Peña y Velasco tomaron a poblaciones indígenas como ignorantes e impulsaron el consumo de alimentos procesados
*Las y los investigadores mencionaron que los programas alimentarios conllevaron un condicionamiento partidista que incidió en la distribución de alimentos y materias primas, lo cual a la vez impactó en los hábitos alimentarios de la población indígena.
Por Redacción Alma Martínez
Marina Alonso Bolaños, Rosalba Tadeo Castro y Javier Gutiérrez Sánchez, investigadoras e investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y Fermín Ledesma Domínguez, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), realizaron un estudio titulado “Etnografía de los procesos alimentarios y el poder en regiones indígenas de Chiapas”.
Dicho estudio es producto del proyecto de investigación “Diversidad cultural, discriminación y racismo en el México indígena” desarrollado entre 2015 y 2017. En el que involucran a las regiones: zoques de la depresión central y las estribaciones del volcán El Chichonal, tseltales y tsotsiles de Los Altos, ch’oles del norte y ch’oles, tzeltales, zoques de la Selva Lacandona, mames, mochós y cackchiqueles de la Sierra Madre.
Las y los investigadores destacaron que durante el sexenio de Enrique Peña Nieto se crearon políticas públicas alimentarias para las comunidades indígenas, que surgían desde ideas preconcebidas de lo que debía ser y hacer la población indígena.
Partían de que las poblaciones indígenas eran ignorantes, antihigiénicas y que su alimentación diaria estaba desbalanceada. Estamos ante la configuración de una identidad estigmatizada que históricamente ha ubicado a los indígenas en una posición subordinada, a la cual se suma una condición de vulnerabilidad debido a la pobreza y marginación, señalaron las y los investigadores.
Además, indicaron que estas políticas alimentarias como “la Cruzada Nacional contra el hambre” y “Canasta alimentaria del corazón” desarrolladas durante el sexenio 2012-2018 por el gobierno estatal y federal respectivamente, restringían a la población indígena de consumir sus propios productos e impulsaron el consumo de alimentos procesados por las agroindustrias (paquetes de huevo, carne y leche deshidratados, entre muchos más).
Las y los investigadores explicaron que estas políticas se convirtieron en regímenes alimentarios, pues se distribuyeron dietas y se hicieron distinciones entre clases sociales, siendo que la población indígena reaccionó de distintas maneras a ello, algunas las adoptaron y otras las rechazaron.
Siendo algunos ejidos de Ocosingo, en la zona selvática, los que rechazaron la leche Diconsa porque la creyeran “alimento de la ciudad” o porque “hacía mal a los niños”. También el caso de grupos tsotsiles que vendieron a consumidores urbanos los productos enlatados a bajos precios.
Durante la Colonia, las diferencias entre el trigo y el maíz terminaron por expresarse en las distinciones étnicas y sociales que separaban a los conquistados de los conquistadores. El trigo pasó a ser un objeto de consumo para la clase criolla y española, mientras que el maíz en forma de tortilla se restringió a los indígenas más pobres”, expresaron las y los investigadores.
De acuerdo con ellas y ellos, el cambio en los patrones de alimentación de la población indígena se dio cuando sustituyeron la manteca de cerdo por el aceite y la leña por la energía eléctrica y el uso de microondas, mismos que fueron promovidos por los gobiernos.
Concluyeron en que las políticas públicas alimentarias se orientaron en llevar alimentos por cantidad y no por calidad, además de que se dieron en dos escalas: en la primera, decidieron qué comer y quién lo debía comer y en la segunda, una vez que los programas llegaron a las comunidades, los grupos de poder local impusieron criterios en los modos de distribuir y preparar la comida.
No comments yet.