Los Anfibios de Tuxtla PT.II
Un paréntesis: Las Salamandras.
Por Daniel Pineda Vera
Ya hablamos de forma somera sobre los anfibios, algunas generalidades y sus números en el mundo, en México y en Chiapas. Como podrá advertir nuestro apreciado público en el subtítulo de ésta nota, la presente supone un pequeño paréntesis en el tema general de esta «mini-serie» sobre los Anfibios de Tuxtla, ya que, a consideración personal, me pareció sumamente importante dedicar al menos una nota a las Salamandras de Chiapas, que aunque no se encuentran de forma natural en Tuxtla Gutiérrez, sí las hay en municipios cercanos (San Fernando, Berriozábal, Ixtapa, Ocozocoautla, etc.), y quizás alguno de nuestros lectores haya tenido algún encuentro con estos interesantísimos animales -aunque la probabilidad de esto no es muy alta-, o haya escuchado hablar alguna vez de ellos.
Usualmente hemos visto en redes sociales a otros tipos de Caudados, como los Ajolotes (Ambystoma spp.), tritones o incluso a la Salamandra Común Europea (Salamandra salamandra) en algún documental o libro de Historia Natural. Animales con cierto aspecto de lagartija, pero con piel húmeda, lisa o cubierta con algunas verrugas o pliegues. Pueden o no tener ojos saltones, y generalmente, las especies más conocidas, están fuertemente ligadas al agua (y ninguna de ellas habita en Chiapas, por cierto). Las salamandras en Chiapas son un caso particular: Existen 25 especies (quizás en futuros próximos se descubran más, o en el realista panorama adverso, terminen por desaparecer) y todas ellas pertenecen a un mismo grupo, la familia Plethodontidae. ¿Qué tienen de especial las salamandras Pletodóntidas? Pues bien, resulta que todas las especies de éste grupo carecen de pulmones, su respiración es totalmente cutánea, es decir, a través de la piel. Esto trae consigo implicaciones ecológicas muy importantes, ya que este tipo de salamandras son sumamente sensibles, delicadas, a los cambios negativos en su entorno. Si existe contaminación (en el suelo, por agroquímicos; en el agua, con lluvia ácida por ejemplo; o en el aire, por gases nocivos), estos anfibios serán de los primeros animales en verse terriblemente afectados, pues los contaminantes entran por su piel, y los animales resultan intoxicados. Ni qué decir de cambios ambientales como la humedad en el aire o la temperatura, que también les afecta gravemente.
Siendo así, es fácil entender por qué en la actualidad las salamandras son animales rarísimos de encontrar. Con la destrucción de las selvas y bosques donde viven, la contaminación en todos los medios, la pérdida de humedad ambiental, el aumento paulatino de temperaturas, el abuso en la aplicación de agroquímicos, y finalmente, la terrible persecución de la que son víctimas gracias a numerosas creencias, leyendas y calumnias, ignorancia y miedo irracional, dejan un panorama brutalmente adverso para estos animales.
Estas salamandras de Chiapas, son animales pequeños, de entre 5 hasta 15 cm de longitud total, con ojos saltones, de pupila horizontal (como en muchas ranas), con dedos palmeados, cuerpo alargado, cola generalmente robusta, a veces algo corta, y unos curiosos «bigotitos» que tienen función sensorial. Sus colores suelen ser cafés, pardos, algo grisáceos, rojizos, con manchas o jaspes oscuros, rojos, anaranjados o amarillos. Algunas son realmente hermosas, como las especies Bolitoglossa lincolni (de Los Altos de Chiapas), la Bolitoglossa flaviventris (de la región Soconusco) o la rarísima Nyctanolis pernix (de las montañas húmedas cercanas a la Meseta Comiteca) que podría considerarse un alebrije viviente. En Chiapas, las salamandras están altamente ligadas a las selvas y bosques húmedos, tanto en tierras bajas (Soconusco, Pichucalco, Palenque, Selva Lacandona, etc.) como en tierras altas y montañosas (Sierra Madre, la extinta «Selva Negra», Los Altos de Chiapas, etc.), y por su delicadeza, siempre se encontrarán en sitios bien conservados o cuando menos, con una salud ambiental bastante buena, puesto que no toleran la perturbación y la contaminación.
Las salamandras chiapanecas pueden ser arborícolas (viviendo entre la vegetación, sobre troncos y epífitas), pueden ser terrestres (viviendo en grietas del suelo, entre cortezas, piedras o troncos podridos) o bien, pueden ser cavernícolas (también llamadas trogloditas, es decir, que viven en cuevas). Ninguna especie conocida depende directamente del agua, se podría decir incluso, que en toda su vida, jamás tocan una charca, un arroyo, una laguna. En el caso de nuestro estado, las salamandras alcanzan su mayor número de especies y abundancia, alrededor de los 1000 metros sobre el nivel del mar, en bosques y selvas húmedas, tanto de la Sierra Madre como de las Montañas del Norte y Montañas del Oriente de Chiapas.
¿Cómo ocurre su reproducción entonces? ¿No producen renacuajos como los demás anfibios? Bien, su reproducción (y muchos otros de sus hábitos) son aún algo desconocidos, pero sabemos que las Salamandras de Chiapas (y en general, del sur de México y Centroamérica) depositan huevos en sitios húmedos, dichos huevos carecen de cascarón, y a su debido tiempo, de ellos emergen diminutas salamandras que son idénticas a sus padres.
Respecto a su alimentación, he de comentar que son totalmente insectívoras. Devoran pequeños artrópodos que encuentran durante sus horas de actividad en la noche, y se ha observado que tienen especial predilección por las hormigas, las cuales cazan con ayuda de su potente lengua, que funciona de manera similar a la de una rana o camaleón cualquiera, ¡pero mucho más rápido!
¿Por qué hablar de las salamandras, si no existen en Tuxtla? Como escribí al inicio de ésta nota, es probable que algún lector se haya topado en algún momento con estos animalitos, ha escuchado hablar de ellos, o bien, simplemente por «cultura general», vale la pena dedicar algunos párrafos a estas bellezas animales incomprendidas, olvidadas y absurdamente temidas. Popularmente, a las salamandras en Chiapas se les conoce como «Niños» o «Salamanquesas» (seguramente existen otros nombres locales para ellas), aunque estos nombres también se aplican en algunas lagartijas irracionalmente temidas.
Estas salamandras causan un temor infundado en muchas personas, ya sean del campo o de zona urbana, y generalmente es debido a las falsas creencias que existen alrededor de ellas, o bien, debido al desconocimiento (y al pensamiento mexicano casi dogmático de que todo reptil o anfibio por fuerza es venenoso y debe ser asesinado de formas ridículamente exageradas y violentas). Se dice entonces, que estos animales causan pudrición o «queman la piel» si se les toca, o bien, simplemente se asume que son venenosos o «malos». Nunca se especifica cómo es que pudieran inocular veneno. Desde luego, todo esto no son más que fantasías, puesto que ninguna salamandra en todo México es peligrosa de alguna forma. Aquí comparto una imagen que pretende demostrar que estos animalitos son inofensivos.
Ya habiendo compartido un poco sobre las salamandras de Chiapas, en la siguiente nota, hablaremos sobre el grupo más diverso y mejor conocido: Los sapos y ranas.
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