Valientes
Para la joven Greta Thunberg por su valor.
Valientes lo fueron porque muy pocos se atrevían a enfrentar y desafiar a un régimen fuertemente autoritario en los años sesentas. Lo cómodo era no hacer nada. Quedarse observando mientras la fuerza perseguía, vigilaba, secuestraba por ser disidente, como le ocurrió a Martha Alicia Camacho Loaiza y su esposo, militantes de la Liga comunista 23 de septiembre, víctima de la desaparición forzada en los 70s: “si fuimos valientes. Nosotros teníamos que hacer presión al gobierno. Había muchos presos políticos, desparecidos, ejecuciones… y siempre se nos estigmatizó”. También fueron premiados los ex guerrilleros Raúl Florencio y Francisco Ornelas sobrevivientes al asalto cuartel de Ciudad Madera, Chihuahua, el 23 de septiembre de 1965, y familiares del Grupo Popular Guerrillero responsables del fallido ataque.
Y es que enfrentarse al gobierno de Díaz Ordaz significaba tener mucho valor porque cualquier persona con algo de conocimiento de teoría política sabe lo cómo el Estado reacciona cuando se le cuestiona o enfrenta. Al respecto, las dictaduras militares enseñan mucho ese fatal y genocida legado de lo que se le ha denominado “la guerra sucia”, una forma de violencia política instrumentada desde el Estado para usar la fuerza no “limpia”, no legal para aniquilar la protesta, la subversión, la guerrilla y después “el terror”. Un asunto delicado analizado por el sociólogo norteamericano C.W. Mills, como “los abusos y abusos del poder”.
Decisión atrevida del gobierno actual aunque necesaria si tomamos en cuenta que hasta ahora nada se había hecho para reparar los daños de esa forma de “guerra”, como sí en Uruguay y Argentina, quienes mediante luchas sociales largas por la recuperación de la verdad y desaparecidos, llevaron al banquillo de los acusados a los militares responsables del exterminio social. Atrevida porque en la disculpa pública inédita desde el Estado, se implica al ejército mexicano. El símbolo fue el espacio no hace mucho reservado y llamado aristocráticamente, “la residencia de los Pinos”, convertida hoy en un espacio público. “Ahora tenemos la oportunidad de reivindicar justo en este espacio a los participantes de las luchas armadas de nuestro país”, expresó Susana de la Garza, presidenta del comité organizador del premio nacional Carlos Montemayor. Tiempo de cambios en los discursos.
Desde la rebelión de Espartaco (hecha película por director de cine Stanley Kubrick), hasta la revolución cubana, pasando por la rusa, o Emiliano Zapata, la fuerza estatal ha dejado su huella. La ha, incluso reivindicado, exaltado. El expresidente priísta Ernesto Zedillo lo dejó claro a la zapatista rebelión indígena: “toda la fuerza del Estado”.
La lista puedes ser larga. Esa violencia política se hizo presente también la naciente república alemana en 1919 contra Rosa Luxemburgo –este año su aniversario- y Karl Liebknecht. Al intentar cambiar la situación capitalista por postulados socialistas, fueron asesinados. La historia contra los comunistas y socialistas u otras fuerzas que han osado enfrentar al Estado, han recibido una respuesta igualmente armada aunque más poderosa y ventajosa. Si miramos al pasado, la historia ha sido un referente, una continuación. Porque la fuerza del estado capitalista fosilizado tiene en el presente lo que la sueca reclama: se lleva en su extinción a la especie humana.
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