Vida digna de cafeticultores en declive por roya, calentamiento global y falta de apoyos
*En México, aproximadamente 95% de la producción del café se obtiene de la especie arábica, vulnerable a la roya, que ha provocado una reducción en la producción de más de 50% entre 2012 y 2016 (de 4.3 millones a 2.2 millones de sacos de 60 kilos).
Por Redacción Alma Martínez
Thomas Paul Henderson, Doctor en Estudios del Desarrollo perteneciente al Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), realizó un artículo denominado “La roya y el futuro del café en Chiapas”, publicado en 2019 por la Revista Mexicana de Sociología.
El artículo analizó las raíces políticas, económicas y socioecológicas de la roya del café que ha devastado el sector cafetalero en México desde 2012 y exploró la manera ha transformado la cafeticultura y a las comunidades cafetaleras.
El investigador entrevistó entre mayo y septiembre de 2017 a 30 cafeticultores de tres microrregiones: Playa Azul, San Isidro El Zapotal y San Antonio Buenavista. También entrevistó a dirigentes actuales y anteriores de las cooperativas de café orgánico La Unión de Ejidos de la Selva (UES) y Juan Sabines, además de funcionarios y trabajadores de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) y del Instituto del Café de Chiapas (Incafech).
La roya fue reportada formalmente por primera vez en 1869 en la isla de Ceilán, hoy Sri Lanka, donde acabó con el cultivo del café e impulsó la transición hacia la producción del té. Llegó al continente americano, a Brasil en 1970, y durante la siguiente década se extendió por Sudamérica y Centroamérica hasta llegar a México por Tapachula en 1981.
En México, durante las últimas tres décadas, se crearon las condiciones para un brote devastador del hongo que a la vez redujo la capacidad del sector cafetalero para enfrentarlo. De acuerdo con el investigador, la enfermedad causada por el hongo Hemileia vastatrix, atacó las hojas, las ramas y los frutos del café, en particular a las variedades de la especie Coffea arabica, y se considera el patógeno más destructivo y de mayor importancia económica para el sector a nivel mundial.
En la región del estudio, la devastación por la roya ha sido completa. Antes de su llegada en 2012, 29 de los 30 productores entrevistados trabajaban solo tres variedades de Coffea arabica susceptibles a la roya —typica, caturra y bourbon— y perdieron desde 90% hasta 100% de la producción ante el hongo.
El investigador señaló que, el comportamiento agresivo de la roya en los últimos años se debe principalmente a los cambios en las condiciones de precipitación y temperatura, que han extendido el rango del hongo de manera permanente de alturas bajas a zonas de mayor altitud.
Las alteraciones en los patrones meteorológicos tienden a aumentar la incidencia y la severidad de las plagas, así como la vulnerabilidad de los cultivos a enfermedades.
Sin embargo, el nivel de destrucción provocado por el patógeno no es simplemente una consecuencia inevitable del calentamiento global, también influye la liberalización económica y el retiro del Estado de su rol como motor del desarrollo económico derivó en una “crisis del café” que transformó las estrategias de reproducción social de los cafeticultores y con ello, la ecología de los cafetales.
En 1958 fue creado el Instituto Mexicano del Café (Inmecafé), durante su periodo los suelos paulatinamente se volvieron dependientes de insumos químicos. Con su abolición, los insumos ya no se entregaron a los productores, y con los precios del café tan bajos, ya no era económicamente factible o posible para la mayoría comprarlos en el mercado.
A raíz de la desaparición del Inmecafé dejaron de realizarse la fertilización, la renovación y el mantenimiento integral de los cafetales, ya que por medio de su sistema de semilleros viveros ofrecía a los productores variedades mejoradas, como bourbon y caturra, a precio de recuperación.
De acuerdo con el investigador, los arbustos del café pueden vivir hasta 100 años y son más productivos cuando tienen entre siete y 20 años. Sin embargo, según entrevistas con productores, representantes y técnicos de Sagarpa e Incafech, hoy en día la edad promedio de los cafetales en Chiapas es de 30 a 40 años. De ahí que la edad avanzada de las plantas y los bajos niveles de nutrición, ha incrementado el grado de vulnerabilidad de las plantaciones a enfermedades y constituido una debilidad adicional frente a la roya.
Los productores cafetaleros se vieron obligados a reconfigurar sus actividades, debido al retiro del apoyo estatal para la producción y la comercialización de sus productos. De manera que la roya ha provocado el abandono de la cafeticultura por muchos productores, y la migración forzada en busca de empleo en los mercados laborales cada vez más informales y peor pagados a nivel nacional e internacional.
Como consecuencia del hongo, ocho de los entrevistados reportaron que entre 2012 y 2017 por lo menos un integrante de la unidad había ido a trabajar a la Riviera Maya (en la construcción y servicios hoteleros), tres a la Ciudad de México (en la construcción y la seguridad privada), uno a Estados Unidos (jornalero agrícola), uno a Jalisco (jornalero agrícola), uno a Ciudad Juárez (en una fábrica de coches), y uno dentro del municipio de La Independencia (en la construcción).
El investigador explicó que para los productores el objetivo principal es recuperar la producción del café lo antes posible no solo por los ingresos monetarios que generan con la venta, sino también para reducir o eliminar su dependencia del trabajo asalariado.
Para ellos, la producción del café no solo genera ingresos, sino también forma un elemento fundamental de su estatus social, identidad y cultura colectiva. En contraste con el trabajo asalariado que se caracteriza por su falta de sentido y la pérdida de su libertad a un “patrón”.
Para tratar de recuperar este control y generar ingresos de nuevo a través de la producción del café, todos los entrevistados manifestaron estar sembrando nuevas variedades resistentes a la roya: Híbridos de Timor, como Catimores (las variedades Oro Azteca y Costa Rica 95) y Sarchimores. En consecuencia, la siembra de estas variedades resistentes está cambiando la práctica de la cafeticultura, impulsando una transición del cultivo extensivo a un manejo más intensivo.
El investigador concluyó que los productores de café buscan una vida digna del campo con ingresos provenientes de la producción agrícola, sin depender del mercado laboral ni de las condiciones que se asocian con el trabajo asalariado. Por ello intentan adaptarse de manera permanente al cambio climático y a una enfermedad que ya no se puede erradicar, y lo hacen sembrando plantas resistentes que parecen ser la única opción en el largo plazo para poder seguir en la cafeticultura.
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