Miguel Méndez, en memoria
*Don Miguel era uno de los últimos hablantes de la lengua mochó, originaria de Motozintla, fue reconocido por ser marimbista.
Por Ulises Flores*
En agradecimiento a mi amigo, Miguel Méndez, indígena mochó, fallecido este diciembre de 2022, yo lo conocí en diciembre de 2016. Luz en tu camino.
Nosotros somos los mochó, significa en nuestra lengua: los no hay. Vivimos en motoxbij, significa: lugar sin nombre. Habitamos sobre las mismas tierras en que vivieron nuestros abuelos y abuelas desde antes de la conquista. Pero hoy estamos desterrados, “fuimos mandados” a vivir en la orilla del pueblo: reubicados en una costra de tierra e historia.
Hazle preguntas a la historia. Y verás que aquí vivíamos, desde antes que el sol, se llamara sol, mucho antes que su vida tuviera horarios. Desde entonces, nuestros abuelos tenían marcado el lugar donde se encuentra el ombligo de la tierra.
A veces, caminando por las calles de este Motoxbij, pienso, que la lengua es una fina espada cuyo filo se lo da la memoria. Porque, la gente va por la calle y dice: aquel es indio, aquel ya no lo es. Es decir, siempre cortando en tajos al mundo.
Va surgiendo el silencio
sin que uno lo sepa
va formando su rostro en la palabra que se olvida
hoy se deja de nombrar una cosa en mochó
y mañana, otra
Parece que al nombrar la historia
se evoca lo que nos ha sido arrebatado
La palabra mochó está en busca de tierra
antes que sus frutos caigan al abismo
- Benjamín Guanón
Cuando lo mataron, apenas estaba amaneciendo
los machetes colgaban sobre nuestros hombros y con sus mejores filos
el canto de los gallos desmoronaba los terrones débiles del silencio nocturno
¡Lo acaban de matar! ‒dijeron‒.
Fue justo cuando la luna tiene puesta su piel más tierna
y los granos de maíz pueden despuntar fuertes, sus raíces.
El eco le habrá hecho saber a su milpa lo que acababa de pasarle, y nosotros ahí, nomás, avergonzados, lo quedábamos viendo
estaba tirado, se apretujaba el pecho,
creo que para no soltar a prisa sus últimos trozos de aire
como que algo quería decir, pero se le iba la fuerza para formar el verbo
y nosotros ahí, con los machetes repletos de filo
Él, en cruz, perfilando poco a poco su mirada al horizonte,
hacia donde escuchó fueron los pasos de su asesino
las piedras a su alrededor se arrejuntaban como piecitos
o parecía una especia de corazón partido
Digo yo, a algún lugar de la historia tiene que llegar,
desde entonces, su nombre.
Ya las uñas de sus pies, sin dirección, estaban entregadas sin voluntad al filo del cielo
pobre indio mochó,
ya no hubo más Benjamín Guanón para el pueblo
y nuestros corazones se quedaron ahí, desbocados,
mordiendo la noticia: entregándola al olvido
desde entonces hemos estado heredando, nomás, puro silencio, pues, nadie más que uno logra saber las cosas que se cuentan en la milpa
*Escritor y poeta. Investigador de la cultura mochó.
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