El eco de los sonidos del mar de la ciudad amurallada de Campeche
El horizonte en ti, el agua deshojada,
la flor entre las páginas del día.
La soledad que llevo siempre en flor.
Tú callas y me miras
con tu mirada triste y tu silencio.
Yo estoy hecho de cantos escondidos,
perdido entre las cosas,
oyendo el aria antigua de tu ausencia,
sin saber que decirle a los demás.
Carlos Pellicer
Para Yessica.
I
06
El estado de Campeche cuenta con una población de 928,363 que habita una superficie de 57,484.9 km2. Forma parte de la región maya que abarca Chiapas, Tabasco, Yucatán y Quintana Roo, así como los países de Guatemala, Belice, El Salvador y Honduras.
Son innumerables los aportes que hizo a la humanidad la civilización maya. Algunos de los legados están documentados en los códices, la medicina tradicional y la botánica; los conocimientos de la astronomía y matemáticas, el calendario y la invención del cero, entre tantos otros.
Según la historiografía, en el año de 1517, los habitantes del puerto maya Kin Pech, situado a orillas de la bahía del golfo, vieron anclar frente a sus costas los navíos españoles que presagiaba la tragedia por venir. En 1519, Hernán Cortés emprendió la conquista del “Nuevo Mundo”. Con armas de fuego, caballos y una estrategia militar impecable, derrotaron a los aborígenes de la nación maya-chontal, se apropiaron de los territorios de la península e impusieron sus costumbres y creencias. El 4 de octubre de 1540 se fundó el puerto de San Francisco de Campeche. Esa fecha es reconocida como el día de la fundación de la ciudad.
Con la llegada de los españoles inició la colonización y sometimiento de la población originaria, destrucción de sus cosmogonías y cosmovisiones, imposición de la religión monoteísta judeocristiana. En las nuevas ciudades se construyeron iglesias sobre los sitios sagrados de los conquistados; se edificaron con una arquitectura colonial y se organizaron por plazas y barrios consagrados a un santo de la iglesia católica.
Durante la segunda mitad del siglo XVI, Campeche se fue transformando en el importante puerto peninsular que formaba parte de un circuito comercial compuesto por Honduras, Cartagena de Indias, La Habana, Puerto Rico, Dominicana, Venezuela, Florida, La Trinidad y Veracruz, por donde transitaban los barcos de la flota española.
En esa época florecieron y se multiplicaron los piratas dedicados al saqueo y la rapiña en el Caribe y el Golfo de México. Las autoridades comenzaron a construir un sistema defensivo. Surgieron las primeras fortificaciones: Fuerza de San Benito; El Bonete; El Baluarte de Santo Cristo de San Román como parte de un sistema defensivo que después se amuralla.
Campeche es una ciudad doblemente amurallada: la fortaleza hexagonal de piedra que la protegía de los corsarios y piratas que la asolaban y saqueaban, y la muralla de agua de la cuenca oceánica de los litorales del golfo de México. Su fortificación cuenta con un perímetro amurallado de aproximadamente dos mil setecientos veinte metros de forma hexagonal. Sus baluartes están unidos con lienzos de muralla que alcanzaban alturas de unos ocho metros por los frentes de tierra y seis metros por los frentes de mar. Para entrar a la ciudad existen las Puertas del Mar, San Román, Guadalupe y la Puerta de Tierra. En octubre de 1777 el rey Carlos III de España concedió a la villa el título de ciudad de San Francisco de Campeche.
De acuerdo a la UNESCO Campeche es un modelo de ciudad portuaria, barroca de trazado cuadriculado dentro del espacio hexagonal que forma la muralla y un excelente ejemplo de la arquitectura militar empleada por España. En 1999 la designó Patrimonio Cultural de la Humanidad.
De la historia prehispánica de Campeche existen testimonios de la civilización maya que habitó esa región. Hay más de quince zonas arqueológicas, entre las que destaca Calakmul la más impresionante de todas.
La globalización y el modo de producción y consumo capitalista neoliberal han hecho estragos con la extracción de petróleo y gas en las más de 100 plataformas que operan en la sonda de Campeche y la construcción del tren maya. Sin embargo aún se conserva parte de la flora y fauna en una pequeña porción que queda de la selva.
II
Estos pensamientos sobre la destrucción de los bienes naturales del planeta mundo me acompañan en el andar por el malecón. Nostálgico, acaso pesimista, sigo la ruta que marca la división de la tierra y el litoral, el amanecer del verano del 2022.
Las barcas ancladas me recuerdan los puertos que vio Fernando Pessoa en Lisboa, que forma parte de otra península: La Ibérica y colinda con el Océano Atlántico. Allí Pessoa escribió gran parte de su obra literaria que se destaca por los múltiples heterónimos utilizados. Su universo literario está marcado por el desencanto y desasosiego; Marco Antonio Campos dice que su escritura está pautada de una emoción muy particular y honda, con tristeza cargada de derrota.
Evoco estos versos de Pessoa:
Derrámame la naturaleza sobre mi cabeza ardiente
su sol, su lluvia, el viento que tropieza en mi cabello,
y lo demás que venga si viene, o tiene que venir, o que no venga.
Esclavos cardíacos de las estrellas,
conquistamos el mundo entero antes de levantarnos de la cama;
pero nos despertamos y es opaco,
nos levantamos y es ajeno,
salimos de casa y es la tierra entera,
y el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.
………………
No soy nada. Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo.
Dubitativo, hago una pausa en el andar. Observó que las últimas sombras de la noche emprenden su retirada y en el horizonte se asoman los primeros rayos del sol.
III
Continuó la caminata por el malecón de Campeche
desde dónde
contempló el mar y
los
claroscuros del amanecer.
Al alba,
los hombres de la mar,
en sus embarcaciones,
emprenden el andar.
Se pierden en el horizonte
en donde hundirán
en la piel del mar
sus redes y atarrayas,
de sueños, anhelos y esperanzas.
Mis ojos van llenándose
de los colores aguamarina
que provocan
los primeros rayos del sol;
la armonía
del mar y el cielo
transmiten sosiego.
La luz del amanecer
estimula la memoria
y despierta los recuerdos.
Mis pensamientos sueltan
sus amarras
y navegan en el desamor
que encalla en el
pasado reciente.
El rumor del mar,
las olas
que van y vienen,
los agitan;
traen al presente el tiempo vivido,
la travesía
en la que ahora naufragan
mis sentimientos
que se transforman
en palabras
para nombrar las cosas de la
vida
y el
universo.
IV
De lo profundo de las
entrañas del mar,
emergen los tristes recuerdos
que galopan en la
brisa
del viento del amanecer,
cuya luz del alba alumbra
tu bello rostro que aún
habita en mi ser
y resuena en los sonidos del mar,
qué escucho,
evoco
y
escribo.
Hago una pausa en mi andar y,
con la velocidad de la luz,
alzo la mirada
al infinito,
mis ojos recorren las constelaciones
de la bóveda celestes,
sé que no estás ahí.
No obstante,
entre los astros y las estrellas,
busco tus huellas en
el vasto
universo,
no las
encuentro.
Camino y mis pensamientos divagan,
y se extravían en
los claroscuros del cosmos
de donde emerge tu recuerdo,
que se diluye en los confines del
firmamento.
De pronto, una luz de lucidez me alumbra:
viví una ilusión, acaso un claroscuro de verdad y engaño.
Ahora, a la distancia,
comprendo que fui víctima de sí mismo.
Con estas sensaciones y sentimientos que nutren mi subjetividad, concluyo mi caminata por el malecón y regreso al hotel para iniciar la reunión universitaria.
Mañana será otro día.
Campeche, verano 2022.
No comments yet.