Retos
El tiempo mostrará si ya está en marcha un proceso de desestabilización contra el actual gobierno. No es aún de todo cierto. Aunque algunos síntomas parecieran asegurarlo. Pero pensar que partes del movimiento feminista está exento de filtraciones políticas, es como creer que los órganos autónomos, como el INE, haya estado desde su difícil y corto parto, ajeno de la influencia del poder en turno. Lo que sí es cierto es que la movilización de las mujeres dispersó, por un lado, el peligro de la propagación del pánico y miedo como consecuencia del coronavirus en su lenta pero latente marcha, el cual empieza a afectar a los espectáculos masivos, a las empresas del turismo internacional, pero, oh, sorpresa, no al dólar y sí a las monedas asiática, entre ellas, claro, la china, a la que le auguran, crecerá menos de los previsto. ¿Fuerzas del mercado globalizado? No es necesario ganar un nobel de economía para atinarle a esto.
Si alguien quiso detener y desviar “la cuestión Lozoya” –seguida de la “cuestión Luna”-, y desmemorizar a sectores medios, lo logró al jalar a otro terreno a algunos sectores del feminismo involucrándolo en el grito todos contra AMLO; porque justo cuando el diario Wall Streat Journal comunicaba que el expresidente Enrique Peña estaba siendo investigado, un enlace con las declaraciones del abogado de Emilio Lozoya, capturado justo en la víspera, acerca de que su cliente no se movía solo en su acusación de lavado de dinero y cohecho. Tampoco olvidar la lista de los chayoteros publicada en ese contexto, ni las condonaciones de impuestos de las grandes emporios beneficiados por años, ni las reticencias de los encargados de la distribución de medicinas. Todo esto, como debería tenerse presente, fue y sigue siendo la piedra angular donde se pueden comprender acciones y reacciones, de reforma y contrarreforma en el actual gobierno. No olvidar que se trata de privilegios históricos que resisten. La historia contemporánea muestra esto en una fase de la Francia revolucionaria y recientemente en Bolivia, o en Chile en 1973. No nos extrañemos si el coronavirus sea usado por la derecha como arma política para culpar de ello al gobierno.
La curiosa ausencia notable del encabronamiento acerca de las falta de acciones para detener la violencia contra las mujeres no tiene el mismo eco en otros estados donde también se fermentan diariamente cuadros violentos como el estado de México o Guanajuato, territorios de la oposición priísta y panista. Esta variable del fenómeno muestra una no tan rara viabilidad del propósito hacia donde se quiere llevar a una buena parte de la protesta femenina de quienes no se han quedado cruzados de brazos y hacen de cada coyuntura una arma políticamente oportunista contra el gobierno morenista, como de pronto algunos medios tradicionales y conservadores se rasgaron las vestiduras y gritaron entre la masa lo que ha sido y es desde sus cómodos lugares un tabú: los derechos de la mujer, como por ejemplo, el aborto. Me refiero a Televisa y Tv azteca, quienes de pronto, se metamorfosearon en símbolos de la defensa total de las mujeres, y las cejas, sonrisas, de locutores, artistas, reflejaron “coraje” de un guión de una telenovela chafa. Eso es ficción.
Lo real es la protesta de las mujeres por ser víctimas de la violencia -3 mil 831 asesinatos desde enero de 2015. En ello hay aún retos del gobierno para llevar también una transformación en aspectos cultural y legales. Porque querer subirse al tren de la protesta social sin reconocer que en el gobierno morenista actual hay, como nunca en la historia muchas mujeres en puestos importantes de dirección, es ver sólo los árboles y no el bosque Pero eso no es la nota. Un parche en un ojo sí quiso serlo.
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