«Seres sobrenaturales», las auténticas fuerzas que luchan por el territorio zoque
*La lucha zoque contra la ronda petrolera 2.2 en Chiapas pone de relieve las disputas por la naturaleza y el uso de los bienes naturales como las fuerzas que definen el modo de comprender y habitar los territorios.
Desde la noción de ontología relacional, la movilización de los pueblos zoques del norte de Chiapas, pone en juego la producción de relatos de seres sobrenaturales indígenas y cristianos que luchan contra la ronda petrolera 2.2, así como otros proyectos extractivos, indicó Fermín Ledesma Domínguez, investigador del Centro de Lengua y Cultura Zoque, en su articulo “Disputas por la naturaleza y el territorio: una lectura desde la ontología relacional zoque”.
En junio de 2017, el gobierno mexicano a través de la Secretaría de Energía, pretendía ampliar la zona de extracción de gas y aceite hacia diez municipios zoques y tsotsiles del norte de Chiapas, bajo la llamada ronda petrolera 2.2. Sin embargo, la movilización de comunidades indígenas pertenecientes al Movimiento Indígena del Pueblo Creyente Zoque en Defensa de la Vida y el Territorio (ZODEVITE) logró suspender la licitación.
Dicho proyecto, buscaba extraer 239 millones de barriles de petróleo en la región sur de México. En el marco de la lucha del ZODEVITE, los pueblos de Chapultenango, Francisco León, Ixtacomitán y Tecpatán reactualizaron un conjunto de narrativas que revelaron formas propias de comprender la naturaleza. Mostraron cómo seres sobrenaturales impiden que los espacios simbólicos del territorio zoque sean profanados por la acción de proyectos extractivos, como la explotación petrolera.
Es así como las narrativas contrastan con la idea de progreso y desarrollo que el gobierno promueve desde una perspectiva tecnocientífica, en el norte del estado al ser visto como una región de gran potencial energético, hídrico y mineral.
En ese sentido, la lucha de los pueblos zoques contra la ronda petrolera 2.2 es singular, ya que pone de manifiesto en confrontación de tres perspectivas distintas sobre los modos de organizar el mundo y de relacionarse con la naturaleza.
La primera es la perspectiva indígena, que atribuye a los cerros y las montañas, características y comportamientos humanos como si se tratara de seres vivos, de tal suerte que los seres sobrenaturales son quienes ordenan defender el territorio.
La segunda es la cristiana, según la cual la tierra y naturaleza son objetos de dominación/colonización por mandato divino. Y, la tercera es la perspectiva tecnocientífica, que desacraliza la naturaleza para convertirla en recurso y mercancía, objeto de explotación y flujo de valor del proceso económico.
Proyectos extractivos en la zona
El territorio zoque es un espacio donde se ensamblan múltiples territorialidades y proyectos que permiten organizar, gestionar y estructurar la vida cotidiana, mencionó Ledesma Domínguez. En concreto, en la zona se despliegan cuatro matrices expoliadoras de la naturaleza bajo la lógica tecnocientífica.
La primera es la matriz energética, en la que se incluyen los proyectos hidroeléctricos como las presas Peñitas y Malpaso sobre el río Grijalva, en conjunto inundaron 30 mil hectáreas de tierras entre los años 1958 y 1987.
A esos, se suman los campos petroleros de Ostuacán, Juárez, Reforma, Sunuapa y Pichucalco, que además pretenden ampliar la zona de extracción sobre 100 mil hectáreas, y la planta geotérmica sobre el volcán Chichonal proyectada por la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para ocupar 15 mil hectáreas a partir de 2015.
A continuación, la matriz ambiental que bajo la invención de la “ecorregión zoque” busca integrar pequeños bosques y selvas al gran Corredor Biológico Mesoamericano. La tercera es la minera, habilitó antiguas zonas de yacimientos de oro, plata y cobre con la intervención de la empresa Minera Frisco en el llamado distrito minero Santa Fe-La Victoria sobre 27 mil hectáreas.
Y, la matriz agroindustrial, incluye la ganadería de ladera y el desarrollo del parque acuícola sobre la presa Malpaso, proyectos que usan de manera intensiva agua, tierra y mano de obra a costa de procesos de degradación del suelo e introducción de pastizales.
El conjunto de proyectos de carácter extractivo dinamiza y crea tensiones por el uso del territorio. Si antes la pesca artesanal en Tecpatán y Ostuacán era una actividad circunscrita al mercado, la llegada de la transnacional Acuagranjas en 2006, impuso límites a la explotación de tilapia en la presa Peñitas, lo que contribuyó a la desaparición de la pesca ribereña que llevaban a cabo las familias de la zona, detalló, Ledesma Domínguez.
Tan solo en Solosuchiapa, la Minera Frisco comenzó a limitar a los pobladores de El Beneficio, el acceso a los antiguos caminos saca cosechas, impidió la recolecta de leña en las tierras de la minera y su actividad llevó a la reducción de la cantidad de peces en el río La Sierra.
De manera general, el investigador enfatizo que por un lado, se observa la producción social de un territorio definido por el extractivismo interno, orientado a crear una región económica funcional por su contenido energético. Por otro, de una demarcación densificada por los zoques como lugar vivido, imaginado y percibido por las múltiples relaciones sociales entre actores humanos y no humanos.
Ontología zoque de la naturaleza
Para los zoques, el territorio es compartido con duendes, hombres salvajes y mujeres ancianas que se refugian en cuevas, montañas y lugares oníricos. Según sus relatos, los seres sobrenaturales se desplazan libremente en el territorio como los verdaderos dueños de los cerros y las montañas. Son poderosos porque anuncian catástrofes, vigilan los bosques y en algunas ocasiones regulan la sobreexplotación de los bienes naturales, presentándose en sueños a las personas” dijo el investigador.
Esta perspectiva, pone de manifiesto las formas propias de conceptualizar la naturaleza y relacionarse con el ambiente. Así Piogba Chuwe (vieja que quema) es la dueña de Piogba Cotzak (Volcán Chichonal) en Aj way (Chapultenango). Mientras que Munganan (hombre rayo) vigila el frío bosque de niebla del cerro del Calvario en Tapalapa.
En tanto que Tzama Pet (hombre de la montaña) camina de manera libre en las montañas de Kujya Tema (Francisco León) y Aj way. De todos los seres, Piogba Chuwe, la dueña del volcán, es la más poderosa no solo porque habita en Piogba Cotzak, sino porque su presencia y su actuar impidieron que los ingenieros de Petróleos Mexicanos (Pemex) perforaran las montañas del Chichonal en la década de 1970.
Así mismo, los dueños de los cerros habitan en cuevas, montañas, bosques de niebla y ríos, desde donde dialogan con los humanos, para dar abundancia de cosechas o riqueza material. Desde esta noción, los cerros y las cuevas tienen vida propia como espacios autogobernados donde se desarrolla un mundo paralelo similar al de la tierra.
Se mira como cerro, pero es una casa; allá hay vivientes, así como en la tierra; hay gobierno, presidente, ellos son los que ordenan a quiénes van a matar. Es como aquí, que hace fiesta el presidente, que se mata la vaca, igual es allá. Todos los animalitos son naguales: los pájaros, la mariposa, el pescado, el alacrán, la culebra. Mi suegra decía que era viento, F. Domínguez Gómez de Ixtacomitán.
Dicho esto, creen que los espíritus de las montañas se esconden en grandes pozas y cuevas. Cuando las personas entran creyendo que hay oro, son “encantadas” por los espíritus, esta hace un pacto en el que se compromete a otorgar algo a cambio de obtener dinero en este metal.
En Chapultenango, las montañas como Mag-Chucha, Toro Cotzak, Poquio Cotzak, Nenguen Tzá, Bovéda Cotzak y Tanki Cotzak, son lugares que tienen dueños y encantos porque ahí se almacenan riqueza y vida como si fueran bodegas. Los poseedores de cerros y montañas, inhiben la sobreexplotación de los bosques y selvas. Es decir, tienden a la regulación de los bienes comunes.
Por ello, si alguien pretende apropiarse de la montaña de Tapalapa, aparece Munganan, según cuenta don Celso Morales, campesino del lugar: “Hay lugares que tienen dueño, y cuando el dueño de la tierra o del lugar donde va a querer trabajar como que se enoja, no quiere que se trabajen ahí, entonces en el sueño le avisa que ahí en ese lugar no puede trabajar porque hay una persona que le corresponde ese lugar y no puede entrar ahí otra persona”.
La idea de que los cerros tienen dueño no implica un sentido de patrimonio o bien privado, sino una forma de protección para que el lugar permanezca intacto ante la presencia humana. Tocar un cerro es profanarlo, por tanto, Piogba Chuwe o Munganan saldrán a defender su territorio.
En ese sentido, los cerros y las montañas adquieren características humanas. Por ejemplo, tienen un nombre propio y cuentan con capacidad de dar, recibir e incluso negar o castigar. Así, Nasakobajk (madre tierra) es un ser vivo que siente, actúa, piensa y dialoga.
Desde la perspectiva zoque, los elementos de la naturaleza mantienen comunicación recíproca en tres dimensiones: con el ser humano, entre sí mismos y en forma onírica. Los cerros como Ipstejk o Piogba Cotzak, y las montañas donde se desplaza We y a We y á en Copainalá, tienen vida propia, por tanto, son seres a los que se les puede pedir o con quienes se puede hablar o mantener comunicación para hacer bien o mal.
La madre tierra te habla, si tú tienes esa facilidad, te dice ¿Qué quieres?, Qué puedes hacer, qué no puedes hacer. Nada más piensa y te va a dar una respuesta (…). Tú le propones algo a la madre tierra, y la madre tierra te contesta, pero si le hablas bien te contesta bien, pero si le hablas mal te contesta mal. En el tono que tú le hables vas a tener respuesta. Dijo T. Gómez Estrada de Chapultenango.
Por último, desde la perspectiva zoque, los seres sobrenaturales son las verdaderas fuerzas que luchan por el territorio, sobre todo a través del sueño, lo cual hace que en el plano material se eviten las confrontaciones físicas en los conflictos o la sobreexplotación de los recursos.
También significa la aparición de un sujeto político subalterno y antagónico que se apropia y adapta las buenas nuevas del evangelio verde de la encíclica Laudato si’ como el nuevo ethos ambiental de la Iglesia católica, concluyó el investigador.
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