
Aprobar y reprobar
No hay nada más terrible, cuando se ejerce la docencia, que entregar calificaciones finales. A nadie se complace: si un maestro pone buenas calificaciones, es rápidamente conocido como barco o buque trasatlántico, pero si reprueba a una buena cantidad de alumnos, no faltará quien lo bautice con un sobrenombre o que alguien más despiadado le raye su coche.