Los hijos de “la llorona”, los xochimilcas
Ciudad de México.- De las aguas de Xochimilco surgió la leyenda. En este lugar es que se escuchó por primera vez los lamentos de la mujer que lloraba por sus hijos ““Ay, mis hijos, ¿dónde los llevaré para que escapen tan funesto destino?” se escuchaban los lamentos. Fue el sexto presagio que anunciaba la caída del Imperio Azteca.
La leyenda de “la llorona” ha sobrevido más de 500 años y ha trascendido al centro de México, con diferentes nombres pero se le conoce en todo el país.
Las y los herederos de la cultura Xochimilca aseguran que cuando han sido los mayores desgracias en los canales de Xochimilco ha salido “la llorona” a advertir de que algo malo está por suceder.
“Se escuchó antes de la matanza de Tlatelolco en el 68 y del terremoto del 85” cuenta Teresa Herrera, arqueóloga de profesión y xochimilca. Ella nos acompaña en un recorrido por los canales de este sitio que es mucho más que música y jóvenes divirtiéndose.
Lo que nos movió a llegar a Xochimilco fue el querer conocer las leyendas e historia de un pueblo que sobrevive en la ciudad más grande del mundo y que sigue saludándose como lo hicieron sus antepasados hace cientos de años. Se estrechan las manos y se tocan los hombros. “Mi mano, tu mano y mi hombro cuando lo necesites”.
Teresa conoce toda la historia y leyendas de Xochimilco. Hacer el recorrido con ella es saber un poco acerca de los pueblos originarios que sobreviven en este lugar.
No sólo habla de lo que sucede en los canales, sino también lo que pasa en tierra firme, de cómo es la cotidianidad de las y los Xochimilcas, de cómo se siguen utilizando las chinampas – una antigua técnica agrícola que solo conocerla en vivo es maravilloso -Con hojas, cáscaras de frutas y vetales, varas se hacían islas usando las raíces del sauce como amarre-. Nos platica también del ajolote, un animal endémico que está en peligro de extinción.
Las trajineras no sólo se utilizan para las y los visitantes, es también el medio de transporte para sacar los cultivos, para que las personas que viven ahí –en medio del agua- salgan de sus viviendas.
Este sitio –como hace cientos años- continúa siendo proveedor de alimentos para el centro de México. El mercado de Xochimilco sigue asemejando a un día de tianguis en plena época prehispánica.
Pareciera que Xochimilco está dividido en dos, por un lado, el que conocen las y los turistas y por otro el que recorren todos los días sus habitantes, que es más rural, del que nos platica orgullosa Teresa, el lugar donde vive “la llorona”, la que anuncia las fatalidades de su pueblo, la que no sabe a dónde llevarse a sus hijos y por eso ellos siguen aquí, en el mismo sitio donde ella los dejo.
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