«Bordar es la mejor herencia de mi madre»: Pilar de Belén, muxe zapoteca

«Bordar es la mejor herencia de mi madre»: Pilar de Belén, muxe zapoteca
Foto: Diana Manzo

*Esta nota fue realizada por Pie de Página, parte de la alianza de medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes leer la original.


En Santa Rosa de Lima, Oaxaca, es tradicional que las mujeres, hombres y muxes elaboren trajes típicos. El 90 por ciento de la comunidad lo hace, y personas de todas partes del mundo llegan a comprarlos o encargarlos

Texto y fotos: Diana Manzo / Agencia de Noticias IstmoPress

SANTA ROSA DE LIMA, OAXACA.-  Bordar trajes regionales que usan como identidad las mujeres del Istmo de Tehuantepec, que parecen jardines de flores tejidas con hilo de seda multicolor sobre telas de algodón asegura Pilar de Belén Morales, muxe zapoteca es la mejor herencia de su madre Cecilia Morales Reyes, artesana desde hace más de 4 décadas y originaria de la comunidad de Santa Rosa de Lima, Oaxaca.

Bordar es mi forma de vida, es levantarse y comenzar a tejer, a veces lo hacemos en la madrugada, pero le dedicamos entre 8 a 10 horas al día, y mi madre siempre está acompañándome. Es una mujer virtuosa y sabía, que además me respeta en mi sexualidad, por eso celebro esta herencia que me dejó”, dice.

 

Las muxes en el Istmo de Tehuantepec no se consideran ni hombres ni mujeres ni un tercer género, sino muxes y son integrantes de la diversidad sexual, y muchas ellas se dedican a elaborar prendas tradicionales como Pilar, además de otros oficios que resaltan en las tradicionales velas del mes de mayo.

Debajo de árboles frondosos de guie’ chachi y almendra al interior de su hogar, Pilar de 33 años de edad y su madre Cecilia de 53 años de edad acompañadas de su amiga Manuela Rueda, artistas textiles tejen sin parar durante varias horas.

Y es que bordar se trata de ir hilvanando los hilos de seda en aguja chica y delgada para rellenar cada una de las flores sobre la tela que fue montada en un bastidor de madera, mientras ellas están sentadas en butacas también de madera.

Un traje regional es identidad para las mujeres zapotecas, las usan en fiestas típicas, como las velas, pero también en cumpleaños. Existe la tradicion que una mujer usa un traje cuando cumple un año, a los 15 años, cuando se casa, cuando va a una vela y al fallecer, por eso es valioso el trabajo que Pili y su madre realizan.

En Santa Rosa de Lima, es tradicional que las mujeres, hombres y muxes elaboren trajes típicos, el 90 por ciento de la comunidad se dedica a esta actividad. A la localidad, llegan personas de todas partes del mundo para  comprar o encargar una prenda. Cada traje requiere de 3 a 5 meses de trabajo: Tejedores duran 8 horas al día y el precio depende del modelo: hay de 15 mil  20 mil  o hasta 30 mil pesos.

Pilar o Pili como le llaman de cariño aprendió observando los detalles, recuerda que veía a su mamá elaborar trajes de variados modelos y quería ser así, pero ella no le gustaba, solo le daba pedazos pequeños de hilo y finalmente aprendió y ahora es una de las mejores artesanas en su comunidad.

Yo empecé a bordar a los 11 años, veía a mi mamá y mi abuelo Blas Morales bordar, o bien corregir para que quedara bien, una tía me fue guiando y cuando ya pude hacer una hoja, que fue lo primero que bordé, le dije a mi mamá que quería ser como ella, y ahora juntas bordamos y ella me va guiando para cobrar, para las combinaciones y para que quede como una obra de arte”, cuenta.

Elaborar un traje típico tiene su arte, sobre todo las combinaciones de los colores, pero también en la elección de las flores, hay modelos antiguos que de nueva cuenta resurgen y así van modificándose con el tiempo, y que Pilar ha ido aprendiendo con la guía de su madre, que tiene más de 40 años siendo artesana.

Mi madre es una mujer bondadosa, alegre, regañona, y de ella es que he aprendido a bordar, sabe muy bien de las combinaciones, del costo por hacer cada una de las prendas, cada que llegan los clientes, es ella la que me va guiando, de sus hijos, soy la única que borda y verla hacer lo que le gusta, me pone muy feliz”.

El hogar de Pili es alegre, el tejer es una forma de vida y terapia, las risas son su mejor aliciente, todos los días entran y salen clientes, y es que a pesar de la pandemia, el terremoto e inundaciones que se han vivido en la zona, los trajes regionales siguen elaborándose, esta tradición sigue vive porque es identidad.

“La gente llega y encarga un año antes su traje. Y así vamos, bordando y entregando , y viene llegando más personas, es una forma de vida que tenemos y estamos agradecidas de tener este don”.

El reto es cumplir 8 horas o 10 bordando ,a veces lo hacen a muy temprana hora y otras veces en la madrugada, pero a las 2 de la tarde, Pili y su mamá se dan un espacio, levantan su bastidor de madera y disfrutan de fiestas, celebraciones y convivencias.

A las 2 de la tarde, Pili , su mamá y su amiga Manuela, ya terminaron, empujan el bastidor a la pared y se toman un descanso, unas veces se duermen en las hamacas y otras van a reuniones o fiestas, pero siempre juntas.

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