Pakal

Fuerzas de Reacción Inmediata Pakal (FRIP).
Foto: Secretaría de Seguridad del Pueblo

Un constructor, e hijo de linaje maya, dinástico y gobernante expansionista y militarista. La guerra contra sus vecinos es innegable y ello ayudó a que Palenque haya sido un poderoso reino. Este es el mote de la Fuerza de Reacción Inmediata Pakal (FRIP), un cuerpo de Fuerzas Especiales del gobierno estatal para luchar contra el crimen organizado y devolver la paz y la seguridad a Chiapas, donde los homicidios dolosos aumentaron 32% de enero a diciembre de 2024, según el SESNSP, donde la violencia narcotizada obligó al INE no instalar 108 casillas (60 mil 983 electores el año pasado).

Esta vez la seguridad será tomada por los cuernos, diría la secretaria de Gobernación. Eso pareciera con los 500 exagentes de la desaparecida policía federal, que pasaron a formar la nueva policía en Chiapas para convertirse en Fuerzas Especiales “con capacidades técnicas y tácticas para afrontar las problemáticas de seguridad…”. Este cuerpo de élite está formado por militares incorporados a labores policiacas e instalados en la Guardia Nacional (GN).

De esta forma se agrega otro cuerpo a la estructura del Ejército mexicano, sólo que estatal. Se integración tiene una añeja y lógica política de seguridad en que el lugar principal ha sido ocupado por militares, quienes juntos con la policía estatal, y, sobre todo, a la GN, encabezan el frente del pivote de la seguridad del gobierno a partir de 2018.

La razón por la cual las fuerzas armadas entraron al quite de las policías fue porque fueron rebasadas por la violencia y la inseguridad. El por qué ahora se llama la Secretaria de Seguridad del Pueblo de Chiapas, se debe a que hay la idea de privilegiar el cuidado y la protección del pueblo con “profesionalismo”, como se informó en su momento. La agregación del vocablo “pueblo” se puede interpretar de muchas formas, pero esa inclinación tiene que ver con que se devuelva la confianza perdida de la sociedad hacia la implementación de la seguridad.

Sin embargo, el cambio de la estafeta de la seguridad de las policías a las fuerzas armadas no ha sido del todo positivo porque la línea de la violación de los derechos humanos es delgada, como consecuencia de los operativos de fuerza. Bien recibido es el intento de pacificar el estado, pero en el cómo han habido ciertas acciones de abusos como lo publicó Chiapas Paralelo, con el riesgo de que todos podrían ser una “amenaza” o posible “delincuente”. Por otro lado, la promesa de “cero impunidad” parece ser un verdadero reto para el gobierno a la hora de cumplirla, si como dicen, los “peces gordos” son atrapados y no sólo los niveles de abajo. Parte de esto se vio durante los operativos militares en hechas por la GN en la frontera sur chiapaneca, pues la población hizo suyo el eco de que la impunidad siguió, al no atrapar a los que realmente deberían atrapar.

Una tarde sobre la avenida central oriente un motociclista se asustó por el sonido de la bocina que todo mundo no desea oír de una patrulla policiaca o de tránsito detrás de uno, porque seguramente se trata de un abuso de autoridad o, peor, de un atraco policiaco. El motociclista se asustó, ya que detrás de él venía una camioneta con miembros del PAKAL. Dieron la vuelta pasando la luz roja del semáforo, retornar hacia el Oriente y alcanzar al convoy. Varias personas vieron eso como no espectacular y sí con cierto temor. Sobre todo, el motociclista.

 

 

 

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