El fondo
Uno. Por increíble que parezca, en el punzante debate presidencial en Estados Unidos los candidatos se enfrascaron algo de tiempo advertencias sobre un un posible ¡fraude electoral! principalmente en la reacción defensiva del presidente Trump, a lo que el ex vicepresidente Biden intentó, por su parte, defender el sistema electoral norteamericano. El sólo hecho de hablar en cadena nacional hizo del tema una pieza más de la disputa por el poder, y, sobre todo, porque ya traspasó una línea no incorporada de forma pública desde que el candidato Al Gore vivió la experiencia de un posible fraude electoral, pero que al final no sucedió gran cosa y el “sistema” siguió funcionando.
Tratándose de una nación cuyo modelo democrático suele presumirse por cierta politología como “ejemplar”, (por haber sido la primera experiencia sin monarquía, o por los contrapesos de los tres poderes y sobre todo al Ejecutivo, por ejemplo), sorprende ahora que los dos únicos y solitarios representantes de los dos viejos partidos políticos reclamen desde ahora la legalidad del resultado de un proceso, por demás, histórico, debido, entre otras cosas, precisamente por las acusaciones sobre boletas encontradas antes y del riesgo del voto virtual hechos por Trump. Inusual en este país y en otros con tradición liberal como las europeas, donde la palabra fraude electoral es inexistente. Por el contrario se suele decir que es en el Tercer Mundo, en las naciones subdesarrolladas -como México-, los lugares en el cual se practica; no en el “Primer Mundo” el “desarrollado”-como Estados Unidos. Al menos eso se dice. Al menos era, hasta ahora, la regla.
Pero esta vez las cosas son muy diferentes porque ya desde ahora, el tono, empieza a subir y podría colocarse en el centro de un pos conflicto electoral y disputa de los proyectos de la élite norteamericana. Pese a no tener muchas diferencias de fondo en sus prácticas de gobierno, una, la del procedimiento virtual y resultado final -consecuencia del COVID19 y primera en inaugurar esta forma donde la tecnología será la prueba fundacional-, muestra, además, que lo externado en el desordenado debate, que por primera vez los resultados finales no se conocerán la misma noche, y pudieran tardar más tiempo. Podrán pensar que esto ha sido para los mexicanos muy familiar; pero lo que pudieran pensar lo que sólo pasa en el subdesarrollo, quizá sean testigos que la próxima elección presidencial del vecino del norte, su democracia no sea la que por décadas daba el ejemplo de cómo funcionan las elecciones.
En un país sin INE ni Tribunal Electoral la decisión de los norteamericanos podría quedar en manos de la Corte. Pero allí también las diferencias y su autonomía serán puestas a prueba, porque la violencia social -inducida o no, legítima o provocada- está más presente que en anteriores elecciones y puede que esta vez estará presente en ambos bandos políticos, una vez que se conozca el resultado electoral. Algo muy difundido por ciertos monopolios de la información, los que creen que la gente y el mundo debe ver y conocer-, es la división, odio, rechazo entre la gente; pero igualmente “la otra normalidad” para otros norteamericanos sea la de ver ya ver el futbol americano.
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