El idioma español, la informática e internet

La informática es un área de especialidad muy sensible al anglicismo. Cuando no son voces del inglés las que se incorporan al español, adaptadas o sin adaptar (template, frame, banner, windows, shareware, streaming, cokie, update, mirror, online; privilegios, compresión, editor), son palabras o expresiones originadas en calcos desde la misma lengua: ancho de banda, sistema operativo, en línea, nube. Por esto mismo no deja de ser curioso que la materia o disciplina que engloba toda esa tecnología reciba en español el nombre de informática. Y es que esta palabra no procede del inglés, sino del francés informátique y comenzó a utlizarse con profusión en España a partir de los setenta del siglo XX. La plabra francesa nació en 1962, a propuesta del físico Philippe Dreyfus, para referirse al tratamiento automático de la información. El término fue adaptado por la Academia Francesa en 1966.

En español, el diccionario académico recoge por primera vez informática en su edición de 1984. La temprana influencia de francia en esta nueva disciplina explica también la llegada a España de la palabra ordenador, procedente del francés ordinateur. La especialidad, sin embargo, por la cual se utilizan computadora o computador (del inglés computer), así como computación, que puede alternar con informática. En España la presión del inglés en este campo no se hizo evidente hasta los años ochenta.

Dentro del ya vasto y complejo mundo de la informática, el terreno con más capacidad para influir sobre el lenguaje humano y las relaciones entre hablantes es el de las redes sociales. La progresiva extensión de Internet y de la telefonía, así como su aplicación a las redes soaciales, tienen consecuencias lingüísticas muy diversas. Por un lado, se incorporan al español nuevos términos, como hashtag o app, además de los nombres de las herramientas que permiten este tipo de comunicación: Facebook, Twitter, WhatsApp, Instagram, Skype. Por otro lado, algunos de ellos se hispanizan, incluso en la escritura (tuit, tuitear, guasapear) y, en otros casos, se crean nuevas acepciones para las palabras viejas: muro (en Facebook), tendencia (en Twitter), viral. El tiempo que todas estas voces puedan permanecer en la lengua dependará de lo rápido que evolucione la tecnología hacia otras herramientas comunicacitvas. En cualquier caso, no hay que olvidar que el empleo de las redes scociales está poniendo en contacto con la escritura a millones de personas durante muchas horas al día, con lo que ello supone de positivo para la práctica de la comprensión y experesión escritas o para el desarrollo de la competencia comunicativa.

Finalmente, el amplio uso de las redes sociales, especialmente a través de dispositivos móviles, está propiciando la búsqueda de una escritura abreviada en la que se sacrifica la ortografía cuando la intercomprensión está garantizada. Al mismo tiempo, los textos emitidos por las redes son revestidos de expresividad por medio de un nuevo «lenguaje» visual compuesto de signos llamados emoticons o emoticones. Los más utilizados son los que representan caras con decenas de posibilidades expresivas: sonrisa, llano, sorpresa, enfado, burla. Estos signos tienen tanta aceptación entre los individuos de cualquier edad y condición que están incorporándose a la lengua escrita en soportes más convencionales. En definitiva, la informática está abriendo nuevas sendas de expresión que pueden afectar a las lenguas, también al español, pero cuyo destino final aún no se vislumbra.

Tomado del libro: La maravillosa historia del Español por Francisco Moreno Fernández. Instituo Cervantes.

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