Tiempo
Rebeca Ruiz Riveroll
El viento, con voz fuerte, se acerca a mí. Y deja caer las profecías de todos los rostros con ojos de fuego, con bocas de presentes inciertos, con manos de futuros de cera. Los rostros han viajado por ciclos y saludan a mi esperanza. Ellos toman los instantes de sol que has dejado en mis células. Esos que calladamente se escondieron entre un “nos vemos”, “te cuidas”. Aquellos que nunca cesaron de buscarte. Los mismos que vociferan tiempos sin nombres.
Los rostros, ya cansados, por fin depositan sus intervalos en estas letras, abandonan sus tonalidades: rojas, azules, amarillas, negras. Yo sólo los veo pasar frente a mí, uno tras otro. Pero en ninguno de ellos descubro el tuyo.
En este desfile de treguas imploro poseer tus labios, esos que han recorrido cuerpos de arena, alcohol y niebla, abrazar la transparencia de tu indiferencia, acariciar el aroma de tu silencio y de nuevo besar los soplos de la ausencia.
Hoy, tu rostro está escondido en todas las sombras de los versos de Benedetti, Neruda, Sabines, Darío, Borges, Bécquer, Shakespeare… sus palabras es la piel que cubre mis huesos.
Poeta, amigo, amante, esposo, hombre, hagamos un espacio en donde no exista el miedo. Dibujemos rostros con nombres, inventemos un tiempo en el cual tú y yo seamos más que instantes de viento. Salgamos del escondite, dejemos que el conejo de la luna pregone nuestros secretos, bailemos con la noche danzones y cuando el sol llegue a tu rostro, tal vez puedas llamarme “Amor”.
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