La cosmovisión zoque
Por Oscar Toalá, integrante de Jatamatzá Club de Divulgación Científica
Los “espíritus de la montaña” habitan en los cerros, las cuevas y los arroyos. “Cada cerro tiene su dueño, quien generalmente vive adentro”. WONDERLY, 1946, p. 97
Las diversas ideas de la visión del mundo zoque manifiestan la huella de la adopción de nuevas culturas impuestas y traídas por los primeros frailes dominicos en el siglo XVI y por la modernización; En la cosmovisión zoque el simbolismo se articula a la dimensión mítica, al ámbito social y a la naturaleza; funciona como un puente que vincula el plano terrestre y el celeste.
La región de los zoques está ubicada en el extremo noroccidental del estado de Chiapas y zonas aledañas de los estados de Oaxaca y Tabasco. Su población está fraccionada por motivos religiosos en tres segmentos perfectamente diferenciados e identificados: los “costumbreros”, los católicos y los adventistas.
Los “costumbreros” celebran sus fiestas de manera tradicional, la ritualidad “costumbrera” está a cargo principalmente de ancianos, que desempeñan cargos religiosos instituidos por la Iglesia Católica desde la época colonial, la práctica de esta religiosidad obedece a que está sustentada en la cosmovisión y cultura general del grupo indígena. Los ancianos “costumbreros” algunas veces manejan las artes de la medicina y la magia, y son vistos como los herederos de las costumbres del grupo, especialmente en los ritos ceremoniales de fertilidad.
Muchas de las anécdotas que hoy se conocen fueron recabadas por historiadores directamente de los “informantes” (ancianos zoques denominados “costumbreros”), una anécdota es que “cinco ancianos zoques («de los que siguen la costumbre») explicaron ampliamente su concepción sobre la forma plana de la tierra». La «cabeza de la tierra” su superficie, llamada nasa kobak, está rodeada por el mar (muha´.no´); el «centro de la tierra” (subsuelo) recibe el nombre de nasa kukomo. Al cielo se le llama sapˀne; los puntos cardinales tienen designaciones especificase el oriente («saliente del sol») hamsore; el poniente (donde se pierde el sol) handoˀbo; el norte koyinasomo y el sur kusmunasomo. «Decían los antiguos» que en cada uno de los puntos cardinales «había un viejito desnudo». (imagen1)”
El Sol es considerado como el «mero padre» (hama). Desde «el saliente» (oriente) el sol recorre el cielo hasta llegar «donde habrá de perderse» (poniente); luego «dará la vuelta para regresar por dentro de la tierra», decían los viejitos; otros informantes señalaron que «pasa por debajo de la tierra». A partir de estas explicaciones resulta evidente la concepción geocéntrica que ellos tenían.
El término común para referirse al sol (hama) asociado al numeral correspondiente, marcaba el cómputo de los días. La cuenta se prolongaba hasta diez: tumhama («uno sol»), me¢ahama («dos sol»), tukahama («tres sol») mackuhama (cuatro sol»), mo¢ahama («cinco sol»), tu taihama («seis sol»), kuiahama («siete sol»), tukunutaihama («ocho sol»), ma tu taihama («nueve sol»), ma kahama («diez sol»). Esta numeración es muy poco conocida en nuestros días.
Los zaques llaman a la luna po.ya (término con el que designan a los meses), pero «con palabras de respeto» le nombran máma čwe o nana čwe («madre vieja»), exactamente igual que a la Virgen María. Esta idea de madre ancestral está presente también en la expresión tubia du máma («se oscurece la madre» o «la luna») que se utiliza para nombrar los eclipses lunares.
Las parteras oko, mujeres ancianas y viudas generalmente, consideran que el desarrollo del parto está directamente relacionado con la fase en que se encuentra la luna, al mismo tiempo que definía el sexo a partir de estas fases: La «luna recia» se asocia a lo masculino y la «luna tierna» a lo femenino.
Es evidente que las ideas anteriores expresan la conexión entre la vida (reproducción) y la muerte, estados que la luna, en su constante movimiento de nacer y perecer, simboliza. Existe una enorme cantidad de atributos referidos a la influencia que tiene la luna sobre los cultivos, y la crianza de animales. De igual manera se establece una relación entre las fases lunares y el clima: cuando hay luna llena «la lluvia se va», cuando la luna está tierna «trae agua».
Ma¢a o na.sa es el nombre de las estrellas; ¢unguma¢a el de venus. Los cometas (hokoma¢a = «estrella de humo») se identifican como augurios de muerte, enfermedades o del «fin del mundo». Existen un par de anécdotas como la de don Ruperto Mondragón (1974 «costumbrero» de Chapultenango) quien señala que «antes de que salga hokoma¢a se ve mucho fuego, suben fuegos porque está encendido el volcán». Una más de don Paulino Pérez (1974 “católico” de Ocotepec) quién explicó así su experiencia cuando apareció el cometa Halley en 1910: «Llegó el cometa, grande como luna; sacaba humo, tenía una cola de humo. Hubo mucha tos, enfermedad de estómago, por eso se acabó la gente. También vino el chapulín y se acabó el maíz».
Sobre las danzas zoques, se sabe que los más antiguos como el Jatajamaetzé baile del padre Sol, con probable herencia prehispánica, poseen simbolismos que festejan la llegada de las primeras lluvias y están ligadas a los rituales fertilidad para la madre tierra.
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