Breve historia de la exploración botánica, estudios florísticos y la ecología vegetal en Chiapas

Faustino Miranda, revolucionario de la biología

Gran parte de los estudios de ecología vegetal contemporánea que se llevan a cabo en Chiapas reconocen la contribución de naturalistas y exploradores, que sin pretenderlo fundaron una base de conocimientos descriptivos que facilitaron el abordaje actual de temas con mayor incidencia en la búsqueda de soluciones problemáticas ambientales en la entidad, indicaron Neptalí Ramírez Marcial y Mario González Espinosa, investigadores de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR). 

Así pues, en su artículo “Breve historia de la exploración botánica, estudios florísticos y la ecología vegetal en Chiapas”, presentaron una breve narrativa del papel desarrollado por distintas personalidades e instituciones académicas que han contribuido a los estudios de ecología vegetal en Chiapas. 

En ese sentido, señalaron que el naturalista mexicano José Mariano Mociño y Lozada fue el primer botánico que visitó Chiapas en 1796 como participante de la Real Expedición Botánica a Nueva España decretada por Carlos III. Posterior a ello, regresó en 1798 con el dibujante Juan de Dios Vicente de La Cerda y recolectó especímenes de herbario en varias regiones del estado para una Flora de Guatemala, que no se publicó.

Durante los más de 150 años posteriores, numerosos naturalistas y botánicos realizaron aportaciones al conocimiento florístico de Chiapas. 

Notablemente, desde el mismo Mociño, muchos exploradores botánicos se interesaron en la polémica acerca de qué tan indisoluble puede ser el entendimiento de los aspectos culturales de los pueblos originarios respecto a la naturaleza, indicaron los investigadores.

Así mismo, dos botánicos aportaron de manera relevante al conocimiento florístico de Chiapas entre 1935 y 1960 . Eizi Matuda, investigador japonés establecido en Huixtla durante muchos años, recolectó especímenes en la Sierra Madre y el Soconusco. Por otro lado, el investigador español Faustino Antonio Miranda González, primero visitó Chiapas en 1941 y luego radicó en Tuxtla Gutiérrez, para organizar el jardín botánico que ahora lleva su nombre y explorar varias regiones como la Depresión Central, Selva Lacandona y Los Altos de Chiapas.

Ramirez Marcial y González Espinoza enfatizaron que entre 1956 y 1959, antropólogos de la Universidad de Chicago interesados en las lenguas mayas de Los Altos de Chiapas, realizaron un primer proyecto multidisciplinario de gran escala «El hombre en la naturaleza», que incluyó la recolección de numerosos especímenes de herbario.

 

Vista parcial del patrón de uso del suelo en la altiplanicie central de Chiapas, representado por campos de milpa circuncidados por una matriz forestal con diferente desarrollo social. Imagen: Cortesía.

Por otra parte, en 1964 se inició el mayor esfuerzo de exploración botánica en Chiapas con el trabajo de Dennis E. Breedlove, ligado a un proyecto etnobotánico. 

Breedlove llegó al estado con su tutor doctoral, el botánico y ecólogo Peter H. Raven, su intenso trabajo interesó a otros especialistas para contribuir al proyecto Flora of Chiapas, publicado a partir de 1981 por la Academia de Ciencias de California, agregaron los investigadores.

Dicho proyecto sigue inconcluso, por lo que señalan que habría que complementar y actualizar con varias decenas de miles de especímenes de herbario los antecedentes de exploración botánica.

Además, la obra de Faustino Miranda en dos volúmenes, Vegetación de Chiapas, señalaron que puede ser considerada como la primera publicación ecológica producida en la entidad.  Su primer volumen incluye una detallada descripción de los principales tipos de vegetación de Chiapas, con numerosos detalles derivados de un amplio trabajo de campo. Y, el segundo tomo es un extenso y detallado catálogo de plantas útiles y sus usos, de nuevo permite apreciar el interés de los científicos y naturalistas por las relaciones de los grupos indígenas con la flora chiapaneca.

Durante las siguientes décadas se incrementaron los estudios florísticos, estructurales y funcionales en diversas regiones. Destacan los estudios sinecológicos en la Selva Lacandona realizados por José Sarukhán y posterior a ello por Jorge Meave del Castillo en su minucioso estudio en Bonampak.

Ya entrada la década de los ochenta, Rodolfo Dirzo y Álvaro Miranda realizaron un proyecto comparativo acerca de los efectos de la defaunación de vertebrados sobre los patrones de herbivoría en Los Tuxtlas, Veracruz; y Chajul, en la región lacandona, dos regiones con y sin defaunación evidente. 

Por otro lado, los investigadores expusieron que en 1974, se estableció el Centro de Investigaciones Ecológicas del Sureste (CIES), antecedente de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), donde se iniciaron trabajos sobre los agroecosistemas tradicionales. 

En 1987, Mario González Espinosa, Pedro F. Quintana Ascencio, Neptalí Ramírez Marcial, Susana Ochoa Gaona y estudiantes asociados iniciaron en el CIES estudios sobre la ecología de los bosques húmedos de montaña en la Altiplanicie Central y la regeneración de las selvas en la región lacandona. 

Reconocieron la influencia local y en el paisaje del disturbio humano derivado de las prácticas tradicionales de aprovechamiento, como determinante de las subsecuentes trayectorias sucesionales de la vegetación, detallaron  Ramirez Marcial y González Espinoza.

Perspectiva de laderas con bosques en la Reserva de la Biosfera «El Triunfo» en la Sierra Madre de Chiapas, región con alta diversidad biológica. Imágen: cortesía.

Nuevas herramientas tecnológicas, permitieron que grupos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de otras instituciones de dentro y fuera de la entidad, iniciaran proyectos para estudiar los patrones de fragmentación de bosques y selvas mediante el uso de sistemas de información geográfica. 

No obstante, ya era reconocida la importancia de áreas naturales protegidas en la Selva Lacandona y la Sierra Madre de Chiapas, por lo que hubo mucho interés en documentar las causas de la deforestación y medir sus efectos en términos de la pérdida de biodiversidad y recursos fitogenéticos.

De manera reciente, indicaron que figuran numerosos estudios sobre la dinámica poblacional de especies con potencial productivo o valor cultural, así como el estudio de interacciones planta-animal en plantaciones de especies exóticas como el cacao, palma de aceite y café con sombra.

Por último, los enfoques participativos, mediante esquemas de análisis de sistemas socio-ecológicos, dijeron que han permitido llevar a cabo proyectos de cierta envergadura aunque aún con capacidad limitada para resolver las enormes problemáticas del manejo y conservación de los recursos vegetales en Chiapas.

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