Café Urbano
Una golondrina sí hace verano. Recrea paisajes, establece y surca mapas de ánimos y ámbitos citadinos. El ave – dicen, que es de agua y de lágrimas perpetuas- muda circunstancialmente su taciturno plumaje, para según la ocasión, mimetizarse en el entorno de sus vuelos y en la quietud de sus brevísimas residencias donde decide posar y reposar. Esta golondrina de marzo no espera las lluvias de mayo ni los relámpagos de septiembre. Llega presurosa, probablemente, de los campanarios de los templos de Santo Domingo y San Jacinto. Se posa sobre las gárgolas y las cornisas arquitectónicas del restaurado Museo de […]