¿Un pato? ¿una garza? ¡un Cormorán!
Por Daniel Pineda Vera
El día de ayer (12 de enero de 2020), un domingo bastante concurrido en el Parque Ecológico y Recreativo «Joyyo Mayu», más de una persona curiosa habrá notado que en el lago de este emblemático parque tuxtleco, yacía un ave de color casi negro, cuello largo, patas cortas y plumaje un poco desgarbado. ¿Un pato, o una garza? ¡Ni uno ni lo otro! En realidad, se trata de un Cormorán (Phalacrocorax brasilianus), un ave acuática pariente de los pájaros bobos y las fragatas. Los cormoranes, si bien no tienen mucho colorido, sí se caracterizan por tener unos hermosísimos ojos de color azul verdoso.
A diferencia de los patos, que tienen el pico aplanado y en forma de cuchara o espátula, los Cormoranes tienen el pico alargado, delgado, con bordes filosos y terminado en un ganchito, este pico es idóneo para capturar a los escurridizos peces de los que se alimenta; a propósito de ello, es notable la técnica de caza de los cormoranes, puesto que suelen sumergirse y nadar con gran agilidad para capturar a sus presas.
Otra diferencia apenas notable pero muy importante, en comparación con los patos, es que éstos últimos, como casi todas las aves, cuentan con una glándula en la parte baja de su espalda (es decir, en la rabadilla), esta glándula produce un aceite, el cual protege e impermeabiliza las plumas de las aves; es por ello que a casi cualquier ave, podremos verla acicalándose con la cabeza y el pico, esparciendo el aceitillo por todo su cuerpo. Los patos, tienen esta glándula muy bien desarrollada, y por eso es muy conocido de ellos que al sumergirse y luego salir a tierra, se ven prácticamente secos, porque el aceite ha protegido sus plumas de empaparse… Esto no sucede con los cormoranes, pues parecen de dicha glándula, y por ello, sus plumas se vuelven pesadas al mojarse, y les dificultan el vuelo. Debido a esto, es frecuente ver a los cormoranes asoleándose con las alas extendidas recién salen del agua, para secarse. Además, el color oscuro de su plumaje, le ayuda a acelerar el secado, de manera similar a lo que pasa cuando caminamos por el sol con ropa negra.
Esta especie fue descrita por el médico alemán Johann Friedrich Gmelin, en 1789; este médico fue colega del famosísimo Carl von Linnaeus, el padre de la nomenclatura binomial que hasta la fecha se utiliza en las ciencias naturales. En aquel tiempo, el Cormorán fue bautizado con el nombre de «Procellaria brasiliana«, con el paso del tiempo y los avances en las ciencias naturales, hoy en día, se le conoce como «Phalacrocorax brasilianus«, este nombre proviene del griego «phalakros» = cabeza calva y «korax«= cuervo, y del latín «brasilianus«, que alude al sitio en que se descubrieron y colectaron los ejemplares con los que se hizo su descripción científica. Traducido al español, su nombre científico actual podría interpretarse como «cuervo de cabeza calva de Brasil».
En Chiapas, los cormoranes habitan casi todos los ríos, esteros, manglares y lagos o represas, y generalmente andan en grupos grandes, combinados con otras aves acuáticas, como garzas, pelícanos, espátulas y patos. En el parque Joyyo Mayu, estas aves son visitantes usualmente efímeros, puesto que, aunque el parque les ofrece abundante alimento y nula competencia (no hay muchos aves que pesquen en el lago del parque), la actividad humana, nuestra ignorancia, nuestra ausencia de respeto por la vida silvestre y la carencia de empatía, hace que estas aves, aunque tengan el buen deseo de permanecer en nuestro parque, terminan huyendo en cuestión de días.
Finalmente, y retomando el punto anterior, invito a todos, desde el público hasta el personal del parque, en velar por el bienestar de la fauna silvestre del parque Joyyo Mayu, un parque que es particularmente rico en aves (hoy día he registrado un total de 107 especies de aves en ese parque, lo que representa casi el 15% de todas las especies de aves de Chiapas) y que merece ser apreciado, respetado y manejado como lo que es: Un refugio urbano de biodiversidad. Entonces, a todo el público, les invito no sólo a respetar (esto implica, entre otras cosas, NO lanzar cosas a los animales, NO perturbar sus actividades y los lugares en donde están, y NO intentar alimentarles ni capturarlos por ningún motivo), sino también, les invito a admirar, conocer, apreciar y compartir las maravillas naturales que ofrece este parque, son muchas, y aunque los mismos tuxtlecos no lo crean, bastará con abrir los ojos, «parar» las orejas, y ver el mundo con la inocente curiosidad de los niños, para descubrir la fascinante biodiversidad de nuestro parque, de nuestra ciudad.
Como bien decía Don Miguel Álvarez del Toro (palabras más, palabras menos): «La naturaleza es ese libro abierto para todas las personas que deseen escucharla, conocerla, comprenderla, estudiarla y protegerla». La naturaleza está en todos lados, sólo hay qué aprender a apreciarla.
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– Fotografías: © Daniel Pineda Vera.
– Fuentes Consultadas:
1.- Las Aves de Chiapas. Miguel Álvarez del Toro (1971, 1ª edición). Gobierno del Estado de Chiapas.
2.- Aves de las lagunas costeras de Oaxaca, México. Paul Germain & Mateo Ruiz Bruce (2016). Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO).
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