¿Nativo, endémico, exótico? Pt. III
Lo que es y lo que no es en Chiapas – Tercera y última parte.
Por Daniel Pineda Vera de Pájaro Cantil
Para cerrar con esta pequeña serie sobre lo que es y lo que no es en Chiapas, hemos de tratar sobre un problema tan pero tan frecuente, y a la vez tan ignorado: Las Especies Exóticas Invasoras.
Una especie exótica invasora, es aquella que contiene las siguientes características:
1.- Se encuentra en un territorio al cual no pertenece naturalmente, es decir, no es nativa ni mucho menos, endémica de la zona en la cual hoy en día se encuentra.
2.- Ha llegado a estos nuevos territorios por manos humanas, ya sea por intereses económicos, ignorancia o burdo capricho.
3.- Se ha establecido y «naturalizado» en las nuevas zonas que ha invadido, generando un desequilibrio ecológico directo e indirecto, dañando a los ecosistemas nativos.
4.- Son causantes además, de la proliferación e invasión por parte de virus, bacterias, parásitos que ellos mismos transmiten y que generalmente afectan a flora o fauna nativa, pues no están estos últimos adaptados a tales antagonistas (¿recuerdan cuál fue una de las ventajas que los Españoles tuvieron contra las culturas Mesoamericanas a su llegada?).
5.- Y aunque no es una característica como tal, es muy frecuente que cuando una invasión es perceptible, generalmente ya es demasiado tarde, y la especie exótica invasora difícilmente podrá erradicarse y resarcir (pobremente) los daños ocasionados.
Pero, ¿qué hace de una especie exótica invasora, obtener esta «etiqueta»? Bien, generalmente, estas especies, además de ser solapadas por la irresponsabilidad, intereses económicos, ignorancia o burdo capricho humano; estos animales, plantas, hongos o microbios, suelen ser especies generalistas y fácilmente adaptables (plásticas), es decir, no son exigentes con su dieta, y pueden tolerar cambios en su entorno o bien, ajustarse a las condiciones de los nuevos territorios que invaden. Además, suelen tener una gran productividad de descendencia. Se reproducen rápido, a lo largo de casi todo el año y el éxito es grande.
Y bien, ¿qué especies exóticas invasoras tenemos en Chiapas? La verdad, vivimos rodeados de ellas. Las ratas, cuijas, gatos, perros, palomas comunes (las «del centro»), gorriones o «chinitas», los flamboyanes, el mango, el tamarindo, el café, la moringa, el neem, la jacaranda, el níspero, la mojarra tilapia, la carpa, el pez diablo, las benjaminas, una infinidad de palmeras (entre las que destaca la controversial y detestable Palma de Aceite), la verdad, la lista es larguísima, pues incluso tenemos entre estas especies «non gratas» a una orquídea terrestre y las abejas comunes que provienen de Europa y que hoy en día han recobrado tanta fama inmerecida.
La siguiente pregunta probablemente sería, ¿cómo afectan estas especies exóticas invasoras, a las nativas y endémicas? En algunos casos, la respuesta se encuentra hasta en nuestro propio jardín o parque próximo, pero nos hace falta ser observadores: ¿Alguien habrá ya notado que debajo de los flamboyanes, de los mangos, del neem y las benjaminas (por mencionar ejemplos conocidos) crezca algo además de ellos y su progenie? … Algún ávido observador habrá notado ya, que debajo de estos árboles no crece nada, ni el sempiterno «monte» (colección de hierbas y zacates oportunistas) y esto se debe a uno de los muy variados mecanismos de «ataque» de las plantas exóticas invasoras, un fenómeno conocido como «Alelopatía», el cual consiste en que, a través de sus raíces, las plantas liberan sustancias químicas (alcaloides, oxalatos, ácidos, etc.) que hacen que ninguna otra planta crezca en su cercanía, para poder acaparar todos los nutrientes y agua que requiere y poder desarrollarse de forma óptima, sacando ventaja de las especies nativas y endémicas. Desde luego, la alelopatía ocurre en muchísimas plantas, incluso nativas, no obstante, nuestra flora nativa evolucionó por millones de años desarrollando defensas y adaptaciones entre ellas, coexistiendo, mas no estaban preparadas para la invasión del extranjero y difícilmente se han adaptado a estos intrusos.
¿Quién no se ha quejado que su banqueta está cuarteada y levantada por las raíces de una Benjamina? ¿Quién no ha visto su cisterna destruida por las raíces de éstas plantas invasoras? Muchas veces, las especies exóticas invasoras son introducidas sin siquiera prever sus implicaciones a futuro, tales como las afectaciones económicas, en infraestructura, ecológicas (vaya, que estas son las que hasta hoy en día menos importan), médicas, y hasta culturales que puedan tener.
Parques como Caña Hueca (y el Parque de Oriente también), son el claro ejemplo de lo que sucede si reforestamos sin conciencia. En un espacio lleno de Mangos, Palmeras Africanas y Flamboyanes, las aves callan y la grava domina el suelo, en contraposición con su vecino, Joyyo Mayu, con más especies de árboles nativos, en donde la riqueza de aves por ejemplo, es increíble y llena de cantos y colores el lugar. Haga usted la prueba, visitando y comparando ambos parques, la diferencia, a pesar de su absurda cercanía, es abismal.
Por otro lado, mencionemos a la plaga detestable que ha sido solapada por la ceguera humana, por la ignorancia y la insulsa e irracional percepción estética y un sentimentalismo absurdo: Perros y gatos. Quizá la cruda aseveración anterior habrá sacado úlceras a más de uno, no obstante, nada más alejado de la realidad. Perros y gatos son especies exóticas en el continente americano. El perro llegó hace aproximadamente 12 mil años, junto con el humano, y el gato, buen tiempo después, durante la época de la Conquista de América. El gato, un animal al cual jamás se le suprimió el instinto cazador, hoy en día ha sido el causante de la extinción permanente de al menos 63 especies de aves alrededor del mundo, principalmente en islas. Pero no son sólo las aves, son también cientos de especies de anfibios, reptiles, mamíferos pequeños e insectos los que se ven acosados y sucumben día a día a causa de los gatos, tanto domésticos como ferales (feral: organismos domesticados que invaden áreas naturales y regresan a su estado salvaje, no reconociendo al humano como acompañante o dueño). El autor de éstas líneas ha sido (contra su voluntad) testigo del daño que un sólo gato doméstico, con dueños irresponsables puede causar en un pequeño jardín otrora rebosante de vida:
Aquel jardín en alguna casa al norte poniente de Tuxtla Gutiérrez, cubierto con algunos árboles, maceteras de variadas colecciones vegetales, un estanque con peces en el que cada verano sin falta hacía de centro de convenciones (o sala de citas, ¿por qué no?) de un puñado de sapos que hasta aquel tiempo se hacían más numerosos cada verano, un jardín en que no pocas plantas trepaban por el tronco del árbol principal, un jardín en que año con año, una pareja de Cenzontles de Agua o Primaveras (Turdus grayi) ocupaba una macetera colgante para criar dos o tres polluelos. Jardín que por el medio día dejaba ver las coloridas papadas de los Abaniquillos o Anolis anunciando su presencia, jardín que de vez en cuando recibía algún garrobo. Jardín que en un par de ocasiones recibió la visita de alguna culebra…
Toda esa vida ha cesado, se ha largado o sucumbido ante las fauces y garras de un invasor. Las lagartijas aparecían muertas, sin sus colas, el último nido de los Cenzontles fue asediado por el felino, mientras que los padres, en su alboroto, presenciaron cómo el gato acababa con la vida de los polluelos. No bastando, el gato en sus andanzas, derribó las plantas trepadoras que adornaban el árbol del jardín y finalmente, el jardín quedó mudo.
No es exageración ni mucho menos, pero al autor le dio una clara idea del destrozo que un sólo gato puede causar, ¿qué se puede esperar de las hordas de gatos (y sus irresponsables dueños) que sin control alguno vagan por la ciudad, o peor aún, en zonas rurales, campestres, parques, áreas naturales, selvas y bosques? Y los perros no se quedan atrás, en años recientes se ha evidenciado la presencia de jaurías de perros ferales en áreas naturales como el vecino Parque Nacional «Cañón del Sumidero», las cuales afectan a poblaciones de fauna como venados cola blanca (Odocoileus virginianus), tepezcuintles (Cuniculus paca), y degradan la vegetación en su constante paso por los terrenos; esta invasión es producto de la irresponsabilidad humana en Tuxtla Gutiérrez y los pequeños poblados al interior del Parque Nacional.
Además, existen nuevas invasiones que año con año se expanden, tal es el caso de la Cotorra Argentina o Perico Monje (Myiopsitta monachus), del cual se tuvo el primer registro hace aproximadamente 10 años (Cabrera-Baz, 2018, com. pers.) y que a la fecha se ha vuelto sumamente común en el área urbana de Tuxtla Gutiérrez, donde sus nidos son fácilmente encontrados pues se constituyen de enormes bóvedas en las palmeras (especialmente la Palma o Palo de Coco, Cocos nucifera) hechas con ramas que ellas mismas arrancan de los árboles circundantes. Su éxito se ha debido a su rápida reproducción y al éxito que les confiere el hacer nidos comunales, en donde siempre existe cuidado por parte de los adultos, y a sus nidadas, que pueden llegar a los 11 huevos por hembra, mismas que pueden reproducirse más de una vez al año. En contraste, las especies de Loros, Cotorras y Pericos nativos, difícilmente ponen más de cuatro huevos, suelen anidar en parejas, donde el nido puede quedar sin vigilancia de los padres en ciertos momentos del día, y a esto, debe sumársele que existe una enorme presión por parte de los depredadores, los saqueadores de nidos, y la destrucción del hábitat que sufren. Nuestros psitácidos nativos tienen las de perder, pero no son ellos los únicos afectados.
La Cotorra Argentina fácilmente compite con cualquier animal que se alimente de granos y frutas (silvestres y cultivadas), es potencial transmisora de bacterias, virus y parásitos diversos, y puede ser plaga de cultivos como el maíz, sorgo, girasoles, duraznos, peras y cítricos. Personalmente le he observado alimentándose de plantas nativas, como el Guaje (Leucaena leucocephala) y el Amate o Higo Silvestre (Ficus insipida), flora de gran importancia alimenticia para la fauna local. Además, se ha reportado que la Cotorra Argentina ha dañado instalaciones eléctricas e infraestructura con el fin de construir sus nidos. ¿Hay más razones para evitar su expansión?
Siendo las invasiones de éstas especies generadas por la irresponsabilidad y miopía humana, ¿no es acaso nuestro deber resarcir el daño? Ecológicamente -aunque a muchos animalistas les produzca bilis- lo correcto y urgente es erradicar estas plagas, no obstante, son necesarios estudios que permitan desarrollar estrategias efectivas para su exterminación, selectivas y que no dañen a nuestra riqueza biológica. Mientras tanto, no tenemos en general, idea siquiera del alcance y daños que estas invasiones tienen y han tenido desde su llegada hasta el presente, y tampoco imaginamos qué nos depara el futuro.
El primer paso es el análisis de nuestras acciones, asumir responsabilidades y generar conciencia, ¿seguiremos dañando nuestro patrimonio biocultura, seguiremos condenando nuestro bienestar*?
* Posicionamiento bastante egoísta por cierto.
Nota: Chiapas o bien, México tampoco es 100% inocente, vea estimado lector, películas o documentales ambientados en la India -por ejemplo-, no tardará en observar espacios invadidos por la famosa Flor de Mayo (Plumeria rubra), planta nativa del trópico mexicano y que fue llevada al continente asiático por su belleza y perfume. Mientras tanto, en Australia despotrican contra aquellos a quienes se les ocurrió trasladar un buen cargamento de sapos (Rhinella horribilis) para menguar las plagas de los cultivos, al final, el tiro les salió por la culata…
Para finalizar, no puedo pasar por alto compartirles el link de un excelente video de un colega mío, Alberto Lobato, loco por las aves, su ilustración, estudio y conservación, este video contiene información valiosa y bien argumentada sobre la problemática Gatos vs. Aves:
– FUENTES CONSULTADAS:
1.- Gómez de Silva, H., A. Oliveras de Ita y R. A. Medellín. 2005. Myiopsitta monachus. Vertebrados superiores exóticos en México: diversidad, distribución y efectos potenciales. Instituto de Ecología, Universidad Nacional Autónoma de México. Bases de datos SNIB-CONABIO. Proyecto U020. México. D.F.
2.- Miranda, F. (2015). La Vegetación de Chiapas. 4ª edición. Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas. México.
3.- The Plant List (2013). Version 1.1. Published on the Internet; http://www.
4.- Tropicos.org. Missouri Botanical Garden. 01 Jun 2019. < http://www.tropicos.org >
5.- Prensa CONACyT: Perros: amigos del hombre, enemigos en la conservación del Jaguar y el Puma – http://cienciamx.com/index.
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