Resurrección
Sin duda es el título que se acopla al reciente triunfo del peronismo en Argentina, el cual no debería de haber considerado como una “sorpresa”, porque pese a la propaganda a la que ha sido sometido un importante porcentaje de la población dijo no a la derechización, modificando con ello un escenario construido supuestamente para barrer con todo lo que ellos estigmatizan como ”populismo”. “… sometido a una campaña organizada y financiada desde los grandes centros del poder mundial para acabar definitivamente con el peronismo y con los sectores más activos en la defensa de los intereses nacionales”, escribe la periodista Stella Calloni. La crisis permanente del endeudamiento externo contraído que ha sometido a la nación argentina a un pasado que sigue siendo presente: “más de cien mil millones de dólares, con el golpe final que significó, el préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) de 53 mil millones de dólares a Macri, al final de su mandato, de los que se entregaron 45 mil millones, el más grande monto dispuesto por el fondo en su historia violando sus propias leyes. Ese dinero, según confesó un funcionario del FMI, fue para ayudar a que Macri ganara las elecciones en 2019”.
En momentos en que las redes inundaron las mentes con el triunfo de las primarias de la extrema derecha, produciendo, incluso, un triunfalismo anticipado de Milei, la primera vuelta significó un revés, porque el candidato Masa está vivo. Algunos quizá ya levantaban el brazo derecho, la copa sostenida en el otro, gritando ¡por el bien de la patria! Pero no ocurrió así. Dos “sorpresas” aparecieron: la primera, Javier Milei, un histriónico schowman, que recuerda a Zelensky, Bucaram, Fox, que recogería las sobras de la decepción y hartazgo social en un país arrasado por el “neoliberalismo”, las deudas y por los errores del gobierno, pero todo enmarcada en una campaña mediática, diarios, locutores, intelectuales, agencias externa, de hacer creer -como se hizo en Cuba, se ha hecho con Venezuela, Nicaragua-, que todo, absolutamente todo, lo que deriva de la izquierda como gobierno, es malo. Esta construcción no ajena sólo en Argentina: lo vemos y oímos ahora en México, faltaba más. La jauría corre a buscar “el dato”, del mal en Guerrero, buscar sólo lo que perjudique e impacte contra el gobierno. Si a esto le suman los errores de éste, entonces la derecha se mete sin permiso.
La segunda sorpresa fue el “resurgimiento” de Massa. La pregunta es que pasó en la psique de los votantes argentinos desde las primarias hasta la primera vuelta para cambiar el primer resultado. Las primarias no son iguales a la primera vuelta ni esta será en la segunda vuelta. Comprobado está que este interesante sistema electoral produce cambios pero también incertidumbre. En otra situación sin segunda vuelta el candidato Massa sería ya presidente electo.
Inexistente la izquierda en el primer resultado argentino, ahora el resurgir queda en dos de tres principales candidatos, los cuales, según el politólogo Atilio Borón, son tres de derecha. Lo resume con un símil así: de los tres bandidos que entran a una casa para matar: uno de ellos, Milei, quien con gritos ingresa apuntando al dueño de la casa para matarlo, la otra Bullrich, diría que no merece morir así, debe sufrir poco a poco, y el tercero, Massa, diría, no déjalo, vamos, no vale la pena, dale algo y ya, vamos a otra cosa. O sea, el que entra y no te mata es el mejor que queda. Esa sería la “diferencia”: el que te va a matar.
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