Cargado de bebé a la cintura; una tradición que perdura en Chiapas
*Katia Alejandra Gónzalez, detalló que el cargado de bebé a la cintura es una tradición que ha quedado plasmada en las Estelas de los antiguos registros mayas, por lo que debe verse como parte del patrimonio cultural de la entidad.
La región de la zona de Los altos de Chiapas está conformada por 17 municipios, entre ellos San Juan Cancuc y Oxchuc, en donde, con apoyo de los bordados tradicionales de la zona, las mujeres indígenas comienzan la crianza de sus hijos frente a las actividades cotidianas que deben continuar realizando en sus comunidades.
Katia Alejandra González, mujer tuxtleca con raíces zoques, explica que es necesario visibilizar los diferentes tipos de cargadores tradicionales con los que se apoyan las mujeres para mantenerse al tanto de sus bebés a pesar de continuar dedicándose a la agricultura, a la crianza de sus animales o incluso, a tener que desplazarse a otros municipios en los que comercializan sus artesanías.
“Este proyecto nace desde la necesidad de visibilizar la diversidad de los cargadores que existen en Los Altos de Chiapas, para trascender la idea de que el bordado tradicional de México y, sobre todo, de la entidad, se limita únicamente a realizar piezas que sirven para complementar la vestimenta de los pueblos originarios” destaca González.
El Jitz’il, es la pieza tradicional de los pueblos tseltales, que, a diferencia del típico rebozo, está elaborado con fibras más gruesas, especialmente pensado en poder cargar y distribuir el peso de las y los niños, desde que nacen hasta cuando llegan a los 3 años de edad.
Si bien, también existen los Moxibales, que es como se nombra a las piezas textiles provenientes de otras partes del país, así como aquellos que son elaborados a través del proceso industrial y provienen de diversas partes del mundo como China o Arabia saudita, los Jitz’iles son elaborados de manera exclusiva por las mujeres que trabajan los dos tipos de telares; de cintura y de pie.
Las características de dicha prenda son sus medidas, ya que son más grandes que los típicos rebosos. Llegan a medir de hasta 70 centímetros de ancho con 2.30 metros de largo y dependiendo de la zona, así como de la moda local, los colores y bordados varían. En Oxchuc se caracterizan por tener rayas de diversos colores, mientras que en San Juan Cancuc por lo regular son colores planos, es tonalidades azules y verdes.
Para Katia, los cargadores tradicionales deben ser considerados como parte del patrimonio cultural de la entidad, puesto que en ellos se plasman las tradiciones y costumbres que son propias de las comunidades indígenas al momento de la crianza.
“Es importante visibilizar este corte originario y trascender la idea de que para el cargado tradicional existen una gran diversidad de cargadores que se especifican en las necesidades de las mujeres de las comunidades tseltales. A diferencia de los demás cargadores que puedan existir los Jítz’iles tienen sus raíces en la cultura maya, lo que puede verse en algunas Estelas. Hay inscripciones de mujeres que están cargando a sus bebés” añade González.
Con la introducción del telar de pedal, el Jitz’il comenzó a tener modificaciones pues, de acuerdo con la información de la experta, antes eran elaborados en dos piezas y unidos pos una costura intermedia, pero hoy en día ya es común que realicen de una sola, para una mayor comodidad de las mujeres a la hora de llevar a sus bebés.
Los materiales con los que suelen son hilos sintéticos, como el estambre y la mezcla del algodón con demás materiales, ya que así se garantiza que el resultado sea una prenda de bajo costo, pero con la resistencia necesaria para distribuir el peso del infante sin que dañe el cuerpo de la madre ni le provoque lesiones debido al encajamiento de la tela en la piel.
Estos cargadores comenzaron a tener fama por su costo, ya que en los mercados de San Cristóbal suelen encontrarse con un costo que oscila entre los 120 y 130 pesos, por lo que es bastante económico, además de que fue un medio que las mujeres que se veían obligadas a desplazarse por varios municipios de la región, pero necesitaban llevar a sus bebés con ellas.
“Muchas de estas piezas comenzaron a utilizarse en algunas tiendas o boutiques del centro de San Cristóbal de las Casas como parte de un accesorio complementario de la vestimenta, ya sea un chal una bufanda, por lo que ha perdido un poco su significado de cargador tradicional” señala Katia González.
Además, destaca que existe una lista de beneficios para la madre y el bebé entorno al cargado tradicional, que debe realizarse con las técnicas adecuadas para que sea ergonómico y contribuya al sano desarrollo del infante. Uno de estos beneficios es la liberación de oxitocina después del parto, lo que contribuye a disminuir el riesgo de padecer el síndrome de la depresión post-parto.
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