La subordinación de género en las prácticas agrícolas de Las Margaritas
Las actividades productivas que llevan a cabo las mujeres en la comunidad, no las cataloga como trabajadoras y sólo representan el 5% de la población activa (económica) de la localidad.
Arli Juárez Paulín, Esperanza Tuñón Pablos y Ailsa Winton del Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) realizaron en 2017, una investigación en la localidad “Ojo de Agua” del municipio de Las Margaritas, con el objetivo de visibilizar las relaciones de género en el desarrollo del proyecto MIAF (Milpa Intercalada con Árboles Frutales).
Juárez Paulín, Tuñón Pablos y Winton resaltan en la investigación, aquellas nociones socio-espaciales de género que tienen lugar en la comunidad y que han propiciado que las mujeres mantengan su participación y estén fortaleciendo sus vínculos emocionales y simbólicos con la milpa.
También, demostraron que al interior de la localidad, de sus hogares y de la propia experiencia productiva, las mujeres enfrentan subordinaciones de género, mismas que no sólo se ven inmersas en la práctica del proyecto MIAF sino que se explica por la dinámica social comunitaria que hace que las familias prioricen que los hijos varones vayan a la escuela y las niñas se incorporen a las actividades del trabajo familiar en la casa y parcela:
“Yo de mi parte que se vaya, que siga estudiando, es hombre, si no, no va a encontrar trabajo más que de chalán… a veces mi hija también lo piensa, me dice: ‘mami, ¿será que voy a seguir estudiando?’, pero yo le digo que ya no, que ella me va a ayudar aquí en la casa” expresó Inés, madre de familia y socia del proyecto.
Otros ejemplos de subordinación, fueron expuestas en dibujos realizados por algunos infantes.
Cabe señalar, el MIAF es un sistema agroforestal de cultivo intercalado y constituido por tres especies: árboles frutales (epicultivo), maíz (mesocultivo) y frijol u otra especie comestible (sotocultivo) en intensa interacción agronómica; en 2013, este proyecto comenzó a instaurarse en la localidad de Ojo de agua.
En la investigación, Juárez Paulín, Tuñón Pablos y Winton señalan que como iniciativa productiva, el MIAF ha tenido impacto en las condiciones de género de las mujeres en dos sentidos: como agente transformador y como elemento que reproduce la subordinación.
Por ello, visibilizaron que las relaciones patriarcales atraviesan no sólo el trabajo, los ingresos y la toma decisiones, sino también los tiempos, las trayectorias y los lugares de las mujeres, lo que condiciona y obstaculiza sus formas de intervención.
Además, afirman que si bien los proyectos productivos pueden generar procesos de agencia al modificar las relaciones socio-espaciales de género, sus aportes seguirán marcándose como insuficientes en la medida de que no reconozcan en su diseño y ejecución que las mujeres, inmersas en diversidad de situaciones y contextos rurales, enfrentan desigualdades estructurales que les impiden acceder a ciertos recursos y espacios.
Por otra parte, añaden que, mientras este hecho no se cuestione en la práctica, las dinámicas productivas justificarán y reproducirán las subordinaciones que supuestamente intentan contrarrestar.
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