, no se documentaron alteraciones bioquímicas. Alta a domicilio 2 días después, por correcta estabilidad clínica, agregaron los especialistas.
Un tercer caso fue de una paciente de 36 años y un embarazo de 40.2 semanas de gestación, control prenatal irregular a razón de 2 consultas durante todo el embarazo, acudió por expulsión de tapón mucoso. A la exploración, presentó 8 cm de dilatación y actividad uterina regular por lo que permaneció a libre evolución del trabajo de parto. A su ingreso, registraron una presión arterial de 110/75 mmHg, resto de signos vitales estables, asintomática y resultados de laboratorio dentro de parámetros normales, 1 hora después presentó crisis convulsivas tónico-clónicas generalizadas, autolimitadas a 1 minuto con 30 segundos.
Razón por la cual, iniciaron sulfato de magnesio en impregnación, estabilizaron a la paciente y corroboraron dilatación y borramiento completos, presentación fetal en tercer plano de Hodge, en occipito anterior.
Por condiciones obstétricas, los especialistas decidieron la resolución del embarazo vía vaginal mediante parto instrumentado, aplicaron fórceps tractores sin complicaciones, obteniéndose un recién nacido del sexo femenino, de 2,870 g, 50 cm, Apgar de 8-9, Capurro de 40 semanas. Cuando la paciente se estabilizó, la enviaron a cuidados intensivos en segundo nivel, donde tuvo una estancia de 2 días y presentó una evolución adecuada, fue dada de alta a domicilio por mejoría clínica evidente.
En el lapso en que estos casos fueron documentados, los investigadores subrayaron que el hospital rural atendió 483 resoluciones del embarazo, por lo que estimaron una prevalencia de eclampsia de 1.24 %, similar a la documentada en México de 1.75%. Aunado a ello, no obtuvieron datos de comorbilidades asociadas y la mayoría debutó sin evidencia de preeclampsia previa ni signos premonitorios.
Fueron tratadas con neuroprotección a base de sulfato de magnesio, con base en los esquemas propuestos en guías y protocolos vigentes en nuestro país, iniciando por esquema de impregnación a 4 g dosis única, seguida del esquema de mantenimiento a dosis de 1 g/hora, además de interrupción oportuna del embarazo, medidas de soporte y manejo antihipertensivo, explicaron los especialistas.
Al mismo tiempo, señalaron que cinco de ellas fueron referidas a segundo nivel a cuidados intensivos y por cuestiones ajenas al personal médico, aunque una de las pacientes no pudo trasladarse; sin embargo, fue manejada de manera apropiada en primer nivel. Y, le dieron seguimiento a cada una para conocer la evolución clínica y estancia en terapia intensiva, así como el estado clínico al egreso hospitalario.
Así pues, los investigadores concluyeron que el síndrome preeclampsia-eclampsia es un problema que impacta no solo en la calidad de vida de las pacientes, sino también en las instituciones de salud, ya que representa un reto en cuanto a prevención, diagnóstico y manejo correcto para evitar desenlaces fatales.
En su reporte de casos, observaron que aún existen pacientes que no llevan de manera adecuada el control prenatal. La mayor parte de los casos fueron embarazadas provenientes del medio rural, el síndrome predominó en primigestas adolescentes y les llamó la atención que la mayoría cumplía una edad gestacional mayor a las 40 semanas.
Probablemente ya cursaban con la enfermedad y no fue detectada debido a un control prenatal irregular, de lo contrario la resolución del embarazo hubiese sido más temprano para evitar el deterioro, añadieron los investigadores.
Por otro lado, mencionaron que no descartan la probabilidad de que hayan debutado con eclampsia sin daño previo. Pero, de manera lamentable en las zonas rurales e indígenas de todo México, aún existen costumbres y creencias muy arraigadas en donde las pacientes omiten el control prenatal, además de habitar en lugares con difícil acceso a hospitales o clínicas.
Aquí radica la importancia de insistir en programas de prevención primaria accesibles a mujeres de estos lugares, en edad reproductiva y con riesgo de trastornos hipertensivos. Definitivamente hacen falta estudios de investigación correspondientes que nos permitan analizar a profundidad estos casos en lugares vulnerables del país, expusieron los especialistas.
No obstante, afirmaron que reportes y análisis como el suyo, pueden servir para centrar la atención en esas pacientes, sobre todo en primigestas y adolescentes, además de desarrollar alternativas de seguimiento cercano en pacientes a término y reforzar los programas de control prenatal.
*Investigadores y especialistas:
Alberto Arriaga Lópeza
Alfredo Álvarez Torresa
Saúl Meléndez Cruz
Mitzi Damaris Vera Sánchez
Arlene Berenice Quintero Gordillo
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