Plantas y Aves: un potencial poco explorado

Vista general de las hermosas e impresionantes espigas florales del Cepillo (Combretum fruticosum), en un terreno al sur de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. © Daniel Pineda Vera.

Por Daniel Pineda Vera

Comúnmente, las plantas son vistas como poco más que un elemento decorativo en nuestros espacios públicos y privados. A lo más, en el caso de árboles, se les concibe como buenos proveedores de sombra agradable y fresca, además de que capturan gases de efecto invernadero (derivados del carbono) presentes en el medio.

No obstante, la mayoría de plantas pequeñas, son utilizadas para embellecer nuestros jardines, banquetas, bulevares, y otros sitios, unas pocas desde luego, son mantenidas por nosotros debido a que proveen alimento, aroma y medicina casera; especies como la «hierbasanta», la «sábila», la siempre buscada «uña de gato», y otras, son frecuentes en la casa. Sin embargo, aquel o aquella ávida observadora de sus espacios frecuentes, notará que las plantas no están solas. Un jardín puede ser hogar de infinidad de insectos, uno que otro sapito, un puñado de curiosas lagartijitas y por supuesto, una buena cantidad de aves; de estas últimas, muchas llegan «sólo» por refugio, a veces por alimento, y en muchas ocasiones, este alimento puede ser otorgado por las frutas o incluso, por las numerosas florecillas que aparecen en casa a lo largo del año.

Para muchos, ver un colibrí en nuestra cotidianidad, es todo un espectáculo, ¿no sería asombroso poder verlos con frecuencia en casa? Y no sólo eso, en Tuxtla Gutiérrez por ejemplo, los Cenzontles, Chorchas o Bolseros, los Pájaros Carpinteros, los Chipes (diminutas aves de colores que nos visitan en invierno), los Mosqueritos, Bienteveos o Luises, y las coloridas Tángaras y Avisperos, son asiduos visitantes de las florecillas con abundante néctar que podríamos tener en casa. Así que, además del espectáculo que pueden ofrecernos las plantas y sus flores por sí mismas, a veces, pueden proveernos de hermosos espectáculos naturales extra, como la visita de estos coloridos y emplumados seres. Todo dependerá de que queramos dar un espacio a la naturaleza en nuestros hogares..

Otra planta que además de medicinal, atrae con suma frecuencia a los colibríes y mariposas, la Coralillo (Hamelia patens). © Daniel Pineda Vera

Particularmente, las florecillas de colores rojos, amarillos, anaranjados, y en menor medida, los diferentes tonos de rosas, violetas e incluso blancos, resultan especialmente atractivas a las aves, y no sólo eso, si las flores tienen formas acampanadas o tubulares (como trompetillas), serán un auténtico imán para las aves. De entre la diversa y rica flora chiapaneca, existen innumerables especies nativas que atraen a estos animales. Hace ya muchos años, en 1963, un naturalista entusiasta, el Dr. Miguel Álvarez del Toro, nos compartió el caso particular de una planta que cuando se encuentra en floración, es capaz de atraer a todas las aves de las cercanías: El Cepillo o Peineta (Combretum fruticosum), un hermoso bejuco que produce espigas horizontales de florecillas con estambres que van de tonos amarillo-verdosos (cuando tiernos) a anaranjados-rojizos (cuando maduros). Estas florecillas, si bien no cuentan con la forma tubular o acampanada de otras florecillas típicamente buscadas por las aves, sí posee una forma de copita, en la cual se produce una enorme cantidad de néctar o aguamiel, y desde luego, este el causante de tal abundancia de aves.

Es impresionante entonces, cómo en aquel pequeño Tuxtla de unas decenas de calles, Don Miguel nos cuenta que este hermoso bejuco, el Cepillo, atraía la nada pequeña cantidad de 69 especies de aves. ¿No sería maravilloso poder observar en casa aunque sea un par de docenas de estas especies? Aún hoy día, en algunos sitios de la ciudad, como el Parque Joyyo Mayu, nuestro Jardín Botánico, en los terrenos baldíos que colindan con los libramientos y a lo largo del río Sabinal, puede encontrarse esta maravillosa e interesante planta, misma que suele entrar en proceso de floración en los meses de diciembre hasta abril, al menos en Tuxtla. Hoy en día, sabemos que los mosqueritos, luises, bolseros o calandrias, colibríes y chipes, son los visitantes más frecuentes del Cepillo en Tuxtla Gutiérrez y sus alrededores.

Si usted, estimado lector, tiene interés en conocer el artículo escrito por Álvarez del Toro sobre el Cepillo y sus aves visitantes, le comparto a través del siguiente link, una versión digital del mismo, a la cual puede acceder libremente: https://drive.google.com/open?id=1HiLufVP91otxAVfllmPgiGy7Ska0bFDf

Otra planta que además de medicinal, atrae con suma frecuencia a los colibríes y mariposas, la Coralillo (Hamelia patens). © Daniel Pineda Vera

Desafortunadamente, este bejuco, así como otras especies de plantas nativas que fungen como verdaderos imanes para aves, no suelen encontrarse en los viveros (pues aún no han despertado el interés comercial de quienes las producen), pero bien vale la pena intentar su propagación, tanto por medio de semillas, como esquejes o «gajitos», técnicas en las que por cierto, nuestras madres y abuelas son muy diestras.

Otras plantas que según nuestras observaciones, tienen este maravilloso potencial, son las Afelandras o Crestas de Gallo (Aphelandra spp., de esta, existe una variante cultivada, de magníficas flores de rojo muy intenso, ocasionalmente disponible en los famosos viveros de Berriozábal), la Coralillo (Hamelia patens, esta a veces es mantenida por nuestras madres y abuelitas en las casas, por ser medicinal, tiene hermosas florecillas tubulares de tonos anaranjados a rojizos), las Durantas (Duranta erecta, una de las pocas que sí se encuentran siempre en los viveros, tiene una variante de flores violetas y otra de flores blancas), el Coyol de Obispo (Thevetia ahouai, frecuente en jardines de las casas), la hoy famosa Chinchemalinche (Caesalpinia pulcherrima, muy fácil de conseguir en los viveros municipales en sus variantes amarilla, anaranjada y rosada), y muchas especies más, pueden cumplir cabalmente con este propósito de embellecer con plumas, cantos y flores nuestros jardines públicos y privados. ¿Por qué no?

Colibrí (Archilochus colubris), visitando las Durantas (Duranta erecta), en la casa del autor. © Daniel Pineda Vera.

Es así, como podemos adoptar una visión diferente, integral sobre las plantas, nuestro entorno y cómo poder disfrutar y aprovechar aún más los sitios que tenemos en casa, en el trabajo, en los espacios públicos, dándole además un pequeño refugio, algo de alimento a cientos de animalillos y así contribuir a la permanencia de interacciones naturales que nuestra ajetrada vida cotidiana, necesidades e intereses han interrumpido y destruido a lo largo de nuestra existencia. La naturaleza, vuelve a casa… 

Ejemplo de visitantes florales en nuestra ciudad: Un colibrí (Archilochus colubris), libando el néctar de una buganvilia en casa del autor. © Daniel Pineda Vera.

– Fuentes Consultadas: 

1.- La Enredadera Cepillo: Fuente de atracción para las Aves.- Miguel Álvarez del Toro (1963) – Revista ICACH: Miscelánea Ornitológica. 

2.- Avian Pollination and Nectar Use in Combretum fruticosum (Loefl.).- Gryj, Martínez y  Baker (1990) – Biotropica. 

3.- La Vegetación de Chiapas.- Faustino Miranda (1952, 4ª edición) – Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas. 

4.- Visitantes florales del Cepillo (Combretum fruticosum (Loefl.) Stuntz: Combretaceae) en el ejido «Vicente Guerrero», San Fernando, Chiapas.- Méndez, Pineda, Moscoso y Gutiérrez (2019).- Instituto de Ciencias Biológicas, Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas.

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