Cómo nos convertimos en el infierno (*)
Había una vez un país donde los perseguidos por dictaduras y violencia encontraron un hogar, donde su gobierno alimentó a los desterrados y les concedió carta de nacionalidad. Una nación que pacificó a sus vecinos de Centroamérica y defendió, casi siempre en solitario, el derecho a no elegir partido en un planeta en guerra. Pero ese paraíso se perdió y ahora muchos le comparan con el infierno. Ese país se llama México, uno de los cementerios de migrantes más grandes del mundo Frente a la vieja estación de ferrocarril en el pueblo de Medias Aguas, Veracruz, hay una casa verde […]