El Posh, para enlazar el cuerpo y espíritu
Paola Petrona y María Josefa Hernández Hernández contribuyen a enlazar cuerpo y espíritu.
Lo hacen con las cadenas invisibles de los olores y sabores del posh.
La bebida primitiva nace de las potencias del maíz y de la caña de azúcar, que al ingerirla muda en puente de hamaca para ir a los demás y retornar a quien lo paladea.
Con el pohs no se requiere la embriaguez para la cercanía y el júbilo.
Bastan algunos tragos puros, o combinados con hojas de Jamaica y rajas de canela, para adentrarse en las esencias del pueblo tzotzil.
Lo senderos de la ruta del posh son tantos como los dedos de Paola Petrona y María Josefa, cuando pacientes preparan el alambique y vierten el líquido en las ollas.
Con el posh la cosmovisión naturalista vuelve a sus dioses pájaros, murciélagos y felinos.
El posh en los pueblos de los Altos de Chiapas es comunión en las fiestas de la tradición y de la fe. También es alegría, soledad, venganza, tragedia y muerte.
El posh es tata viejo de los caminos que no permite puertas, cerrojos ni ataduras. Va suelto con su chuj blanco. En ocasiones, aparece zarado, porque fue salpicado por el lodo de las veredas.
El posh es agua ardiente y caliente que extiende sus dominios en pueblos indígenas y mestizos, aunque algún día alguien lo adquiere y lo degusta en un departamento de Nueva York o frente a las playas del Mediterráneo.
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