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Qué habrán pensado la comunidad del Instituto Tecnológico de Massachusets (“mente y manos”, su lema) del notición de uno de sus profesores invitados de apellido Videgaray, está acusado en México de ser parte del iceberg de corrupción del siglo, por un exintegrante y pieza clave del saqueo de apellido Lozoya. O los estudiantes que oyeron al profesor Videgaray en las aulas de esa universidad bostoniana, enseñando temas como confianza, democracia, ética. Qué pensarán, entre otros profesores de ese Instituto, como el premio nobel de economía, Paul Krugman…
Convertido de pronto en catedrático universitario anglosajón, (saco sin corbata), el exsecretario de hacienda y excanciller, no pudo evitar oir que un estudiante le dijera allí un rosario de cuestionamientos de su pasado reciente como político. Y es que cuestionable es darse el lujo de dar clases en esas caras aulas, las cuales con un singular orgullo han dado al mundo muestras de progreso, según los suecos encargados de los Nobel en, por ejemplo, química, física, o medicina. Pero como maestro, el expolítico mexicano no respondió adecuadamente las preguntas: prefirió invitar al estudiante de matemáticas a dialogar en su cubículo… ¿Que hubiera pasado si es hubiese ocurrido en el también caro Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), su alma mater y semilla de la doctrina del neoporfirismo?
Cerca del MIT, y que se ha vuelto una especie de “tradición”, la universidad de Harvard también ha sido huésped de otros “distinguidos” políticos mexicanos, quienes curiosamente volvieron a México y ocuparon puestos estratégicos para la toma de decisiones durante el neoporfirismo (1982-2018), por ejemplo, en el sector energético: electricidad, petróleo, o presidentes. Miguel De la Madrid, Carlos Salinas y, sí, adivinaron, Felipe Calderón, quien fue secretario de Energía con Vicente Fox y éste mpleado de la Coca Cola aunque egresado de la universidad Iberoamericana. Tanto Ernesto Zedillo como José Antonio Mead -secretario de Energía con Calderón y candidato a la presidencia- estudiaron en la universidad de Yale, en Connecticut.
Entre panistas y priístas compartieron puestos en sus gobiernos, la “alianza estratégica”, decía el politólogo Luis Javier Garrido, que logró Salinas con el PAN. Su metamorfosis fue el PRIAN o PANPRI: el PAN en PRI o el PAN en PRI. Se volvieron ideológicamente dos partidos de derecha.
La lucha por la corrupción de la 4T choca con este alianza. Esa política no había llegado muy lejos durante la larga racha de corrupción en el poder político en México. Ha cambiado la “tradición política” en el país porque no había ocurrido. Ni el derroche y el enriquecimiento en el alemanismo, ni “la renovación moral de la sociedad” emprendida en el delamadridismo quisieron llegar lejos con sus antecesores porque cada presidente seguía la regla no escrita de su antecesor: no hablar de política pero igualmente éste asumía un silencio disciplinario frente a su sucesor. Ambas reglas han sido en la actualidad rotas. Por eso es histórico lo que presenciamos en la política a partir de 2019. Recibir dinero para apoyar la venta de un negocio energético y después obtener una gubernatura, suma a la lista del caso Lozoya más involucrados. ¿Habrá más? Son tantos los acusados, sospechosos, detenidos, encarcelados, perseguidos, fugitivas, presuntos, amparados, que obligarán a la Fiscalía General a chambear horas extras. Porque solo el presidente no podrá. Son necesarias más personas e instituciones. Es como Messi: no puede el solo hacer ganar al Barcelona.
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