El borrego Chiapas en la cultura chamula

Las razas que formaron al borrego Chiapas llegaron con los españoles, quienes los pensaron en principio para la producción de textiles. Imagen: Cortesía.

*Es probable que el borrego Chiapas de la región tsotsil haya arribado desde la actual Honduras, después de que allí desembarcaran los ovinos provenientes de España. Así iniciaba la adaptación y apropiación de la ganadería europea en América.

*Hoy forma parte de la alimentación, vestido y cultura de diversos pueblos chiapanecos, en particular los Altos, y son las mujeres las que han logrado conservar a uno de los animales domésticos más importantes del estado. 


El sistema agrosilvopastoril es un conjunto de técnicas de uso del suelo que involucra la combinación de un componente leñoso, uno animal y el agrícola: todos en el mismo terreno. En este sentido, la ovinocultura de los Altos de Chiapas, en especial Chamula, se desarrolla en un sistema agrosilvopastoril, en el que la ganadería ovina es alimentada en pastizales comunales con presencia preponderante de árboles dispersos de pino y encino.

En esos lugares de pastoreo, también hay vegetación que emerge después de la deforestación por quema o tala, y que contribuye a la dieta del borrego. Cuando los corrales quedan fuera de uso, se les utiliza para la siembra de hortalizas debido a que el estiércol de las ovejas sirve de abono.

Así mismo, es recolectado para elaborar composta con la que nutren a los cultivos de maíz, frijol, calabaza, habas, col, repollo y rábano.

En ese sentido, el borrego Chiapas es una pieza fundamental en el sistema agrosilvopastoril de la región, esto desde el punto de vista social, económico y cultural, dio a conocer Juan Carlos Martínez Alfaro, profesor e investigador de la Universidad Autónoma Agraria «Antonio Narro».

Por lo que, en la mayoría de las comunidades de los Altos, las ovejas son consideradas como un miembro más de la familia.

De acuerdo con las pastoras de Pozuelos en Chamula y de Juana Hernández Méndez, del grupo de ovinocultoras y artesanas K’anal, a las ovejas se les nombra según su fecha de nacimiento.

De modo que será Juanita la borrega que haya nacido el 24 de junio, o Lupita la que lo hizo un 12 de diciembre, y así consecuentemente, agregó Martínez Alfaro.

Sin embargo, les dan también otros nombres, por ejemplo, Zorro si la oveja tiene lana de color gris.

Doña Rosa tejiendo en el paraje Pozuelos, Chamula, Chiapas. Imagen: Cortesía

Por otro lado, la producción del borrego Chiapas (Batsi chij) posee características particulares, de forma que hay que reconocer a las pastoras, quienes han sido las responsables de cuidar, manejar e integrar a esta raza ovina como un miembro más del grupo familiar.

Como se observa, es un tipo de ovinocultura enmarcada en un sistema complejo de producción social, mencionó Martínez Alfaro.

Así pues, indicó que han sido las mujeres, quienes a través del conocimiento tradicional desarrollado a lo largo de 500 años han utilizado diferentes estrategias para rescatar de una probable extinción al borrego Chiapas.

O al menos ha sido la mujer chamula (k’el chij), la que a través de su convivencia diaria con los ovinos en los pastizales (ya xal-tik), monte (te’tik), bosque (s’ilal am’nal), milpa (chom’tik), o corrales (sna chij), ha forjado el conocimiento acerca del cuidado y manejo de esa ganadería, así como la asociación de las plantas medicinales y de hortalizas con el estiércol de los ovinos.

Estas mujeres pastoras han ayudado a la conservación de uno de los animales domésticos más importantes de Chiapas, dijo el investigador.

Si bien ese borrego llegó a la vida del pueblo tsotsil de manera circunstancial, el profesor afirmó que en la actualidad resulta difícil imaginar la cultura chamula sin su presencia, ya que es parte de su ropa, alimentación y estilo de vida.

Además, es una de las formas de adaptación y apropiación de la ganadería europea por parte de los pueblos latinoamericanos, aunque este vínculo de los chamulas con el borrego Chiapas deja otra enseñanza desde la perspectiva de género.

Habrá que reconocer la labor de las mujeres pastoras (k’el chij), quienes son las protagonistas en la construcción del conocimiento sobre el manejo de la salud en la ovinocultura utilizando plantas medicinales a lo largo de generaciones, finalizó el profesor.

Borrego Chiapas

Mujer tsotsil colocando un bozal a una oveja. Imagen: Cortesía.

El borrego Chiapas es una variedad genética de ovinos con características físicas de las razas Churra, Manchega y Lacha, estas fueron traídas por los españoles en el siglo XV.

De acuerdo con una afirmación hecha en 1992, por los investigadores Raúl Perezgrovas Garza y Pastor Pedraza Villagómez, este borrego muestra características observables, como el color de la lana, y su estacionalidad reproductiva, es decir, que su apareamiento se da en una sola época del año.

También, presenta rasgos hereditarios propios de las razas o variedades genéticas de sus ovinos antecesores, de modo que el borrego de pelo negro tiene muchas similitudes con la raza Manchega, el de pelo blanco con la Churra, y el de color café con la Lacha.

De esos tres, la oveja de color negro es la más apreciada por las mujeres chamulas. La lana es la materia prima de la ropa que se usa de manera cotidiana, por lo que el borrego Chiapas todavía representa para muchas familias tsotsiles el principal recurso para vestir.

Las mujeres pastoras trasquilan al animal y se encargan de teñir, tejer y bordar la lana. Además, brindan cuidados a las ovejas antes y después de trasquilarlas.

Para el tratamiento y control de las enfermedades de los ovinos, utilizan plantas medicinales, clasifican las enfermedades digestivas, respiratorias, parasitosis, aire, y otros padecimientos como la agalactia (baja producción de leche) y mordeduras de víboras.

Así mismo, han desarrollado métodos, como el uso de bozal, para evitar que el rebaño consuma plantas tóxicas o agrícolas durante su trayecto hacia los pastizales comunales.

Esos tratamientos han sido utilizados desde hace cinco siglos, es un conocimiento que ha ido pasando por generaciones, de madres y abuelas a hijas y nietas.

Y, no es común que los hombres se involucren en esas actividades, aunque hay excepciones, sobre todo cuando son niños, pero en la medida en que tienen más edad abandonan la ovinocultura. Esto hace que el conocimiento sobre el manejo y cuidado de los ovinos se esté perdiendo entre los varones.

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