Orejas
Uno de sus principales apoyos del presidente Obrador, acaso el más fuerte, y, sobre todo, leal, las fuerzas armadas ha sido en estos días blanco de varios gatillos internos y externos. En casa, los jueces hacen alarde de su presumida y oportuna “independencia” para atrincherarse en la legalidad, dándole cara al Ejecutivo y al Legislativo. “El poder judicial existe”, parecen decirnos. “Es fraude a la Constitución decir que la agrupación -se refiere a la guardia nacional- tiene carácter civil”, sentenciaron la mayoría de magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Acaso por amparos y demandas contra la reforma sobre seguridad, que una sección de la policía militar pasó a formar parte de la estructura del ejército mexicano, los magistrados se retrasaron para descubrir el carácter castrense de la Guardia Nacional, ya que su parto fue de color verde olivo, por más que usen otro uniforme. Nació militarizada, acorde a una política que no se aleja de priísmo, panismo, consistente en otorgar de mayores responsabilidades civiles en manos militares. No habría diferencias de fondo, pero sí en las formas: la primera obedece a una mentalidad guerrerista; la otra, es una especie de intervención militar reservada, legalizada, precisamente por la ley de la guardia nacional. Una fue con la guerra; movilizando a las fuerzas armadas contra los narcotraficantes, llevada a la cúspide por el expresidente Calderón; la otra optó por no guerrear, sino por ir al fondo de las necesidades sociales que producen el crecimiento del narcotráfico.
La otra noticia han sido el espionaje por parte de los militares. En ello hay una línea que pasa al terreno jurídico y político. En ésta el Estado no está obligado a dar toda la información a la sociedad, pero el Congreso es un espacio para la rendición de cuentas del poder militar al poder civil. Esto prácticamente no existe en México. En otros países más “abiertos” democráticamente hablando, como serían las llamadas democracias occidentales, el intercambio de la información es más viable…, siempre y cuando la seguridad nacional no esté en riesgo. Muchos secretos no se han aún develado porque algunos pasan por este término, lo cual se justifica casi siempre como una “razón de Estado”. Se podría pensar que en nombre de la seguridad nacional se limita o se anula, la información que los gobiernos están obligados a proporcionar. Se nos dice que vivimos ahora en “la sociedad de la información”, en sociedades más observadas, espiadas, controladas. Sin embargo, en vez de mostrar más la información estatal, más se oculta. Los ejemplos serían varios empezando por un 11 de septiembre, hasta la guerra en Ucrania. No se comunica todo. Nunca se ha comunicado todo, porque los gobiernos mienten, espían, y, algunos, asesinan. Esto es un asunto que deriva en un problema para la democracia, desde el punto de vista de la rendición de cuentas por parte de las instituciones encargadas de la seguridad.
Espías y espiados. Esto fue lo que le ocurrió recientemente a las fuerzas armadas mexicanas. “Nuevas filtraciones” acaparan y desvían otros asuntos. Los vecinos espían al gobierno, a sus fuerzas armadas. El cómo es la DEA y el Pentágono, el por qué es una parte de la política exterior de muchos gobiernos, el para qué es confundir, alterar algo, y afectar a alguien, cosas que supuestamente ocurrieron pero que no se sabían. Entonces se filtra y una ola fuerte y brava se levanta para intentar llevarse todo al fondo..
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