La peregrinación de los Tojolabales
El fervor religioso de los tojolabales se manifiesta en la peregrinación. Foto: Elizabeth Ruiz
Vienen de los rincones más apartados de la selva, de los valles de Altamirano y de las Margaritas, de Comitán y de La Independencia. Traen consigo las banderas de colores, los tamborcillos cilíndricos y las cajas de madera con las imágenes del Padre Eterno; hombres, mujeres y niños visten sus mejores galas y llevan en sus manos las flores salvajes de los bosques. Algunos han caminado dos, tres días casi sin comer y sin dormir, todo por la frágil salud de las cosechas y la estabilidad sagrada de las lluvias. El final del viaje es el templo de la Trinidad y para allá avanza, en orden, lenta y kilométrica la peregrinación de los indígenas tojolabales, uno de los grupos étnicos más numerosos de Chiapas, pero también uno de los menos conocidos y estudiados del sureste mexicano.
Juegos pirotécnicos para los Santos. Foto: Elizabeth Ruiz
Anciano tojolabal expresa su fe. Foto: Elizabeth Ruiz
Durante el año visitan cinco Iglesias en Chiapas y Guatemala. Foto: Elizabeth Ruiz
Niñas en la Iglesia de San Caralampio durante peregrinación. Foto: Elizabeth Ruiz
Músicos tradicionales le tocan a los Santos. Foto: Elizabeth Ruiz
Mujeres participan en la peregrinación. Foto: Elizabeth Ruiz
Mezcla de ritos prehispánicos y católicos en la peregrinación. Foto: Elizabeth Ruiz
Llegan desde diversos lugares de la selva la frontera, en peregrinación. Foto: Elizaberth Ruiz
La representación del bien y el mal en los ritos católicos. Foto: Elizabeth Ruiz
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