El llamado a la guerra
Todos con Ucrania. Ese es el llamado -forzado mensaje bélico- que avanza poco a poco hacia una delgada línea. Tiene su raíz en el seno de la OTAN, donde el mandamás, ha sido, y es, Estados Unidos. Por ello, sumar aún más miembros a esta alianza militar en sus inicios antisoviética y hoy antirusa, a Finlandia y Suecia, o Dinamarca, es una clara intención del rumbo que se quieres tomar por parte de los aliados militares de los norteamericanos. La estrategia para usar a Ucrania como justificación para los preparativos de su defensa ha sido una parte de los ingredientes que forman parte de la expansión militar de la OTAN. Enojaron al oso ruso, sabiendo que por seguridad nacional no permitiría un país satélite en su frontera, que se dieran maniobras militares conjuntas con Ucrania, un previo golpe de Estado, sanciones económicas, y bueno, hasta “neonazis”. Un pretexto construido, como el de la guerra de Vietnam, Pearl Harbor, contra México, Irak…, en pocas palabras, para una guerra.
A este paso podríamos preguntarnos cómo pagará Ucrania el arsenal que va en camino. ¿Acaso tiene dinero, aparte del prestamos sin condiciones del Banco Mundial para estas excepciones? No lo creo. A este ritmo este país se endeudará más y, si no es anexada a Rusia, su destino será el de una colonia o protectorado, con el tiempo reconstruida por las empresas norteamericanas, después de que los lobbies armamentistas hagan lo suyo económicamente hablando.
Por eso el tiempo cuenta ahora más que antes. Sin embargo, en la planeación de las guerras no todo sale como al principio. Los generales rusos discutieron y aprobaron, entre ellos la piedra angular: la intervención de la OTAN. De hecho, y pese a que los “aliados occidentales” preserven ante todo las normas de la “defensa colectiva” de todos los miembros si uno es atacado, en los hechos, el envío de armas y contratos privados a Ucrania -sin ser miembro de la OTAN-, constituye una declaración de guerra; más aún, uno de los principales exportadores de armas en el mundo como Alemania y sólido aliado norteamericano en Europa y en el interior de la Alianza, sale a la defensa, no de un país hermano, no de un aliado, no; de su “derecho a defenderse”, y sacan de los archivos la carta de la ONU de principios de siglo XX, que hasta ahora nadie la había recordado. Ya Alemania no se esconde, dijo un editorial de una cadena televisiva en alusión a los tanques leopard rumbo a las fronteras rusas.
La línea es hacer que Rusia ataque el envío de esas armas en su viaje a través de un aliado atlantista, como Polonia; pero eso es precisamente lo que ha dicho el presidente Putin: cualquier envío con dirección a Ucrania, tendrá consecuencias… nucleares. La pieza disuasiva está presente y al final sólo está una la línea roja. Cruzarla implica la escalada e inicio de una presumible “larga guerra”, han repetido algunas voces desde los Parlamentos, aunque antes este guion lo había ya inaugurado el presidente Biden,
Esta vez “comunista” desapareció. Su lugar fue ocupado por “genocida”. Palabras fuertes en tiempos de guerra. La historia nos enseña que por esas tierras la operación Barba Roja mostró una derrota de Occidente. Al sumar Finlandia y Suecia, el norte ruso es un claro mensaje. El centro es Ucrania, cristal del teatro de operaciones, y en el sur, el mar negro podría ser testigo de que el aliado turco, históricamente rival ruso, no se quede cruzado de brazos.
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