El mensaje
El difícil paso dado por Rusia era parte de la estrategia norteamericana porque desde hace varios años el cerco militar hacia las fronteras rusas no se ha detenido. El siguiente paso era la inclusión de Ucrania a la OTAN. Este avance militar habría sido considerado por algunos generales rusos como una “causa de guerra”. Por lo tanto, no debería sorprender la operación militar iniciada por las fuerzas armadas rusas, sencillamente porque en varias ocasiones las advertencias fueron dichas y escuchadas por todo el mundo en voz del presidente Putin. “Una medida forzada, no nos dejaron otro modo de proceder”, dijo.
Lo que sí debería ser cuestionado y difundido, es precisamente ese avance militar hacia la zona de influencia rusa por parte de la Alianza lidereada por Estados Unidos desde su creación el 4 de abril de 1949 en Washington; además, los líderes occidentales no cumplieron su palabra “ni una pulgada hacia el Este”. Con este avance Rusia sigue siendo considerado como una “amenaza” por prácticamente toda Europa y Estados Unidos, después de que se nos dijo en 1991 que el capitalismo había triunfado y la era unipolar estaba presente en la propaganda anticomunista. Pero como sucedió después de la segunda guerra mundial, poco tiempo duró la hegemonía norteamericana, ya que a nivel militar (convencionales, nucleares, misilísticas), la ex URSS no sólo no disminuyó esta capacidad, sino continuó con una modernización militar y lo convirtió en lo que es: una potencia militar en todos los niveles, como justamente lo estamos observando hoy. Un estatus que en realidad nunca perdió pese a su desintegración, a la pérdida de una vasta región geográfica dentro de su zona de influencia -en la actualidad posicionados contra ella como en la OTAN: Polonia, Rumania, Bulgaria, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Letonia, Lituania, Estonia, Croacia, Albania, Macedonia del Norte. “La victoria” de Estados Unidos, si se pudiera denominar así, del mundo posURSS, fue la pérdida de este espacio geopolítico, una diferencia importante si se toma en cuenta que aquellos ni tuvieron destrucciones en su territorio -como sí la URSS en la segunda guerra mundial- ni ha perdido regiones geográficas.
Pero la cuestión ucraniana era demasiado. No se necesita tener un doctorado en Harvad para tener una idea del propósito de la decisión de Estados Unidos de intervenir en este país. Sobra decir la posición estratégica y de seguridad nacional que representa para los militares rusos. Ciertamente el equilibrio estratégico entre las dos potencias se ha roto, como lo advirtió el presidente Putin. Como en las cambios, reclamos o competencias por la hegemonía capitalista, la situación actual en Eurasia es, asimismo, una lucha capitalista, no exenta de rivalidades, sanciones, accesos a mercados, a geopolítica y guerra. En este caso se trataría de frenar la influencia comercial, financiera, geoestratégica en Europa y Eurasia. La influencia del capitalismo ruso sería también unos de los factores determinantes que están en juego. (Véase Ana Teresa Gutiérrez del Cid, “El conflicto en Ucrania”, La Jornada, 26.02.2022.)
El riesgo es alto. Ocurrió ya en la primera guerra mundial cuando Alemania reclamó un lugar frente a Inglaterra. Tal vez algunos atlantistas froten sus manos. No permitiremos en esta zona de influencia, ninguna amenaza, es el mensaje ruso algo que, por cierto, los monroístas han hecho desde 1823 en este lado latinoamericano.
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