Hogares no tradicionales suelen generan mayor probabilidad de violencia contra los niños, niñas y adolescentes en Chiapas
*En el contexto del hogar ocurren varias formas de violencia hacia los niños, niñas y adolescentes, como el maltrato físico, abuso sexual y testimonio de la violencia contra la madre. A pesar de las profundas consecuencias que éstas tienen en el curso de la vida, la violencia en el hogar hacia los menores tiende a ser subestimada, ha sido opacada por el estudio sobre la violencia en la pareja, dejando a un lado las experiencias particulares de los hijos e hijas.
Austreberta Nazar y Benito Salvatierra, Investigadores de El Colegio de la Frontera Sur; Stefanie Salazar, Becaria posdoctoral del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) adscrita a El Colegio de la Frontera Sur; y Rubén Solís, Asistente de investigación de El Colegio de la Frontera Sur, realizaron una investigación, analizaron la relación entre la estructura familiar y la violencia física contra adolescentes y contra la madre.
Los investigadores comparten que, los estudios sobre el maltrato contra los menores en el hogar se han realizado a partir de dos enfoques. El primero, relativo a la violencia de género, en donde se asume que la violencia contra los hijos es una extensión de la violencia hacia las mujeres adultas, por lo que los niños, niñas y adolescentes son considerados víctimas secundarias.
Respecto al segundo enfoque, el maltrato contra los hijos se asocia con la vulnerabilidad, la cual permite su abandono, que sean violentados de manera física y abusados de forma sexual, entre otras experiencias dañinas. La condición de vulnerabilidad soporta la debilidad física y la dependencia, les impide afrontar la mayor fuerza y poder de los adultos que abusan de ellos, la posición de contacto involuntario con sus maltratadores familiares sin tener opciones de alejarse de ellos.
Además, mencionaron que, los enfoques no son excluyentes y hacen visible la complejidad del problema de la violencia en la familia, en la que influyen factores, como la edad y el sexo de los hijos, las características de los padres, la estructura familiar, el contexto social en relación con ámbitos culturales y creencias, incluyendo la desigualdad socioeconómica y de género.
Nazar, Salvatierra, Salazar y Solís, encontraron que, hay mayores casos documentados, donde la violencia física contra niños, niñas y adolescentes (NNA) ocurre con mayor frecuencia en los hogares que se encuentran por debajo de la línea de pobreza.
A su vez, los estudios que comparan familias con padres biológicos y familias con padrastros reportan que, existe mayor probabilidad de violencia hacia los menores que viven con un padrastro, incluye maltrato físico, abuso sexual y testimonio de violencia contra la madre.
Por otro lado, los hogares no tradicionales suelen enfrentar condiciones que propician mayor probabilidad de violencia contra los NNA; entre ellas, mayor privación económica, cambios frecuentes de residencia, estrés crónico asociado al empleo y discriminación, y mayor frecuencia de conflictos entre los padres.
Los conflictos maritales en específico han sido documentados como un factor que incrementa la probabilidad de maltrato físico hacia los NNA, así como hacia la madre y éstos se presentan con mayor intensidad y frecuencia en hogares monoparentales post separación.
Los investigadores realizaron encuestas a 6 532 estudiantes mestizos, entre los 11 y 19 años, de nivel secundaria en planteles públicos y privados, de ambos turnos, en las ciudades más pobladas e importantes en dos rubros, el económico y político, que son San Cristóbal de Las Casas, Tapachula y Tuxtla Gutiérrez.
Por lo anterior, los resultados les permitieron encontrar que, del total de adolescentes entrevistados, el 54.4% de los hombres y el 54.3% de las mujeres conviven con ambos padres y hermanos, correspondiendo a una familia biparental. Los adolescentes que, además de vivir con ambos padres, conviven con otros familiares, fueron cada uno de 20.0% y 16.7 %.
Además, la proporción de hogares en los que la madre está ausente es baja del 5.8 % para varones y mujeres, la presencia de madrastra fue de sólo 1.7 %. Destaca que los hogares en los que sólo conviven el padre y los hijos fueron de 2.8 %.
La frecuencia de hogares en los que el padre está ausente fue de 19.2 % para los varones y 23.5 % para las mujeres; la presencia de padrastro fue reportada por 9.3 por ciento de los adolescentes. También registraron que 6.1 por ciento de los adolescentes viven en hogares sin ambos padres.
Asimismo, del total de estudiantes que respondieron la encuesta, el reporte de golpes de los padres a hijos sin el testimonio de violencia física contra la madre fue de 32.4 %. La prevalencia de golpes contra los adolescentes apoya la explicación de la violencia física resultante de la vulnerabilidad infantil, como una de las manifestaciones severas de castigo físico de carácter disciplinario, sin diferencias entre hombres y mujeres.
En cambio, en el testimonio de violencia física contra la madre y los golpes para adolescentes, encontraron que fue mucho mayor en las mujeres que en los hombres, con 5.2 % y 3.6 % cada uno; esto apunta a la explicación de la violencia por razones de género y de la mayor probabilidad, respecto de los varones adolescentes, de que las adolescentes también sean víctimas cuando en el hogar ocurre la violencia física contra la madre.
En el rubro de hogares sin madre, los investigadores encontraron que corresponden al 5.8 % de los hogares. La violencia física contra los hijos fue de 23.5 por ciento, de las hijas correspondió al 31.0 %, el testimonio de golpes contra la madre tuvo un 17.4 % y en donde se presentan golpes a la madre y a ellos del 9.8 por ciento.
Nazar, Salvatierra, Salazar y Solís, añadieron que, los hogares en los que la madre está ausente y el padre sólo convive con los hijos, corresponden al 1.7 % de los hogares de varones y al 1.1 % de los hogares de las mujeres. En estos hogares, la prevalencia de golpes contra los adolescentes fue de 47.7 %; en la que incluye a la madre e hijos fue de 18.6 por ciento.
Por otra parte, la convivencia con una madrastra reportó un 1.7 % del total de hogares. La presencia de esta, en especial cuando conviven con otros familiares, registra una prevalencia muy elevada de golpes contra los hombres adolescentes de 33.3 %, y aún más alta cuando se trata de las adolescentes con 57.1 por ciento.
Para el caso de los hogares con ausencia de los padres correspondió al 42.4 % del total de hogares. La prevalencia de violencia física contra los hijos fue de 19.6 % y contra las hijas del 20.0 %, siendo esta más elevada según la estructura familiar, sólo debajo de los hogares en los que la madre está ausente.
A su vez, añaden que, este tipo de hogares, el testimonio de violencia contra la madre fue de 23.2 por ciento, a la vez donde existía violencia física tanto en hijos como a la madre es de 9.8 %, haciendo evidente, la mayor prevalencia de violencia física está presente en las adolescentes.
Por ello, los hogares con padre ausente, pero con un padrastro, corresponden al 14.8 por ciento; la convivencia de la madre, los hijos y un padrastro, pero sin otros familiares fue de 6.1 por ciento. En este tipo de hogares, la prevalencia de golpes contra las hijas alcanzó el 30.7 % y en los varones el 25.3 %; es decir, afecta a una de cada tres hijas y a uno de cada cuatro hijos adolescentes.
Con base en el caso de violencia contra la madre y contra los hijos fue de 9.9 por ciento. El testimonio de violencia contra la madre fue de 20.5 % en las mujeres y 15.7 % en los varones adolescentes, tratándose de hogares en los que, de acuerdo con el testimonio de los hijos, al menos una de cada cinco madres ha sido golpeada.
Los investigadores encontraron que, en los hogares biparentales corresponden al 74.4 % de los hogares de los hombres y al 71.0 % de las mujeres. La prevalencia de violencia contra la madre o la madre e hijos es más baja que en los hogares donde los adolescentes conviven con sólo uno de sus padres biológicos.
También, del total de los adolescentes que reportaron no vivir con ninguno de los padres, padrastro o madrastra. La prevalencia de golpes contra ellos, el testimonio de golpes contra la madre fue de 37.2 por ciento y la de madres e hijos con 11.1% siendo más elevada que en los hogares biparentales, pero menor que en los hogares monoparentales o en los que conviven con un padrastro o una madrastra.
Nazar, Salvatierra, Salazar y Solís, mencionaron que, existe un mayor riesgo de victimización en los hogares que afrontan privación económica, en especial los monoparentales. En este tipo de hogares se ha reportado una mayor exposición al estrés crónico, mayor prevalencia de depresión clínica entre los niños, niñas y jóvenes debido a inestabilidad en el empleo e incluso a la discriminación.
Por último, de los 6 532 estudiantes, sólo el 16.8 % asistía a una escuela privada. El análisis de la relación entre el tipo de escuela y la probabilidad de ocurrencia de violencia, pudieron ver que, en los hogares en los que sólo se reportó violencia física contra los adolescentes, la diferencia de prevalencia de golpes no fue significativa entre quienes asisten a escuelas privadas y los estudiantes de escuelas públicas, con cifras similares en hombres y mujeres.
Es de importancia destacar que, en estos tiempos de confinamiento debido a la pandemia, la organización Melel Xojobal manifestó su preocupación por el alza en violencia perpetrada contra niños y adolescentes, han registrado hasta un incremento de 65 por ciento de atenciones en San Cristóbal de las Casas.
Además, de acuerdo con el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES), la violencia hacia las mujeres constituye una de las pandemias más extendidas en todo el mundo, por lo que, desde el inicio de la cuarentena, se registró un aumento de 53% en las llamadas a emergencias por incidentes de violencia contra las mujeres.
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