El sueño ha terminado
I
1980: la banda inglesa de Northampton Bauhaus con su disco In the field flat, inaugura una maldita deuda oscura con el punk; 8 de diciembre de 1980: John Lennon encuentra a la muerte en la mano de un asesino “fanatizado”, dejando que la violencia se cargue a la paz.
Ese año Alejandro estudiaba sociología (intentaba más bien, porque nadie sabe a los 18 años lo que “desea ser en la vida”), en San Cristóbal de las Casas. Lo hacía como una especie de inercia, porque desde que el rock llegó a su vida, muchas llegaron a el, entre ellas la rebeldía que logró quedarse junto a él. Lo hacía para demostrarle a su padre-madre, al mundo, “ser alguien”, una frase ambiciosa, congruente para muchos pero absurda para él. No lejos de su alma estaban aún los “consejos”, las “advertencias” de los mayores, adultos expertos en orientar el futuro, fomentar el orden, o simplemente ser “gente de bien”; como la del tío alcohólico y mujeriego, quien un día muy serio le preguntaría sin evitar el hedor ronero salir de su bocota, después de cinco copas:
-A ver, -dijo con cierto tono arrogante que parece sugerir el uso de estas palabras-: ¿qué es la sociología?
− …
Enmudecido, Alejandro dejó que los segundos pasaran pero los sintió larguísimos, pesados, como el borrador sobre su cabeza lanzado por un maestro en la primaria Venustiano Carranza, allá en Arriaga. No supo responder. No quiso. Menos aún cuando la siguiente pregunta tenía que ver con el por qué estudiar esa carrera rara. Pero pese a escena del silencio y del recuerdo, decidió que la única forma de encontrar algo diferente en Tuxtla, era, además de escuchar discos de rock y no tener novia, tener el pelo largo, tratar de alinearse en algo que le respondiera sus preguntas. Y ella, la sociología fue la primera elegida.
II
Tampoco pudo decir algo cuando el hijo del dueño del hostal, un hombre alto, bien alimentado y sin preocupaciones le dijo: -murió tu ídolo.
Miró de reojo a esa persona, para percibir si se trataba, otra vez, de esos cuestionamientos por preferir el rock al mariachi, a los Beatles que los Bee Gees, el pelo largo al casquete. Pero esta vez el comentario era cierto: uno de sus referentes musicales, el beatle John Lennon, había muerto. Así, extraviado por un momento, lo primero que pensó fue en I am losser, nowhere man, revolution, mind games, God… Y cómo podría faltar el momento en que Lennon devolvíó su condecoración otorgada por el imperio británico: “Su Majestad, le devuelvo mi MBE como protesta contra la intervención de Gran Bretaña en el asunto Biafra, por apoyar a Norteamérica en la Guerra de Vietnam y por el descenso de Cold Turkey en las listas de éxitos. Con Amor, John Lennon”. Regresó a su cuarto. Bueno, es posible vengan tiempos musicales mejores –pensó. Y puso el cassete de Bauhaus en la grabadora.
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