Explotación infantil, un tema para el Congreso
Es un niño menudito, pero ágil. Su cuerpecito moreno, de alrededor de tres años, va de aquí para allá; esquiva los coches, se desliza entre ellos, se acerca, sonríe y me pide un peso. Solo un peso, repite, mientras que su manita izquierda limpia mi retrovisor y, alternativamente, los mocos que se le escurren por los labios.