El trauma social de Chile
La educación colonial que hemos padecido recrudece hoy ad portas de las fiestas patrias, para reforzar una unidad nacional que nunca estuvo en riesgo como afirma el sector del “Rechazo”.
La educación colonial que hemos padecido recrudece hoy ad portas de las fiestas patrias, para reforzar una unidad nacional que nunca estuvo en riesgo como afirma el sector del “Rechazo”.
Las historias de aprendizaje de los estilos de corte por parte de los barberos rememoran muchos espacios de añoranza, la morada, los lugares de tránsito, así como los planes a futuro: ser un famoso barbero en California o New York, Estados Unidos.
Urge trazar un mapa sobre una geografía que parece atrapada por las armas: militares, guardia nacional, narcotraficantes, droga y turismo; paramilitares; grupos de autodefensa y “hombres en armas” bajo el yugo de la “seguridad privada”. Un mapa que sirva para no abandonar el irrenunciable derecho a una geografía para la paz, con justicia y dignidad, a pesar de todo.
“Nuevos-viejos” problemas que aquejan varios municipios y comunidades indígenas chiapanecas (Aldama, Chenalhó, Pantelhó, Oxchuc, Sitalá) que tienen como característica central el rompimiento de la frontera entre los actos legales e ilegales, la disputa por el monopolio de la fuerza, la negociación política informal con actores diversos, la emergencia “nuevos” grupos colectivos e individuales en las realidades indígenas; y la represión de reivindicaciones autonómicas y de autogobierno,
El grado de impunidad es alarmante, de las 103 272 personas en condición de desaparición forzada desde 1964 hasta la fecha, solo en 35 casos se han sentenciado a los perpetradores,[2] lo que indica que el fenómeno es estructural y su talón de Aquiles se encuentra en el sistema de justicia.
Barricadas bloqueando los principales accesos a la ciudad de Panamá y algunos puntos estratégicos de la carretera panamericana que conecta los territorios del Canal interoceánico con el resto del istmo centroamericano, se han acompañado de múltiples protestas y marchas callejeras de organizaciones sociales desde el pasado 18 de julio.
Por otro lado, en las luchas territoriales, las mujeres reconocen a un nuevo actor que vulnera sus resistencias: el narcotráfico y el crimen organizado. Sin embargo, no siempre es fácil para todas-os abordar el tema, tenemos reticencias a profundizar en esas reflexiones, a ubicar los actores de manera más clara, hay miedo, incertidumbre, parálisis y negación para denunciar.
Creer que lo que vemos son contenidos que no nos pertenecen, que nunca nos tocarán. Es decir, anular la capacidad de disidencia e interpelación de lo que se ve, de lo que se vuelve cotidiano, para normalizar y vivir con la visualidad diaria de una violencia que nos avasalla. Pero lo que intento decir es que no hay que ver para creer, sino sentir para actuar.
“Muchos acá ven la migración como un problema y dicen: ‘Ay, ¿por qué vienen acá a México a traer problemas?’, cuando nosotros mismos como mexicanos también migramos hacia Estados Unidos. ¿Entonces? La migración ha existido desde siempre. ¡Eso sí! Siempre ha habido gente moviéndose. Nadie sabe la necesidad que pasa el otro”