El lugar más bello del mundo*
Las fumarolas del Popocatépetl vistas desde las ventanillas del avión; el pequeño arco que se forma en las cascadas de las Nubes en Tenejapa, Chiapas; el cerro Mactumactzá iluminado por la luna llena en Navidad; la avenida central de Tuxtla custodiada por los árboles de primaveras eso son los lugares más bellos que he visto en algún momento de mi vida.
Luci Ovilla, la creadora artística describe mejor este tipo de lugares y momentos en donde un todo se reúne para ofrecernos un paisaje maravilloso, único y tal vez hasta irrepetible: “Es el lugar –y momento- donde el corazón se expande”.
Me gusta andar por la calle preguntándole a las personas cuáles son esos sus lugares y momentos maravillosos porque muchas veces son de esos espacios de los que nos agarramos para seguir caminando.
Les pregunté a tres creadoras chiapanecas cuáles eran sus lugares y momentos más bellos, les agradezco mucho el haber respondido. Aquí se los comparto. ¿Y Ustedes díganme cuál ha sido su lugar y momentos más bello?
Damaris Disner, dramaturga
Uno de los lugares más bellos ha sido esta casa que habito –Galería Rodolfo Disner-. Fue una tarde ociosa, donde todas las cosas parecen dormir y la conciencia despierta. De pronto, sin pretender nada, me descubrí viviendo en la casa que yo imaginaba, aún mejor de lo que pretendía.
También han sido, dos veces, las lunas más grandes que he visto, una en Guanajuato y la otra en Ciudad Juárez, Chihuahua.
No son, pues, espacios terrestres pero ha sido lo más cercano a lo eterno y a lo efímero, en una sola imagen.
Fue el mar de Tonalá, Chiapas, lugar donde crecí, que me ha provocado instalarme en la nostalgia cuando escribo, es ese mar que desembocó en la Laguna de Bacalar, Quintana Roo, azulísima y llena de esperanza cuando una viaja para compartir lo que sueña. Y sin duda, la Ciudad de México, esa que siempre cuando llego me seduce y vuelve a ser el primer aire que respiro.
Lucy Ovilla, artista plástica
Los lugares más bellos que he visto en mi vida no son lugares físicos, son instantes. Son sabores, sonidos, colores, olores, emociones, momentos preciosos en espacios poéticamente vividos. El lugar donde el corazón se expande.
Luz Martínez, promotora cultural y artista plástica
A la edad de los siete años visité un pueblo que se llama Progreso Agrario en Villaflores, era el rancho de mi abuelito. La casa era de adobe grande, grande; muy fresca, pasaba un arroyito en la parte trasera. Era un rancho que producía maíz y todo se veía muy hermoso. No me olvido de los colores y el aroma a café de ese lugar; los arbolitos de mango; las gallinas; pero sobre todo que yo ahí hacia pasteles de lodo y los decoraba con las florecitas que por ahí crecían, lo he dibujado y pintado mil veces en mi cabeza.
El segundo lugar sería cuando visité San Miguel de Allende en Guanajuato, me encantó, sobre todo porque se camina dos pasos y hay una galería, se camina a otros tres y otra galería, todas visitadas, todas llenas de obra: arte sacro, moderno, contemporáneo, una verdadera belleza la ciudad.
Recientemente visité unas cuevas cerca de Cintalapa. ¡Qué belleza de lugar! Fui con mi pequeña familia y también eso cuenta mucho, se encuentran en el ejido Lázaro Cardenas.
Esos son mis lugares favoritos, aunque me puedo quedar a vivir en el Munal, sus salas, su arquitectura, todo es maravilloso.
*Este texto fue publicado originalmente en Revista Enheduanna
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