Futbolistas

Selección Mexicana de Futbol.
Foto: FIFA

Entre pasiones, desilusiones, fanatismos, que brotan cuando el futbol se vuelve más que una distracción, pocas son las miradas que miran hacia otros lados. No se escuchan las voces de, por ejemplo, los llamados “organismos internacionales”, para muchos los verdaderos factores de poder internacional, protestar, advertir o protestar absolutamente por la destitución del presidente de Perú electo por el voto del poder popular. Por ahí, entre tanta red, apareció una tímida mención de uno de ellos: “respeten los derechos”. Lo cual está bien. Pero la situación golpista en ese país cuenta ya con varios cadáveres. Donde se mezclan el racismo oligárquico y diferencias que el tiempo no quiere borrar Otra voz, desde la izquierda, es aprovechada rápidamente por la plataforma Yahoo. Es la del expresidente y próximo presidente brasileño Ignacio Lulla -en su momento procesado y encarcelado por una rebobinada oligarquía: “entiendo que todo fue encaminado dentro del marco constitucional”, habría dicho sobre las acusaciones y la detención del aún presidente peruano, y, de hecho, avaló la toma del poder político de la vicepresidenta, deseándole buenos augurios. Pero el presidente Castillo no ha renunciado y aún faltan aclarar varias cosas de esa amañada y discutible destitución.

Y sobre futbol se han vertido las comunicaciones de un mundial desactivado, el cual hoy llega a su fin. En el proceso, el martirio de los mexicanos por su papel histórico, de los medios de siempre haciendo su juego, y de la siempre “leal” -quizá no como antes- la llamada “afición mexicana”. Se nos apareció otra vez el fantasma argentino, y, como en los otros mundiales, nos volvieron a ganar. Ahora apareció Messi. Antes el apache y Rodríguez. Luego la “revancha” frente a Holanda no se dio, no se asimiló porque muchos estaban en favor de ellos y en contra de los argentinos. Muy pronto los mexicanos olvidaron el “no era penal”. Frente a frente estaban dos de los últimos “culpables” del adiós mundialero.

El otro “culpable” escurrió por el entrenador…, argentino. Martino se vio en la necesidad de aclarar sus lealtades y sentimientos jugando contra su propio país, contra su origen, su ciudad, su año de nacimiento, el sanatorio donde nació…Todo eso que el argentino padece y goza cuando de futbol se trata. Basta ver la catarsis del matador Kempes, o de Valdano, viendo disputar el pase de la albiceleste frente a Holanda. Siendo futbolista y argentino, Martino lo sabía pero  tenía, -si o si-, ganarle a su país… Pero no ganó.

En la final de hoy, estuvo presente ese sentimiento argentino, (que tal vez el propio exseleccionador nacional también viendo el juego padeció), y el futbol, una unión entremezclada con fuertes lazos populares. Fue la expresión del último jugador en tirar el penalti que le dio el triunfo a la selección argentina: después de su elegante gol, se llevó a la cara la playera albiceleste para taparse la cara y llorar. Ha sido un llanto deseado y negado desde años, anhelado desde 1986. La playera de Gonzalo Montiel era esa culminación del ¡por fin!, el manto que cubrió momentáneamente su rostro, sabedor del peso que es llevar esos colores en un juego, en una final y ganarla.

En la parte del final de la final de la copa mundial 2022, el entrenador francés cambió a su defensa central por lesión. Entonces todos los jugadores franceses en ese momento jugando, eran de origen africano. Todos. Y pronto, uno de ellos, será, muy probablemente, el nuevo rey. Tiene también, como otros grandes, el número 10.

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