Lagartijas Cubanas: Breve semblanza de una especie invasora
Por Daniel Pineda Vera
Corriendo ágilmente por el suelo, los muros, mallas o ramitas de nuestras plantas, el Abaniquillo Pardo o Anolis Café/Pardo (Norops sagrei), es una de las lagartijas diurnas comunes de los jardines y parques urbanos de Tuxtla Gutiérrez. Si bien puede pasar desapercibida por el vulgo, para los ecólogos (los estudiosos de las interacciones en la naturaleza, entre las especies y su medio, no los que siembran árboles anárquicamente) la presencia de este pequeño saurio, puede resultar preocupante, ya que se trata de una especie exótica invasora. Si bien, el autor no conoce estudio alguno que respalde la siguiente aseveración, puedo comentar que en donde esta lagartija se asienta, sus parientes chiapanecos, como el Abaniquillo Sedoso o Anolis Yanki (Norops unilobatus), son desplazados, razón por la cual las poblaciones de esta última especie han disminuido.
Esta es una lagartija pequeña, de poco más de 12 o 13 cm de longitud total, de cuerpo entre robusto y esbelto, dependiendo del ejemplar. El color es café grisáceo, con manchas y jaspes oscuros y claros, y, muchas veces, con una raya de color amarillento en el dorso, que comienza detrás de la cabeza y termina más o menos a la mitad de la cola. Como muchas otras especies del grupo de las Anolis, estos reptiles pueden cambiar de color, de tonos claros a oscuros; especialmente cuando toman el sol, estos lagartos pueden tornarse de un color muy oscuro, casi negro, con apenas unas manchitas blancas regadas por el cuerpo. Los ejemplares más grandes y viejos suelen presentar una pequeña cresta que recorre todo el dorso. Los machos poseen una papada de tamaño regular a grande, de color rojizo a anaranjado, pequeñas escamas amarillentas y con el borde exterior amarillento. Como todas las especies de Abaniquillos, estos lagartos poseen laminillas en cada uno de sus dedos, que les permiten adherirse a supercifies más o menos lisas, aunque no con la facilidad que tienen las Cuijas y Geckos, por ejemplo.
Originalmente esta lagartija habitaba Cuba y algunas otras islas de las Bahamas, en el Caribe, sin embargo, debido al flujo de barcos durante el tiempo del Virreinato, sus poblaciones se extendieron al continente americano, y hoy en día se le encuentra común o abundante en muchos sitios, especialmente aquellos en la costa del Golfo de México y la Península de Yucatán, aunque igualmente han penetrado al interior, encontrándose, en el caso de Chiapas, en Tuxtla Gutiérrez, por ejemplo. En estos casos, los Anolis Pardos suelen encontrarse casi siempre en sitios perturbados, en cercanía de la actividad y asentamientos humanos. Personalmente, las encuentro abundantes, o al menos muy comunes en patios con abundantes árboles y arbustos, ajenas a nuestra presencia, se la pasan correteando y cazando, y únicamente huyen si uno se aproxima mucho.
Son lagartijas insectívoras, diurnas y arborícolas. Son muy activas, comenzando sus actividades por la mañana, cuando el sol ya deja caer sus rayos con intensidad, y es cuando se les ve tomando el sol en ramas, rocas y muros o bardas, posteriormente, se ocupan defendiendo su territorio y cazando, siendo muy hábiles, pues pueden cazar insectos muy rápidos, como moscas y chapulines. Por lo general, un macho grande habita un árbol o una porción de barda, en conjunto con otros ejemplares, sobre todo hembras y juveniles; si algún otro macho o una posible amenaza se acerca, extienden su papada y mueven la cabeza de arriba a abajo, haciendo notar su presencia, si es un macho, y ambos se encuentran muy cerca, no dudarán en corretearse.
Este es un reptil ovíparo, que pone sus huevos después de las primeras lluvias y hasta cercano el invierno, escondiéndolos entre grietas, bajo rocas o entre la hojarasca, e incluso bajo macetas. Los huevos son colocados dispersos, cada uno oculto en un sitio, y abandonados por los padres.
Quizá no tenga otra amenaza esta lagartija más que alguna piedra que sea lanzada con la odiosa resortera o «tirador», pues, por lo general poca atención se le presta y pasa desapercibida por muchos, Cabe aclarar que es un reptil totalmente inofensivo, aunque claro, si se le molesta, puede morder.
– Fuentes Consultadas:
1.- A field guide to the Amphibians and Reptiles of the Maya World – Julian C. Lee (2000). Cornell University Press.
2.- Herpetofaunal List for Mesoamerica (22 agosto de 2019, última actualización) – En: http://www.
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