La frontera bajo la mirada de Ingrid Leyva, una artista transfronteriza
*Esta nota fue realizada por La Verdad, parte de la alianza de medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes leer la original.
Con sus retratos en Hogar, Sweet Hogar capta a la frontera como un hogar y una identidad; sus escenarios son los puentes internacionales, el bordo del río Bravo y las zonas centro de Ciudad Juárez y El Paso. En entrevista, Ingrid Leyva habla sobre su trabajo visual y su vida como fronteriza
POR VERÓNICA MARTÍNEZ / LA VERDAD
Ingrid Leyva es una fotógrafa y artista visual transfronteriza de Ciudad Juárez y El Paso cuyo trabajo ha explorado la frontera y la vida cotidiana en este espacio binacional. En colaboración con Azul Arena y el trabajo de curaduría de Christian Pardo Cárdenas, llega Hogar, Sweet Hogar.
Con su trabajo ha logrado retratar la frontera como un hogar y una identidad, cuyo espacio habitado por juarenses, paseños, fronterizos o transfronterizos llega a ser fraccionado por su misma condición de estar en el bordo.
Las fotografías y los videos de Leyva fueron realizadas geográficamente en la frontera, a la mitad de los puentes internacionales, el bordo del río Bravo o en las zonas centro de Juárez y El Paso.
Leyva describe al puente Paso del Norte como su estudio fotográfico.
También ilustran las vivencias cotidianas con la frontera de fondo. Este llega a ser un contexto social o un concepto de lo que es vivir al margen de dos países.
“La palabra hogar es algo que me confunde mucho como persona transfronteriza porque luego yo siento que mi hogar está en Juárez y también está en El Paso y también está en México”, dijo Leyva. “Es una palabra que me confunde, pero al mismo tiempo engloba una condición migrante que siempre va a estar ahí”.
En esta entrevista, Leyva habla de su trabajo visual y cómo a través de los años ha experimentado la frontera. También nos cuenta sobre Hogar, Sweet Hogar que actualmente se encuentra en exhibición en la Galería Azul Arena hasta el 19 de agosto.
Fotografía: Verónica Martínez / La Verdad
Fotografía: Verónica Martínez / La Verdad
¿Nos puedes contar un poco de tu trabajo y de qué forma te describirías como artista?
Ingrid Leyva (IL): Me describo como una artista visual transfronteriza. A veces me describo como fotógrafa porque la fotografía ha sido el medio principal al que toda mi familia se ha dedicado. Desde mis abuelos, la fotografía ha sido la profesión en mi familia, es algo que me apasiona y es parte de mis exploraciones. Uso también vídeo e instalación, por eso me identifico como artista visual transfronteriza. Yo crecí en Ciudad Juárez y llevo como 10 a 11 años viviendo en El Paso, por eso también reitero mi deseo de llamarme transfronteriza.
He tenido la ventaja de contar con una visa casi toda mi vida para ir y venir. Me acuerdo que cuando estaba chiquita mi mamá nos llevaba los fines de semana al Paso. Tú sabes que es una tradición para la gente que vivimos aquí. Vamos los fines de semana a algún evento cultural, vamos a comer o a comprar ropa o a visitar a nuestras familias y pues ir y venir para mí fue parte de mi vida. Con esta ventaja de tener el papel, crecí con eso como bien normalizado. Ya cuando viví en la Ciudad de México, como siete años, fue cuando me separé de la frontera. Cuando regresé mi familia estaba viviendo del otro lado.
Fue una decisión que se tomó en la época de la administración de (Felipe) Calderón. Fue una de esas familias que se fue para allá. Mis hermanas nacieron en Estados Unidos e hicieron que mi mamá se hiciera ciudadana. Entonces cuando regresé para reunirme con mi familia, porque tenía también el homesick, mi mamá ya estaba en El Paso. Siempre he tenido relación con esa ciudad, no hubo bronca, pero si fue muy fuerte el cambio. Ya estando allá, mi sentido de identidad se vio un poquito perdido.
Cuando regresé, mi herramienta principal era la cámara para cualquier cosa. Como no encontraba mi sentido de identidad empecé a tomar fotos de lo que sea que me llamara, que me hiciera, que me identificara —que me ayudara a identificarme. Así fue como empecé la serie de ‘Este no es un lugar, es un límite’ que son las fotos que están ahí en la galería Azul Arena. Todas esas fotos las hice como en este periodo y las sigo haciendo de repente. Ya fue cuando empecé a notar que estas cosas que yo viví cuando estaba chiquita tan normalizadas, pues no eran tan normales.
Fotografía: Verónica Martínez / La Verdad
Hogar, Sweet Hogar recopila algunas de tus series fotográficas y las coloca en esta exposición. Cuéntanos sobre el trabajo que hizo Christian como curadora y como fue colaborar para ver cómo todas estas piezas encajaban.
IL: Lo que estoy exponiendo son series fotográficas y videos. El video de “Sisters”, que son dos pantallas, te hablan de este concepto de sister cities. La que sale ahí conmigo peleándose es mi hermana de verdad que nació en los Estados Unidos. Entonces básicamente es un performance en donde mi hermana gringa y yo estamos peleándonos. Estamos negando nuestra hermandad y luego aceptándola y luego negándola. Son series fotográficas, son videos experimentales, collage e instalación.
El trabajo con Christian ha sido muy grato y maravilloso. Cuando Edgar (Picazo) me invitó a participar en la exposición yo sabía que como curaduría me gustaría que fuera alguien transfronteriza, que fuera finalmente artista y que fuera sensible a mi trabajo. Con Christian, cada vez que yo me la encontraba me decía algo de mi trabajo que yo no veía.
Para mí, darle la curaduría a ella fue confiarle mi trabajo en su totalidad. De hecho yo estaba en un momento en el que no podía cruzar durante el montaje. En realidad, no puse resistencia a sus ideas. Respeto mucho su sensibilidad y su inteligencia, entonces así fue nuestra colaboración.
Fotografías: Verónica Martínez / La Verdad
En la descripción de la exposición se menciona la palabra hogar y qué significa. “Evoca imágenes de confort, cariño y calidez”. Yo agregaría la palabra intimidad. ¿Puedes hablarme de cómo fue que buscaste evocar estos sentimientos hogareños en tu trabajo fotográfico?
IL: Para mí el hogar es la frontera. La frontera es el hogar. Más bien te quiero platicar del título de ‘Hogar, Sweet Hogar’. No fue que la serie las pensará yo con ese título, sino que es el último proyecto que estoy enseñando. Fue el proyecto que nos llevó al título de la exposición que además si engloba el hogar en sí mismo.
Si, hablemos del proceso de ‘Hogar, Sweet Hogar’ que viene siendo una pieza conformada por platos rotos.
IL: Yo estaba cruzando la frontera de Agua Prieta y Nogales en Arizona hace como cuatro meses con mi compañera. A mí me pasaron a la inspección secundaria. No sé por qué razón. No me dieron razón. Solamente me pasaron a la inspección secundaria.
Había ido en una aventura muy impulsiva con Larisa, mi compañera, quien además estudia los cruces y migraciones de las mujeres y familias, decidimos cruzar todas las fronteras. Cuando fuimos ahí no le dije a mi familia, no le dijimos a nadie, nomás nos lanzamos.
Luego me pasan la inspección secundaria, dije, ‘Fuck. Capaz de que me quitan mis papeles, entonces me va a cambiar toda mi vida. No tienen razón para hacerlo. ¿Por qué me hacen esto?’
Al final de cuentas es un espacio en donde te criminalizan, el famoso cuartito. Donde el abuso de poder es constante. Te tocan el cuerpo para ver si no traes droga, te sientan en sillas que tiene esposas colgando. Es un espacio terrible. Me tuvieron ahí como 20 minutos que se sintieron una eternidad. Cuando ya me dejaron ir yo me sentía asustada. Me sentía indignada. Me sentía enojada. Entonces mi compañera me dijo ‘¿No quieres ir a comprar unos platos y quebrarlos?’
Justo nos habíamos estacionado enfrente de un Dollar Tree, que es como Waldos. Entramos a la tienda y lo primero que vimos fueron unos platos que decían ‘Home Sweet Home’. Me pareció maravilloso, estimulante, increíble. Compramos dos y cada quien lo quebró a su manera.
Esa acción la pusimos ahí en la exposición. Se consiguieron muchos platos que tenían el mismo diseño. Entonces se nos ocurrió hacer una invitación a las personas que fueron a la exhibición y que tuvieran historias de cruces para que las grabaran. Después de que las hablarán o las sacarán de su cuerpo pudieran agarrar un plato y quebrarlo.
Digamos que esa pieza es una invitación a darle cauce a un sentimiento y al mismo tiempo a desahogarnos de algo que normalmente se queda un poquito después de que cruzas. Cruzas, te pasa una experiencia fea o tardas tres horas en la fila y pues se te va.
Para mí es una pieza muy importante porque es una pieza colaborativa. De hecho, todas mis piezas que están ahí son colaborativas, pero esa en especial está siendo construida por la gente que está dejando sus testimonios. A mí me gustaría que siguiera rondando.
La palabra hogar es algo que me confunde mucho como persona transfronteriza porque luego yo siento que mi hogar está en Juárez y también está en El Paso y también está en México. Es una palabra que me confunde, pero al mismo tiempo engloba una condición migrante que siempre va a estar ahí. No sé. No sé qué es mi hogar, pero al mismo tiempo está ahí.
‘Home Sweet Home’, a mí se me ocurrió, al principio, de título por los platos y porque pues era mi última pieza que estaba exhibiendo, pero luego estábamos pensando en el idioma mismo. Cada cosa está muy bien pensada o más bien la platicamos mucho entre Christian y yo. También Edgar participó en algunas decisiones con muy buenas ideas. Decidimos hacerlo así en Spanglish, por como hablamos a veces.
Justo te iba a pedir que habláramos de algunas de las piezas, entre esas la que me acabas de contar, pero también de la fotografía que se seleccionó para estar plasmada en formato grande. Cuéntanos del proceso de tomar esta foto y que pensaste cuando viste que se decidió exhibir de esta manera.
IL: A mí me encanta cómo se ve. La decisión la tomó Christian y como yo te dije, yo no puse resistencia a todo lo que decidió. Confío en ella totalmente. Esa foto la tomé en el puente de Santa Fe, en mi “estudio”. Y pues era una persona que estaba simplemente vendiendo rompecabezas de México y de Estados Unidos. A mí me voló la cabeza inmediatamente.
Estoy usando análogo y ahora estoy usando una cámara de medio formato y no soy tan hábil—no tengo tanto varo para andar comprando negativos. Entonces, soy más medida con mis disparos y nunca he sido una como dicen una crazy shooter.
Siento que cuando tenía la cámara digital era más fácil para mí tomar fotos y ahora las pienso un poquito más, pero de todas maneras sigo manteniendo una apertura a mis intuiciones y reaccionó rápido a lo que intuyo. Simplemente vi ese señor que tenía el mapa de México y Estados Unidos en rompecabezas y se me hizo fascinante nada más esta idea de un rompecabezas de estos dos países. De estos dos países que rompen cabezas, o está dinámica de los dos países que se desintegran.
Ahora que estoy diciendo esto estoy pensando en los platos originales de Home Sweet Home porque esa pieza también quedó destrozada.
Nos preguntamos cómo los íbamos a montar. Fue una decisión muy grande porque era pensar qué queremos. Queremos hacer como un rompecabezas, o hacer que el plato vuelva a tener su forma otra vez pero con estas grietas y con estos con estos quiebres. Queremos hacerlos evidentes o queremos hacer una nueva forma. Entonces al final, a Edgar se le ocurrió poner esos platos abajo del rompecabezas.
Un elemento de esta exposición y de tu trabajo en general es la frontera. En tu fotografía vemos a la frontera como fondo, como sujeto, y quiero decir también como un concepto. ¿Para ti que es físicamente la frontera y qué es conceptualmente?
IL: No sé si te refieres físicamente como geográficamente, pero ahorita lo que siento con tu pregunta es lo que estoy viviendo. Estoy esperando un trámite para que me renueven un trámite migratorio. Pero han pasado varias semanas y no me han renovado este permiso que ya me debieron de haber renovado y sí me siento inquieta porque me sugirieron que no cruzara a México, pero yo tengo mi vida aquí también y deseaba celebrar la inauguración de mi exposición en Juárez y aventarme un gig para un documental en Mérida, entonces lo hice.
Pero ahora ya se está acabando el tiempo de espera del promedio en el que llega ese permiso y la frontera la he sentido físicamente en este sentido, me atraviesa. Me metí al sistema y vi que el estatus sigue igual, me dio diarrea, porque lo más importante para mí son mis afectos y mi familia que viven allá y me parte nomás imaginar la posibilidad de separarme y quizás tenerme que mudar así, involuntariamente.
Físicamente me duele y me inquieta. Físicamente hay cosas muy evidentes. Es algo que cada vez tiene más esfuerzos por Estados Unidos como en su división, su separación. Todo el varo que se está gastando en el law enforcement. Yo creo que cada vez sí se invierte más, se hace más difícil el cruce y se ve más como este “espectáculo de violencia”.
La militarización, como esta, se sigue normalizando. Se ha distorsionado mucho la representación de lo que es la frontera. Estamos en realidades súper bizarras y yo no quiero acostumbrarme a ver estos espectáculos violentos. Cuando cruzo físicamente yo veo a la frontera, así como una zona de guerra.
¿Y cómo un concepto artístico?
IL: Trabajo mucho el concepto de la frontera como quizá una salida que he encontrado con mi trabajo artístico y con las colaboraciones que he hecho como la que tengo con Ana Monte que vamos a dar un curso el viernes y el sábado sobre el cruce del arte y la antropología y los cruces mismos en la frontera.
Como lo hemos tratado de manejar y que nos ha servido es usando lo lúdico. Tratando de jugar conceptualmente de resolver cosas por medio de la imaginación que tal vez no lleguemos a ver aplicadas en cuanto a las leyes y las dinámicas de la frontera. No se. Creo que falta un esfuerzo gigante, que ya está sucediendo de muchas formas, pero falta mucho para que podamos tener cruces más dignos.
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