Represas de ferrocemento: la alternativa para enfrentar escasez de agua
Por Flor Hernández de CONACYT agencia informativa
En Chiapas, el 60% de la población no tiene acceso a agua potable y saneamiento y el 30% se encuentra en alto riesgo por padecimientos gastrointestinales por la calidad del agua. Por otro lado, el consumo de bebidas azucaradas se ha disparado, provocando mayores índices de obesidad y sobrepeso en la región, sobre todo entre la población infantil.
Uno de ellos es que aunque es de los estados con más disponibilidad de agua, su población, sobre todo la rural, es de las que más carece de este recurso en cantidad, calidad y accesibilidad. En los mejores casos, las familias sobreviven con un máximo de cien litros por día para realizar todas sus necesidades, esto es cada miembro cuenta con apenas 20 litros diarios. Para tomar un baño con cubeta se requiere de un mínimo de diez litros. Y esa agua es acarreada por las mujeres, lo cual no solamente aumenta su carga laboral, sino que incrementa sus padecimientos de dolores de espalda y piernas.
En el caso de Chiapas, destaca que 13.5 por ciento de las mujeres mueren en el hospital por infecciones intestinales y 15.3 por ciento debido a la desnutrición. Para las que son madres solas y jefas de hogar, ello implica una tensión económica fuera de lo normal, ya que los costos asociados con un caso de diarrea por parasitosis llegan a oscilar entre 900 y mil pesos por persona.
Represas, la opción
El director del Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional (CIIDIR) Unidad Oaxaca, del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Salvador Isidro Belmonte Jiménez, asegura que existen caminos para solventar los problemas de carencia de agua, basados principalmente en el manejo autosustentable y construcción de represas.
En entrevista, el miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) detalla que 80 por ciento del agua que suministra a la ciudad de Oaxaca y zona metropolitana proviene del subsuelo.
Durante 26 años, el doctor en ciencias de la Tierra ha desarrollado una herramienta computacional que permite simular el comportamiento del manto freático que se encuentra en los Valles de Etla, Tlacolula y Zimatlán-Zaachila, ubicados alrededor de la capital.
“A través de este instrumento conocemos cómo se mueve el agua en el subsuelo, cuáles son las direcciones preferenciales. Lo que permite que este instrumento sirva de administración y gestión”.
Y es que para sustraer de manera responsable el líquido, se requiere en primera instancia conocer y monitorear, entre otros factores, el nivel piezométrico, su variación que depende del cambio climático, la precipitación, la infiltración y el aumento demográfico.
Lo anterior, agrega, establece con precisión los lugares en los que es posible sustraer agua sin afectar los niveles, además de plantear medidas para recargar el manto freático de manera sustentable.
Añade que la herramienta desarrollada permite también hallar sitios idóneos para la instalación de represas en las partes altas y en un periodo de máximo tres años es viable recuperar el agua subterránea.
“Con el uso de la ciencia, la tecnología y el aprovechamiento adecuado de los recursos naturales de la región, es posible abatir la problemática que actualmente enfrenta la capital y sus municipios conurbados”, reitera.
Presas de ferrocemento
La alternativa sustentable para recargar el manto freático y abastecer de agua potable a poblaciones que únicamente en temporada de lluvia cuentan con el líquido, ha sido puesta en práctica en 17 comunidades de Oaxaca, a través de la construcción de represas y grandes tanques de agua a base de ferrocemento.
El encargado del Laboratorio de Construcción del CIIDIR, Margarito Ortiz Guzmán, precisa que desde 1993, el grupo de construcción de la institución, encabezado en su momento por el arquitecto Vicente Ruiz Santiago (†), puso en marcha el proyecto que utiliza tecnología caracterizada por desarrollar obras de manera rápida, fácil, económica y duradera.
“El ferrocemento es un entramado de mallas metálicas embebidas en un mortero hidráulico (agua combinada con cemento y arena), el cual puede reforzarse con barras metálicas (varillas corrugadas), construidas preferentemente en forma curva con espesores delgados de cinco a seis centímetros, mientras que sus refuerzos estructurales son cartabones (verticales) y tímpanos (horizontales)”, explica.
Agrega que cuando acuden a una comunidad para poner en marcha este tipo de trabajos, en un primer momento realizan estudios de campo para encontrar: un vaso de almacenamiento de agua y suelo firme. Ahí, refiere, apoyados por los pobladores llevan a cabo la edificación que permitirá solucionar la problemática.
En algunos lugares, principalmente de regiones áridas como la Mixteca, este tipo de obras ha garantizado cambios sustanciales, que impactan inclusive en la economía, puesto que los habitantes pueden recuperar su producción agrícola.
El experto resalta que la construcción de las represas implica necesariamente el estudio de suelos, así como diseño de mezclas, haciendo énfasis en la densidad de la arena y grava, para establecer su absorción, lo que garantiza que el agua no corroa el acero.
“Este tipo de tecnología cumple con diversos objetivos: retener el agua para su aprovechamiento, además de facilitar la filtración que alimenta el subsuelo y recuperar los mantos freáticos”.
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