La película de Chaplin que Chaplin no vio
La historia de El Chico ya la conocemos:
Una mamá soltera abandona a su recién nacido en un auto de lujo. Quiere que su niño crezca en casa de ricos. Dos ladrones roban el auto y abandonan al niño en la basura de un barrio muy pobre. Un hombrecito elegante, pero muy pobre (Chaplin), decide adoptarlo. El pequeño crece feliz con su amoroso “papá” mientras la madre, que se ha convertido en una famosa actriz, sueña con encontrar a su niño.
Llegar al final feliz es un festín de emociones. Cada escena es tan perfecta como la luna. E igual que la luna hay momentos luminosos y otros muy oscuros, entre menguantes y crecientes de alegrías y tristezas.
El teatro estaba lleno en la función que marcó el Regreso del Cine de Radiombligo en el Foro Descartes. Los que llegaron, cuando las luces se habían apagado, no sabían que, frente a la pantalla, don Ruffo interpretaba el piano. ¡Sí, piano en vivo, en blanco y negro, como en los días de nuestros antepretéritos!
Con magistral ejecución, a corazón galopante, el también conocido entre los mortales como Luis Felipe Martínez, le puso colores, texturas y mucho sabor a uno de los mejores filmes de todos los tiempos.
De principio a fin el público gozó cada escena, cada nota y también los zapatazos intencionales del pianista. Y por eso, cuando leímos The End y se encendieron las luces, hubo gritos y aplausos de emoción.
¿Y si estaba tan contento por qué lloró don Ruffo y se le hizo delgadita la voz frente al enardecido público? Porque también de dolor se canta y de alegría se descosturan esas cosas que tenemos dentro, esas que guardan las lágrimas contenidas.
Me atrevo a decir que, en la historia de El Chico, 95 años de funciones en todo el mundo, esta ha sido una de las más emocionantes.
¡Qué atrevido!
¡Lo sostengo! Y aunque Chaplin no solo escribió, también dirigió, actuó e hizo la música para su película, hasta él se habría emocionado con esta nueva propuesta.
Hubo otro ingrediente que permitió tanta maravilla: el gran público de Radiombligo que, no sé cómo, hace que la magia florezca donde ponen sus ojos, sus orejas y su risa.
¡Qué grandioso que todos los niños de Chiapas y de México pudieran presenciar algo así, tan inolvidable!
Números: La taquilla juntó $4.20, de a centavo por persona. Pero, aquí viene la gran noticia:
“En apoyo a la economía de las familias ¡Hemos decidido eliminar el Cobro de la Entrada!” La próxima. Haru en el reino de los gatos, ¡Será felinamente gratis!
Gracias Gerasio, Alex, Caro, Maty, Leyber, Héctor, Fer, Rochi. Gracias familias por llevar a sus niños. Gracias Chaplin, gracias don Ruffo.
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