El tren electorero
Días después de la tragedia del metro de la CDMX, y como si fuera un acuerdo mutuo, los monopolios televisivos privados iniciaban sus mensajes con esta noticia, agrandando el hecho, yendo más allá de las conciencias, llevándolo hacia un camino cruzado entre el drama de una chafa telenovela mexicana y el momento electorero. Usando el dolor humano, las televisoras cruzan una línea mostrando lágrimas de los pobres y sus quejidos de siempre cuando llega la muerte; buscando la rabia de la impotencia, el cansancio corporal y mental de la pandemia (encierro, distanciamiento, vacunas), colocaron las baterías apuntando hacia todo lo que suene a gobierno. No es para menos: ocurre el accidente en una coyuntura electoral sui géneris debido a la división social, y en la urbe dominada desde hace muchos, muchos años por la izquierda (PRD, MORENA).
Lamentable es ese derrumbe, como justa la responsabilidad de las supuestas desatenciones dadas por las administraciones anteriores. Pero independientemente de esto, el énfasis dado por la oposición de derecha y ultraderecha, se ha convertido en algo como una ayuda extra en un juego donde no las llevan de todas ganar. Como un balde de agua fría para despertar y relanzar sus ataques a falta amarillistas propuestas y silencios sobre, por ejemplo, la corrupción heredada. Un aparente empujón aprovechado por la derecha intelectual encabronada para colocar los puntos en las ies del antiobradorismo.
En medio de la batalla por el poder, -posiblemente una de las más significativas de la historia política reciente debido a lo que se juega: restauración o transformación-, el efecto Guerrero cruza el territorio hacia Tamaulipas. Un excandidato suspendido, el de la costa sureña, y un gobernador en el barranco del desafuero, el de la frontera norte. Sin cortina negociadora, la derecha y la izquierda lidian sus ases y no dan marcha atrás.
Pero el objetivo de ese derrumbe va directo al corazón de las opciones presidenciables dentro del morenismo. Ciertamente dos de las cartas fuertes y otra en el dirigente nacional del partido. Bajo el bombardeo mediático y convertidos en el cuarto poder, los medios masivos de control social hacen lo que más saben hacer: conmover las conciencias y los corazones, persuadir ese efecto donde todo se vale, donde el mar electoral agitado (asesinatos, amenazas de muerte, cateos, protección especial a candidatos y lo que viene en la fase poselectoral) presagia tormenta de un nivel alto de varios días.
Ni la queja lebaronista contra el gobernador de Chihuahua, ni la salida y entrada de un narcotraficante de la cárcel, vamos, ni el COVID, han sido en estos días los motivos de la “opinión pública”. Un derrumbe de un transporte popular se volvió un inesperado detonador para la derecha y las encuestas Las investigaciones mostrarán algún día el motivo de la cídad el metro. Eso se espera. Porque las esperas no resuelven mucho. Las expectativas de millones de personas, cansadas de mentiras, de promesas, de corrupción, de injusticias, desbordan tarde o temprano, sus inconformidades y como ocurre en la represión colombiana, la visibilización y la inmunización social frente a acciones gubernamentales “los pueblos avanzan, y esto desborda la inconformidad …; muchos colombianos ya no son inmunes a la realidad,” opina la socióloga Estefanía Ciro.
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