Desviaciones

Imagen: www.appsia.es
Guerreros mediáticos desviadores de la atención social adicta a las redes, ejércitos de boots, influencer, o lo que se te ocurra, falsos, reales, son echados a andar para convencer a los vulnerables a través de una persistente cobertura negativa y vengativa, para que una mentira se vuelva verdad, una verdad mentira.
El origen de estas batallas ha sido, un supuesto “campo de exterminio” (sic), explotado desde la derecha panista contra la izquierda morenista, en una más con el objetivo de dañar al gobierno hacia las ventanas del mundo; contrapesado con la actividad de la aguerrida senadora chihuahuense Andrea Chávez, ampliamente atacada; por el senador Noroña, por momentos el principal objetivo frente a las fosas, cuando “alguien” le toma una foto en asientos reservados para los ricos; opacada, asimismo, una “muerte” que quizá no ocurrió, de la señora de apellido Wallace, muy metida en arenas dudosas y, sobre todo, justo cuando un libro ha sido escrito con el propósito de dilucidar una supuesta muerte de un hijo, macabras dudas que ni Patricia Highsmith pudo imaginar este merequetengue.
O sea, el entretenimiento estaba en estas noticias: el caso Chávez desvía el caso Wallace, el caso de una hermana incómoda de la ex candidata de la derecha, sentenciada por secuestro, opacada por campo mencionado, el caso Noroña desvía la atención de ésta y éste, un sillón de avión por una mujer desaparecida del hospital y del crematorio. Días antes otra nota habría sido muy explotada por los ejércitos en redes, enredados por ataques magnificados pero que igualmente ocultó otras noticias: la foto en zócalo de los funcionarios morenistas esperando a la presidenta.
Campañas tras campaña son aprovechados para golpear primero. La derecha enfurecida, aún sin curarse de la cruda realidad, lanza a sus pesos pesados de la comunicación, aquellos que firmaron el pacto con el expresidente Peña. Algunos pierden las formas como reducir la polémica a un asiento de lujo en avión, donde un plebeyo de la izquierda morenista abre un “debate” de lujo por supuestamente no viajar en el lugar económico, pero no la insistente presión militar de Estados Unidos contra los “narcoterroristas”, donde ni el secretario de Estado ni el de Defensa descartaron. (En otro momento esta opción fue pedida por la derecha nicaragüense, venezolana y puertorriqueña.)
El caso es que si había algo que discutir y que tiene más fondo, sin duda era las presiones a las que ha estado el país, del gobierno de Trump. No muy tímidamente la derecha coquetea con esa variable histórica de las agresiones del vecino norteño. Unas voces, cierto. Al fin y a cabo voces que no se oían desde, quizá, el cardenismo. Serio es el asunto porque la opción militar de Estados Unidos para combatir a los narcotraficantes parece ha tenido un mensaje que va más allá como “socios comerciales”. Serio es que en marzo de 2009 una intervención militar en el país estaba “fuera de toda discusión”, dijo el expresidente Calderón. Las presiones venían de un informe del jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, el almirante Mike Mullen “acerca de la guerra contra los carteles del narcotráfico en México, y preguntó en que forma podía su país ayudar, incluso con medios militares”.
“Es tan grave que el nivel no puede subir más”, expresó un groenlandés al ver a su nación bajo presión trumpista. Hasta allá llegan las voces del viejo monroísmo. Del otro lado del río, la unidad nacional no llegó. La soberanía nacional no tuvo lados: ni en la derecha ni en la izquierda.

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