Soberanos
Demoró mucho el presidente canadiense –quien gobierna muchos años y nadie le ha acusado de “dictador”–, para, sin decirlo, que su nación es soberana. Antes que él, la presidenta mexicana –quien sí ha expresado reiteradamente la palabra soberanía y, más aún, que México no es colonia– había declarado las razones de la palabra para las naciones y sus fronteras.
Discípulo del globalismo, como se le atribuye, el canadiense había vertido cierta timidez cuando el presidente norteamericano declaró la posibilidad de que Canadá se volviera otro estado más de Estados Unidos. No aclaró cómo: si poblando el territorio, impulsando una “consulta”, para después “independizarse y anexarse”, o por medios bélicos, un proceso geopolítico hecho con Texas cuando era territorio mexicano, demostrado por el historiador Gastón García Cantú. Por cierto, con México no planteó lo mismo. Aún no sabemos por qué con uno de sus socios comerciales sí, pero con el otro no; sin embargo, el mar fue también parte de sus declaraciones: cambiarle el nombre al golfo de México por el de su país. De esta forma, el territorio canadiense y las aguas mexicanas fueron las barajas tiradas en una mesa de tres geopolíticamente desigual donde el as imperialista lleva la mano con una clara apuesta monroísta, no ausente en los republicanos ni demócratas. La doctrina, obra del secretario de Estado y presidente James Monroe, sigue vigente. Se podría decir entonces que en el fondo no hay nada nuevo. Pero…, quizá, en ciertas formas sí.
Quizá, porque en las palabras –en los hechos aún no sabemos, aunque ahora la guerra económica parece ser quedó en una pausa–, los cárteles de las drogas, (por llamarlo de alguna manera), serían considerados como “terroristas”, según Trump. Tampoco habría en esta palabrota una sorpresa: la ex secretaria de Estado, la demócrata Hilary Clinton, denominó como “narcoterrorismo”. Y tampoco el discurso mexicano es una sorpresa cuando se trata de la soberanía nacional, porque en marzo de 2023, en el 85 aniversario de la expropiación petrolera el entonces presidente Obrador dijo: “México es libre e independiente, no protectorado de EU”.
Frente al unilateralismo mostrado por el presidente Trump con sus “socios comerciales” y con el mundo, incluidos sus aliados –como lo haría Bush hijo en su momento contra el terror– la defensa de la soberanía es un derecho. La crisis del llamado “libre comercio” convertidos en tratados, acuerdos multilaterales se hacen trizas, cuando el socio mayor de la América del Norte ha iniciado políticas contra los otros dos socios. La contradicción salta a la vista, deportando migrantes mexicanos e imponer aranceles altos, multas que tendrán que pagar en una zona “libre”, conjunta, comercialmente desigual. La cacería contra los otros, “invasores”, prácticas de encierro y persecución, redadas policiacas desaparecen el derechos internacional que poco le importa a la administración Trump. Al respecto es bueno recordar que sus antecesores –republicanos y demócratas– establecieron igualmente esta línea anti migrante en una nación hecha por migrantes, donde cada año 40 mil personas son asesinadas por armas de fuego (Paul Auster, Un país bañado en sangre).
Echarle la culpa a otros es fácil. Pero esta retórica electoral ya fue usada por el en su anterior elección y quedaron en amenazas. Recurrir al “terrorismo” es un pretexto que no se dice que es una estrategia de Estado, financiada y controlada desde allá, que como negocio o “cártel” tiene que ser monopolizado. Pese a que es violentada, la soberanía es antiimperial.
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