Roberto Tondopó y nuestros nuevos recuerdos
Sí recuerdo a los parachicos que pasaban frente a la calle empedrada de la casa de la abuela, pero más recuerdo el sillón cubierto por un plástico amarillento donde me sentaba para ver la televisión, de esas teles que para cambiarle tenías que levantarte y moverle a la perilla. Recuerdo el automóvil Rambler de mi tío, carros para toda la vida no porque fueran excelentes sino que nadie que sea propietario de uno puede venderlo jamás. También recuerdo los santitos y unos portavasos tejidos, unos cisnes de florero, unas cortinas de colores psicodélicos.
La verdad es que cierta generación de chiapanecos recordamos no sólo nuestras tradiciones estereotipadas del pozol de cacao, el parachico y la fiesta grande (de allá de Chiapa de Corzo que todo lo tienen grande: El río grande, el puente grande, la comida grande…). Además, con la fotografía de Roberto Tondopó recuerdo a ese nuevo chiapaneco que fueron nuestros padres y que les tocó, nos tocó el «desarrollo institucional» y por fin al Estado llegó la televisión: La Abeja Maya, Felix el gato, Los cuentos del espejo.
Pero sobretodo recordamos esos objetos kitsch con los cuales nuestros viejos intentaron despojarse de su pasado humilde y ranchero para esforzarse y «desarrollarse» en un ambiente citadino de buenos modales intentando llenar la casa de arte con cuadros de Da Vinci, Renoir y Rembrants que se presentaban en diversas partes de la casa, desde el jardín hasta el baño en finos acabados como platitos de plástico o de cerámica o en alguna parte de la cocina donde por lo regular colgaba el almanaque de la carnicería de Don Lupe.
Por eso me gusta la fotografía de Roberto Tondopo porque me hace recordar todo esto y no detenerme en el pasado sino reflexionar sobre mi presente y nuestros continuos intentos de parecernos a otros, quizá ahora a esos que aparecen en la serie de NETFLIX. «¡ay! mira mi amor esa mesa como la que vimos en la película, así quiero una para la sala».
Roberto Tondopó el artista, que como marca nuestra tradición, lo conocen en todos lados y muy poco en su propia casa, es de Tuxtla Gutiérrez y ha creado una visión única de nuestra sociedad chiapaneca que ha estado compartiendo con el mundo a través de una serie de exposiciones y libros como estas fotos que son parte del trabajo La Casita de Turrón. Abra su ojo y manténgase atento para que la próxima vez que Roberto Tondopó exponga su trabajo en nuestra región asista y ya verá que no se arrepentirá.
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