La rebelión de la granja

Foto: Roberto Ortiz

El historiador marxista Eric Hobsbawm escribió que el verdadero inicio de la revolución francesa fue la reacción de la nobleza contra la pérdida de sus privilegios acumulados e intocables durante muchos siglos, donde estaban, como estatuas el no pagar impuestos. Unidos, parientes de “sangre” azul y divina, nobles aristócratas terratenientes, planearon e  impulsaron desde las fronteras de este francés la invasión militar contra esa Revolución, la que le había quitado esos privilegios, la que había, no reformado, sino transformado el viejo régimen. Con ello el historiador inglés quiso darle poco peso a la versión heroica,  y quizá romántica, de  “la libertad guiando al pueblo” (pintada elegantemente por Eugene Delacroix), hacia la bastilla, aceptada como importante detonador de la historia de las rebeliones armadas.

Otro privilegios, otros personajes están ahora siendo destruidos por el gobierno de la 4T. Viejos políticos y nuevos políticos, panistas y priístas,  intelectuales y escritores, frente a la historia; favorecidos y convertidos en defensores portavoces de los gobiernos del “neoporfirismo”; dueños de revistas cuestionadas por su independencia recibiendo mucho lana; partidas financieras elegidas estratégicamente para ser repartidas entre la Corte donde hasta bufones hacían y hacen su lamentable papel, protestan en el México de la 4T porque son evidenciados y conocidos en lo que era el México oculto. Mucho le aprendieron de la estrategia del viejo dictador Díaz para  cooptar a intelectuales, y que en el México reciente se amplió del espacio televisivo a la prensa escrita: revistas, diarios, generadores del control de la información desde el gobierno de  Carlos Salinas, como Nexos y Letras Libres, por sólo mencionar dos, considerándose cómodamente como parte o la única voz de la cultural oficial. Un viejo amigo chilango me hizo recordar que el analista del rock Víctor Roura le decía a esto “la mafia cultural”. Interesante término ya que el presidente López Obrador ha también señalado por mucho tiempo a otra mafia, la política, la que muchos seguramente saben ahora qué son, qué hacen y que intentaban hacer con el país.

Así, toda la disidencia al gobierno en turno, el EZLN, los maestros, estudiantes, pasaron por las plumas de los intelectuales pagados por el gobierno para ser cuestionados, limitados, neutralizados. Los contratos publicitarios con los gobiernos en turno antes de 2018 implicaban la sumisión al poder. Los privilegios de poder contar con grandes sumas de dinero otorgado por los gobierno anteriores al actual, (sea priísta o panista), no es, desde luego, noticia. No lo es históricamente. Sin embargo, en tiempos recientes se había convertido en un manto de protección y privilegio, una tradición, mantenida y defendida, ahora como una ofensa a la “libertad de expresión”. ¿Entonces antes qué era?

Veremos sus frases, sus justificaciones. Imitando el ejemplo del panismo, inspirados en guiones hoy desnudos: “jamás he cometido un acto indebido”, “es totalmente falso que como senador haya recibido beneficio alguno”, “todo, es producto de mi trabajo honrado”. Si le suman “intelectual”, la obra estará completa. Entre comillas, claro. Pero no con leperadas, majaderías (el presidente dixit), o presumir libros.

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